Ahora que el coronavirus se ha propagado por toda Italia, y teniendo en cuenta que el país ya presentaba un perfil de deuda preocupante, Nick Chatters, gestor de renta fija en Kames Capital, se pregunta qué opinarán las agencias de calificación sobre la deuda soberana del país transalpino, que se acerca peligrosamente al estatus de bono basura.
“El crecimiento del PIB de Italia ha seguido básicamente una trayectoria descendente desde principios de 2018. El país registró crecimiento negativo a finales de 2019 y tanto el sector manufacturero como el de servicios han seguido la tendencia bajista de la eurozona durante los últimos dos años, aunque, recientemente, han mostrado signos de estabilización”, subraya Chatters.
“Pero Italia se diferencia del promedio de la eurozona por su posición de deuda, que actualmente supera el 135% del PIB. Este nivel, aunque elevado en términos relativos, es más grave en el caso de Italia que en el de otros países endeudados como Grecia o Portugal, dados los diferenciales que debe pagar el gobierno para refinanciarse y la gran cantidad nominal de deuda. Aun así, el perfil de vencimientos de la deuda es lo suficientemente alargado como para que las necesidades de refinanciación se repartan a lo largo del tiempo”.
Chatters destaca que gran parte de la volatilidad que ha experimentado Italia en los últimos años puede atribuirse a la situación política, ya que ha ido pasando por gobiernos populistas, nacionalistas y socialistas apoyados por una mezcla de partidos políticos regionales y nacionales.
“En general, la ampliación de los diferenciales está relacionada con el éxito de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, dos partidos que han intentado enfrentarse a la UE y aplicar una política fiscal más expansionista de lo que permite el pacto de estabilidad y crecimiento”, explica el gestor.
Esta tensión se ha reducido recientemente, ya que la cuestión de confianza promovida por Matteo Salvini acabó dejando a su partido (la Liga) fuera de una nueva coalición de gobierno, por lo que el tema se ha aparcado. Pero, dado que la epidemia de coronavirus ha empeorado la posición fiscal del país, la posibilidad de que la deuda italiana pueda ser degradada a bono basura vuelve a estar sobre la mesa.
El problema con la respuesta fiscal de la eurozona es que Italia no se lo puede permitir, afirma Chatters, “a pesar de que, este año, el BCE ha inyectado más de un billón de euros en los mercados de bonos de la eurozona, como parte de su programa de expansión cuantitativa. Desde el punto de vista fiscal, el gobierno actual es más sensato que los anteriores y también es consciente de que el mercado lo castigará si intenta imponer planes de gasto irresponsables; sin embargo, los datos macroeconómicos se verán muy afectados por el virus”.
El gobierno italiano también ha anunciado importantes medidas fiscales y de liquidez, en línea con otros gobiernos de la eurozona. Aunque el paquete de medidas fiscales para combatir la pandemia no estará sujeto a las reglas del pacto de estabilidad y crecimiento, eso no significa que Italia, con una deuda sobre PIB del 135%, pueda permitírselo.
Como apunta Chatters, “la sostenibilidad de la deuda no es el problema, dado el perfil de vencimientos del país, sino que se trata más bien de un problema de confianza por parte del mercado”.
“Por el lado positivo, el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés) del BCE es muy amplio y permite que el banco central apoye a los Estados miembros como estime oportuno, sin temor a superar los límites de exposición de cada país. Además, el BCE ha dejado claro, dentro del programa PEPP y a través de sus comunicaciones externas, que no permitirá que la situación particular de Italia se contagie al resto de la eurozona”.
Chatters señala que el precio de la deuda italiana ya descuenta las medidas del BCE, pese a su magnitud. El gestor opina que, a corto plazo, la revisión de la calificación de deuda que llevará a cabo S&P el próximo 24 de abril será el primer indicador significativo, puesto que la agencia ya le asigna al país transalpino una calificación de BBB con perspectiva negativa. La revisión de Moody’s está programada para el 8 de mayo.
“A medio plazo, los factores determinantes serán el terrible crecimiento y la trayectoria de la deuda, por lo que parece cada vez más probable que las agencias de calificación decidirán rebajar la calificación de la deuda soberana de Italia”, concluye Chatters.
Tribuna de Nick Chatters, gestor de renta fija en Kames Capital