Este año, el escenario macroeconómico será determinante para la mayoría de los activos. En particular será así para el crédito corporativo, tal y como defienden desde Muzinich & Co, firma especializada en esta clase de activo. Junto con la evolución de la economía mundial, también habrá que tener en cuenta otros factores que impactan en el crédito corporativo: los fundamentales, las valoraciones y los factores más técnicos.
Según defiende Erick Muller, director de estrategia y producto de Muzinich & Co, sigue habiendo incertidumbre en el ciclo de crecimiento aunque se están reduciendo los riesgos geopolíticos al mismo tiempo que mejoran las relaciones entre China y Estados Unidos. “Las políticas monetarias y el peso creciente de los criterios ESG, entre otros factores, también serán un motivo de impacto”, en su opinión, para esta clase de activos.
Con respecto a los fundamentales, para la gestora “hay señales positivas para 2020”. También cree que las empresas se centrarán en el desapalancamiento. De un punto de vista regional, apuesta por sobreponderar el crédito corporativo de Estados Unidos y los mercados emergentes.
En cuanto a las valoraciones en mercados de crédito, comenta que “pueden parecer ajustadas pero la situación es la misma para todas las clases de activos”. Como el ciclo macroeconómico sigue por debajo de su potencial nivel de salida, Muzinich & Co opina que los inversores deberían evitar los créditos de baja calidad a saber los que tienen los balances más débiles.
“Con valoraciones a los niveles actuales, pensamos que la diversificación y la flexibilidad serán clave para que los inversores puedan navegar en los mercados de crédito durante lo que podría ser la fase final del ciclo de crédito”, concluye Muller.
En esta misma línea, Ken Leech, director de inversiones de Western Asset, filial de Legg Mason, señala que resulta probable que este contexto macroeconómico, junto con unos fundamentales crediticios razonablemente sólidos, siga ofreciendo un férreo apoyo técnico a los bonos corporativos. “El mercado de deuda estadounidense con grado de inversión sigue constituyendo un destino atractivo para los inversores a escala mundial debido a su tamaño, su liquidez y sus interesantes rendimientos en comparación con el Reino Unido, Europa y Japón. Dado que la inflación está descendiendo en muchos países emergentes —lo que permite a los bancos centrales rebajar los tipos y apuntalar la actividad económica—, también creemos que los rendimientos reales de la deuda emergente resultan interesantes y presentan margen de compresión”, argumenta Lecch.
Otro de los activos que pueden resultar atractivos y cuya evolución dependerá de la coyuntura son los bonos vinculados a la inflación, uno de los activos favoritos de BlackRock. “A nuestro juicio, se están infravalorando los riesgos derivados de la inflación de cara a 2020, y más allá. Nuestra hipótesis principal contempla una inflación ligeramente más elevada en EE.UU. este año, y existe el riesgo de que se produzcan sorpresas alcistas en este indicador. Entre los catalizadores de la inflación, figuran el aumento de los salarios y la volatilidad de los precios de la energía a corto plazo, así como la desglobalización a lo largo del tiempo. Los TIPS despiertan nuestro interés desde el punto de vista táctico, puesto que sus valoraciones resultan atractivas en relación con nuestras previsiones. Los TIPS también pueden ser fuente de resiliencia en las carteras desde el prisma estratégico, tanto frente a los envites en el plano de la inflación como frente a aquellos en el ámbito del crecimiento”, afirman desde la gestora.