La creciente preocupación global por los aspectos medioambientales está generando cambios a gran escala en múltiples industrias. La capacidad de identificar con mayor precisión cómo las regulaciones ambientales están impulsando los cambios en la industria, y comprender su impacto en las empresas y sectores relacionados, podría ofrecer a los inversores una ventaja estructural.
Según un estudio elaborado por Lazard Asset Management, “los gestores que llevan a cabo valoraciones fundamentales bottom-up pueden anticipar mejor los riesgos y oportunidades creados por estos cambios estructurales, ya que realizan controles exhaustivos de los estados financieros de las empresas y mantienen un compromiso regular con la administración de la compañía para generar ideas sobre cómo desarrollar las diferentes áreas de la empresa”.
La realidad es que, en las últimas dos décadas, han aumentado las regulaciones estrictas que se enfocan en la divulgación, los límites y los objetivos ambientales. A principios de 2017, existían más de 1.400 leyes climáticas en todo el mundo en comparación con las aproximadamente 60 leyes de 1997, el año en que se adoptó formalmente el Protocolo de Kyoto.
A la hora de valorar cómo afecta este aumento de regulación a la hora de invertir, Lazard AM destaca que los gestores trabajan duro para determinar el impacto de las consideraciones ambientales en sus asignaciones de activos, dado que afectan a casi todos los aspectos de una cartera, desde las expectativas de rentabilidad al nivel de riesgo.
Uno de los compromisos internacionales más importante es el Acuerdo de París, que obliga a las compañías a que informen regularmente de sus emisiones y esfuerzos de implementación. “Esto está alterando el comportamiento de la empresa y la dinámica competitiva, creando nuevos desafíos, pero también desbloqueando nuevas oportunidades para el crecimiento futuro”, apuntan desde Lazard AM.
Algunas industrias son un claro ejemplo de este fenómeno como por ejemplo la automotriz, marítima y la refinación de petróleo. Un ejemplo práctico de este impacto es el hecho de que la bajada en los precios de las baterías de litio-ion en todo el mundo también ha supuesto que los vehículos eléctricos sean más económicos desde la perspectiva del coste total de propiedad, que incluye el precio de compra más los costes por utilizar el vehículo.
“Como el enfoque ha cambiado, el valor en la industria ha pasado de los fabricantes de automóviles (también conocidos como fabricantes de equipos originales o OEM) a proveedores de componentes básicos y proveedores de software / servicios, ya que estas empresas han innovado rápidamente en las áreas de tecnología y seguridad. El cambio de valor en la cadena de suministro se ha reflejado en los precios de las acciones”, explican desde Lazard AM.