El ser humano suele subestimar la rapidez con la que se produce el cambio tecnológico. Pese a nuestra capacidad para consumir tecnología que llega a un ritmo cada vez mayor con el paso de las décadas, seguimos sin darnos cuenta de ello, motivo por el cual es posible que pasemos por alto y subestimemos tecnologías que resultan disruptivas. Ann Steele y Dan Ison, gestores de carteras de renta variable en Columbia Threadneedle, junto con Ben Kelly, analista sénior del equipo de Investigación Mundial, analizan en este artículo el crecimiento de la industria automovilística europea.
La historia está jalonada de ejemplos (gráfico 1) y, desde la ventaja que ofrecen los análisis retrospectivos, resulta fácil burlarse de los pronósticos desacertados. Sin embargo, se podría decir que atravesamos un periodo en el que los riesgos sociales y ambientales para la economía mundial son más elevados que nunca, lo que probablemente augurará un progreso tecnológico a un nivel sin precedentes.
Lo preocupante es que, si no se logra prever la rápida adopción de algunas de estas tecnologías, pueden producirse consecuencias financieras y ambientales de gran calado. No obstante, los cambios también ofrecen interesantes oportunidades de inversión.
Una de esas fuentes de oportunidades es el sector automovilístico, en especial por lo que respecta a los vehículos eléctricos (VE). Cuando el Gobierno británico anunció su tan esperada “Net Zero Strategy” (Estrategia de cero emisiones netas) en octubre de 2021, en la antesala de la COP26 que se celebraría en Glasgow a principios de noviembre, los VE constituían uno de sus pilares.
El Gobierno se comprometió a exigir a los fabricantes de coches que vendieran una proporción sin especificar de VE a partir de 2024, y que prometieran invertir 620 millones de libras en la construcción de una infraestructura de puntos de carga y 350 millones de libras para impulsar la cadena de suministro (1).
Cumpliendo las exigencias de los responsables políticos, los fabricantes de coches están vendiendo un gran número de VE. No resulta exagerado decir que el sector se halla en un punto de inflexión, quizá tan importante como el paso del caballo y el carro al motor de combustión interna hace ya más de 100 años.
Para dar una idea de la velocidad del cambio, se prevé que en Europa los VE representen el 12% de los 18,6 millones de ventas de coches en el continente en 2022, cifra superior al 3% de los 21,2 millones de vehículos vendidos en 2019. La cifra seguramente seguirá subiendo: se estima que para 2025 los VE representarán el 25% de los 20,8 millones de ventas previstas, y se cree que para 2030 supondrán más de un tercio (35%) (2). A escala mundial, el panorama es parecido, si bien Norteamérica va por detrás de Europa y China.
De hecho, la variedad de VE disponibles ha aumentado enormemente en los últimos años, y los principales fabricantes han realizado abultadísimas inversiones sin por ello comprometer sus márgenes de beneficios.
A la hora de elegir qué fabricantes de coches ganarán la carrera por dominar el futuro mercado de los VE, se observa una llamativa diferencia entre las compañías con estrategias creíbles a medio y largo plazo para desarrollar tecnologías ambientales, como Daimler y Volkswagen, y las firmas que no disponen de ellas. Por ejemplo, MSCI ha revisado al alza las calificaciones de estas dos compañías en cuanto a los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG).
Los fabricantes de coches tradicionales están recortando distancias rápidamente con Tesla, el principal disruptor de este sector, ya que están lanzando modelos con celeridad en un momento en el que los márgenes son los más amplios de la historia.
Si bien Tesla vendió muchos más turismos eléctricos a escala mundial en 2019 que cualquier otro fabricante (368.000 frente a los 226.000 de la firma china BYD y los 183.000 de Renault-Nissan), está perdiendo cuota de mercado y ventas en países europeos clave. Por ejemplo, mientras que el mercado de baterías para VE en Europa creció un 106% en 2020, las ventas de Tesla retrocedieron un 11%.
Dicho esto, el Tesla Model 3 fue el VE más vendido en Europa durante los primeros cuatro meses de 2021. Sin embargo, como compañía, contaba con una cuota de mercado muy inferior a la de los fabricantes tradicionales con gamas más amplias. Volkswagen encabezó el mercado europeo en ese mismo periodo con una cuota de mercado que se situaba en el 21,6% sumando sus marcas VW, Audi, Seat y Porsche, mientras que Tesla estaba en el séptimo puesto, con un 5,3%.
Los VE de nueva generación de los fabricantes de coches generalistas, que se lanzarán entre 2024 y 2025, estarán mejor diseñados que los actuales y estarán equipados con baterías con mayor autonomía. Ese será el momento en el que se convertirán en mejores competidores. A medida que los fabricantes de coches desarrollan nuevos productos, también readaptan sus procesos de fabricación para tornarlos más sostenibles.
Daimler, que pasará a llamarse Mercedes-Benz Group a principios de 2022, va por delante de sus competidores, con un objetivo de fabricación con cero emisiones netas en 2039, un poco antes que la mayor parte de las compañías. De hecho, las nuevas plantas de fabricación que están construyendo la mayoría de las compañías funcionarán con energías renovables.
No obstante, existen posibles cuellos de botella que podrían obstaculizar esta expansión proyectada. Uno de los problemas asociados a los factores ASG es la obtención de cobalto del Congo para los componentes de las baterías. Los principales fabricantes de coches del Viejo Continente afirman que solo usan materiales obtenidos de forma ética para sus baterías, aunque esto puede provocar una escasez de suministro de estos metales estratégicos. Otro desafío persistente es la falta de inversión en la infraestructura de puntos de carga.
En conjunto, sin embargo, Columbia Threadneedle aprecia una fuerte convergencia entre los fabricantes europeos y Tesla. Ninguno de ellos es una empresa exclusivamente de VE, pero la elevada valoración de mercado de la acción de Tesla así lo refleja con creces. Tesla entregó 499.550 coches en 2020, que se traduce en una capitalización de mercado de 962.000 euros por coche. Por el contrario, Volkswagen entregó 9,3 millones de coches, lo que supone una capitalización de mercado de 14.100 euros por coche.
A medida que los fabricantes de coches europeos con estrategias claras incrementan la proporción de ventas de VE, la diferencia en valoración entre ellos y Tesla debería reducirse. No cabe duda de que, con la constante aceleración del cambio tecnológico (y dado que la desbocada sensibilización en relación con el cambio climático está incidiendo en las decisiones que se toman en todos los niveles de la economía mundial —desde los Gobiernos hasta las empresas y los particulares—), este sector sigue revistiendo una importancia crítica para Columbia Threadneedle como inversores.
Fuente:
1 «Net Zero Strategy: Build Back Greener», octubre de 2021
2 «Ready for a post COVID 19 electrified world – Automotive Sector», Société Générale, octubre de 2021.