Stephen Thariyan, responsable mundial de deuda corporativa de Henderson, analiza en esta entrevista los mercados de deuda en el primer trimestre, evidenciando el perfil “dos tercios / un tercio» que presentan los mercados. Los valores financieros se vieron sometidos a una presión especial durante el trimestre, como atestigua la penuria sufrida por Deutsche Bank. Aunque los inversores se muestran dispuestos a regresar a los mercados por ahora, gracias a la actuación eficaz de los bancos centrales para restaurar la confianza, les deparan muchos retos durante 2016. Thariyan cree que los inversores deberían prepararse para un nuevo episodio de volatilidad.
¿Puede resumirnos brevemente la evolución de los mercados de bonos corporativos en el 1T 2016?
Asistimos a un duro comienzo de año. Parece que en los dos primeros meses, especialmente en febrero, los mercados ya descontaban todos los posibles contratiempos que podrían encontrarse a lo largo de 2016: las dudas en torno a la política de los bancos centrales, la falta de liquidez, el Brexit, el precio del petróleo, China y el crecimiento en general. Esto provocó una venta masiva bastante importante en todos los mercados de capitales, tanto en deuda privada como en renta variable. Luego, a finales de febrero y en marzo, asistimos a una fuerte recuperación, basada fundamentalmente en el repunte del precio del petróleo, respecto al mínimo de 26 dólares, con tendencia alcista.
Esto se tradujo en ganancias holgadas, sobre todo en el segmento high yield y en mercados emergentes, con rentabilidades totales positivas en la mayoría de divisas y en la mayoría de mercados de deuda; no obstante, estos últimos, en su mayoría, volvieron a arrojar rentabilidades excedentes prácticamente planas. En consecuencia, el trimestre adoptó un perfil de dos tercios/un tercio; es decir, un pésimo arranque de año y una sólida recuperación posterior que se extiende hasta el segundo trimestre.
¿Puede explicarnos por qué el sector financiero se quedó rezagado, concretamente Deutsche Bank y los bancos subordinados / aseguradoras más en general?
El sector financiero se vio sometido a una presión especial en el primer trimestre, debido a una combinación de factores. Deutsche Bank ejemplifica en cierto modo esta situación al sufrir una importante venta masiva de sus bonos, sus CDS (swaps de riesgo de impago) y la cotización de sus acciones. En un mundo de tipos de interés negativos, el medio básico con el que los bancos ganan dinero (destinar los fondos captados a corto plazo para prestarlos durante periodos más largos) se ve cuestionado. Esto significa una considerable reducción de los rendimientos derivados de la actividad bancaria de inversión, sobre todo en negociación de valores, renta fija, materias primas y divisas.
Algunos bancos, entre ellos Deutsche, declararon sus primeras pérdidas relevantes en aproximadamente ocho años, y existen numerosos litigios pendientes de resolución que les salpican, cuya cuantía total asciende a varios miles de millones. La última noticia, especialmente en relación con Deutsche, apunta a temores en torno a los valores AT1, obligaciones de capital contingente que son complejos valores financieros subordinados creados para aumentar el colchón de capital. Aquí existía el rumor de que Deutsche no pagaría el cupón y, aunque estos valores están pensados para proteger al público, esta posible contingencia asustó a los inversores. Deutsche logró recuperarse de la situación pero, por primera vez, nos recordó un poco a la crisis de 2008.
Así pues, los valores financieros en general cargaron sobre sus hombros una situación incómoda, dado el empeño de los bancos centrales, especialmente en Europa, en obligar a los bancos a prestar dinero. Sin embargo, los bancos se están desapalancando gracias a la abundante liquidez que lanzan al mercado y a sus esfuerzos por encontrar prestatarios a los que prestar ese dinero.
¿Cuáles son las perspectivas de los mercados de deuda corporativa y qué temas son susceptibles de condicionar a los mercados?
Nos encontramos en un momento interesante. Venimos de sufrir unos primeros meses de 2016 difíciles. Los bancos centrales han intervenido con actuaciones casi al unísono, encabezados por el Banco Central Europeo, que se refirió sutilmente a una posible variación de la política monetaria y, lo más importante, a la compra de bonos corporativos en los próximos meses. Aunque no han dado detalles a este respecto, el mero hecho de que estén dispuestos a esa compra ha producido confianza en los mercados por la existencia de un licitador de bonos.
Como consecuencia de ello, los mercados han repuntado, aun cuestionándose hasta qué punto va a resultar eficaz la medida. Esto, unido al tono algo más dovish adoptado por la Fed una semana después, propinó un fuerte impulso a los mercados de capitales, de deuda y de renta variable. Tanto estos últimos como los mercados de renta fija se vieron apreciados; además, se han lanzado nuevas emisiones y el precio del petróleo se ha estabilizado. La combinación de todos esos factores y los datos generalmente benignos han motivado que los inversores se muestren aparentemente dispuestos a regresar de nuevo al mercado.
En cierta medida se cuestiona hasta cuándo va a durar esta situación, pero creo que, como venimos diciendo desde los últimos tramos del año pasado, en vista de todos los acontecimientos distintos que podrían ocurrir en 2016, parece que hemos entrado en un periodo de volatilidad. No cabe duda de que los bancos centrales han sido eficaces hasta ahora al dar confianza a los inversores para que regresen a los mercados comprando tanto valores de deuda como de renta variable.