La conclusión más relevante del balance de 2024 es que la economía global evitó una recesión gracias a que la inflación empezó a moderarse y los principales bancos centrales se embarcaron en un nuevo ciclo de recortes de los tipos de interés. Sin embargo, en opinión del equipo de análisis macro de Generali AM (parte de Generali Investments), el riesgo geopolítico aumentó en el contexto de un calendario electoral especialmente cargado en todo el mundo.
Ahora, de cara a 2025, las incógnitas sobre cómo evolucionará la economía global se centran en la figura de Donald Trump: ¿Cómo afectará su regreso a las perspectivas económicas en Estados Unidos, Europa y más allá? ¿Cómo pueden posicionarse los inversores ante unas perspectivas de crecimiento mundial cada vez más divergentes? ¿Regresará la inflación en 2025? Y ¿hasta qué punto continuará la adopción de la IA?
Para los expertos de la gestora, estas son solo algunas de las reflexiones que el mundo económico se plantea al cierre del 2024 y con muchas esperanzas puestas en 2025. “El próximo año todo girará en torno a la aplicación del Trumponomics. El excepcionalismo económico de EE. UU. persistirá, pero ahora que los republicanos tienen la vista puesta en las elecciones de mitad de mandato, no sería prudente arriesgarse a otra sacudida inflacionista. Nuestros temas clave para 2025 también incluyen el impacto de la innovación tecnológica y la creciente preocupación por la sostenibilidad de la deuda soberana”, explican.
Cuatro conclusiones
En este sentido, el equipo de la gestora apunta a cuatro conclusiones relevantes de cara a entender cómo evolucionará la economía el próximo año. Lo primero que destaca es el escenario de “retos y oportunidades” que supone la victoria arrolladora de Trump. “Una cuestión clave para 2025 es si el presidente Trump se empleará a fondo en sus pilares políticos: desregulación (bancos, energía, etc.), bajada de impuestos, aranceles e inmigración”, indica.
No hay que olvidar que 2024 fue muy intenso en el frente electoral. De hecho, la inflación y la desigualdad fueron factores clave en los malos resultados de los gobiernos en funciones (EE.UU., Reino Unido, Francia e incluso Japón). “Las políticas de Trump no abordarán esta última -los recortes del impuesto de sociedades sostendrán los elevados márgenes de ingresos netos-, pero puede que se lo piense dos veces sobre la inflación”, añaden.
El segundo mensaje que lanza este equipo es que existen riesgos de inflación a ambos lados del mundo. “Las tasas de inflación han disminuido levemente desde sus máximos de 2022. Sin embargo, el persistente aumento de los precios de los servicios complica el último tramo hacia los objetivos del 2%, ya que el crecimiento de los salarios es lento. Esto mantiene los riesgos al alza para 2025, especialmente en EE.UU., en medio de un crecimiento aún robusto”, explican.
En este sentido, los planes de Trump sobre aranceles, recortes fiscales y restricciones a la inmigración aumentan los riesgos a medio plazo. Sin embargo, en la eurozona el riesgo de inflación parece tener dos caras.
En tercer lugar, los expertos de Generali AM ponen el foco en la productividad de las economías europeas. “La brecha de productividad transatlántica se ha ampliado, con aumentos anuales durante 1995-2020 en la eurozona (1%) sólo la mitad que en EE.UU. (2,1%). Desde 2020, la producción por hora en la eurozona casi se ha estancado, mientras que EE.UU. casi ha recuperado su tendencia anterior a la pandemia. A corto plazo es factible una pequeña recuperación europea, ya que la productividad de la eurozona es más cíclica y una leve recuperación en 2025 contribuirá a ello. Sin embargo, a más largo plazo, EE.UU. parece mucho mejor equipado para cosechar los beneficios de la IA y de una mayor desregulación, mientras que Europa sigue luchando por acordar una unión bancaria y un mercado único de servicios como hitos clave para fomentar la innovación y mejorar la escala y la competencia”, explican.
Por último, el equipo de la gestora reflexiona sobre la sostenibilidad de la deuda. En este sentido destacan que los bonos del Estado se han abaratado – de forma masiva pero ordenada – durante los dos últimos años, sobre la base de los diferenciales swap, a ambos lados del Atlántico. En su opinión, esto refleja muchos factores, entre ellos el gran aumento de la deuda pública, la contracción cuantitativa y las limitaciones de los balances bancarios.
“El aumento de la pendiente de la curva de rendimientos durante el ciclo de recortes de tipos puede apoyar la tendencia y mantener los bonos baratos en términos relativos. La tensión en los títulos OAT ha puesto de relieve el riesgo soberano idiosincrásico. ¿Podríamos asistir a una evolución similar en EE.UU.?”, apuntan.
Sin embargo, el mensaje no es alarmista. En su opinión existe un limitado el apetito republicano por un fuerte impulso fiscal, a partir de aquí (déficit > 6% del PIB ya). “La situación del dólar estadounidense también ofrece cierto colchón. Parece probable una modesta relajación de la política fiscal alemana tras las elecciones de febrero, mientras que Francia podría necesitar otras elecciones en verano antes de tomar una dirección clara. El estatus ‘libre de riesgo’ de los soberanos se ha visto dañado, lo que implica unas primas de riesgo estructuralmente más bajas en relación con la historia”, concluyen desde Generali AM.