Se cumplen tres años desde que Christine Lagarde, abogada, economista, política francesa y exdirectora del FMI, sustituyó a Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE). Con su llegada, se esperaba que continuara el trabajo de Draghi y que se centrara en construir un sector bancario más robusto en la zona del euro, a la par que ser una voz de mando reconciliadora entre las opiniones discrepantes que existían en el Consejo de Gobierno.
“En estos tres años el Consejo de Gobierno del BCE ha reforzado su posición, en detrimento de los bancos centrales europeos. Una dinámica que se inició durante el mandato de Draghi y que se ha consolidado durante la presidencia de Lagarde”, reconoce Philippe Waechter, jefe de investigación económica de Ostrum AM (gestora afiliada de Natixis IM).
En cambio, poco queda hoy de esos retos. Según las gestoras, Lagarde ha tenido probablemente uno de los trabajos más difíciles de los últimos años. La crisis, y posteriormente la inflación, han puesto a prueba la política monetaria no convencional que los bancos centrales han desarrollado desde la crisis financiera mundial. “Durante la pandemia, y bajo su mandato, las políticas del BCE coordinadas con la acción de los gobiernos evitaron una crisis mucho más importante. En cuanto a la inflación, es demasiado pronto para evaluar la idoneidad de la senda de subidas de tipos”, señala Uriel Saragusti, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier.
Para Saragusti, aunque el resultado fue exitoso, el comienzo no fue muy ágil. “Cabe recordar la conferencia del 12 de marzo de 2020, cuando Lagarde dijo que el BCE no estaba aquí para cerrar los diferenciales. Eso desencadenó una ampliación masiva de los diferenciales gubernamentales y corporativos, que requirió el lanzamiento del PEPP (programa de compras de emergencia) por valor de 750.000 millones de euros sólo 6 días después. Las operaciones de refinanciación a largo plazo con objetivo (TLTRO) se utilizaron también junto con las garantías del gobierno para mantener el crédito a flote, en momentos en que la demanda de préstamos a corto plazo se disparó a niveles más del doble de los vistos en 2008. En definitiva, el paquete de apoyo del BCE durante la pandemia bien podría pasar a formar parte de los libros de texto de los banqueros centrales. Sería difícil imaginar una combinación de políticas más eficaz para hacer frente a ese riesgo específico”, destaca el gestor.
Según Alessandro Tentori, Chief Investment Officer en AXA Investment Managers, Lagarde ha supervisado un entorno extremadamente difícil, empezando por la crisis de Covid y la crisis geopolítica de Ucrania. “La transición de un entorno artificial heredado del presidente Draghi a otro completamente nuevo en el que los tipos, la volatilidad y la inflación saltan simultáneamente es un reto importante en sí mismo. Por lo tanto, es comprensible que la comunicación en torno a las decisiones políticas pueda ser un ejercicio difícil en un entorno tan fluido y volátil”, afirma Tentori.
La inflación
Ahora el principal reto que Lagarde tiene sobre la mesa es la inflación. En opinión de Saragusti, el consejo de gobierno del BCE ha cambiado significativamente durante 2022 a raíz de este desafío, y ha surgido claramente una postura más dura. “Esto es común a la mayoría de los grandes bancos centrales, ya que la amenaza que supone la inflación se ha convertido en algo global, en parte debido al COVID-19. Más recientemente, en la eurozona la lucha se ha visto agravada por los efectos del conflicto entre Rusia y Ucrania. Una vez más, la economía mundial ha lanzado un gran desafío a los Bancos Centrales de todo el mundo”, afirma el gestor de La Financière de l’Echiquier.
Si nos centramos en el control de la inflación Tentori añade: “Las perturbaciones de la oferta siguen siendo el principal componente de la inflación de la eurozona. Los bancos centrales modernos no están bien preparados para controlar este tipo de inflación, que por definición sólo es marginalmente sensible a los tipos de interés. Es probable que la inflación de la eurozona se acelere aún más en los próximos meses, antes de empezar a moderarse, aunque a un ritmo muy lento.” Como consecuencia, uno de los retos ahora es “calibrar adecuadamente la política monetaria e identificar y evaluar correctamente las posibles compensaciones con las variables económicas reales a medida que vayan apareciendo. Otro es normalizar los «estímulos no convencionales», para eliminar el exceso de liquidez sin crear olas de fragmentación entre los países miembros”. En este entorno, Tentori reconoce que “el Consejo de Gobierno del BCE se ha vuelto más agresivo, ya que se ha embarcado en subidas de tipos a gran escala”.
Otros retos
Sin embargo, todos coinciden en que es demasiado pronto para evaluar la gestión de la inflación por parte del BCE. Está por ver si Lagarde será recordada por haber domado con éxito o por haber llevado a la economía a una recesión más profunda.
En lo que respecta a política monetaria, Waechter comenta que “desde que comenzó el repunte de la inflación y la crisis energética el BCE ha estado a remolque y no fueron capaces de atisbar a tiempo el repunte de la inflación. Si nos centramos más específicamente en Lagarde, se puede decir también que se volvió más hawkish tanto con el personal del BCE como con el consejo de gobierno. Y recuerda además que otro de los principales retos actuales es “ la desaceleración mundial, que limitará la demanda de petróleo y el precio del mismo”. El jefe de investigación económica de Ostrum AM señala como “el acuerdo europeo sobre el precio del gas limitará su nivel y su volatilidad. Debido a un efecto base, la contribución de la energía se invertirá”.