Una de las consecuencias que está dejando la actual crisis sanitaria a nivel económico es que todos los sectores son igualmente vulnerables y están siendo golpeados en mayor o menor medida. En esta ocasión ha sido el mercado de materias primas, en concreto el petróleo, el que ha escrito un nuevo capítulo en su historia tras hundirse un 305% el West Texas Intermediate (WTI) y cerrar en negativo el lunes.
Este crash histórico se explica por la fuerte caída de la demanda, ante la expansión del COVID-19 por Estados Unidos, por la parálisis económica que vive el país y también por el temor ante el agotamiento de la capacidad de almacenaje del petróleo. Por último, hay que tener en cuenta un aspecto técnico relacionado con el almacenamiento: los futuros del crudo estadounidenses (WTI) para su entrega en mayo vencen hoy y establecen que, tras su vencimiento, se debe realizar la entrega del petróleo físico, que deberá recoger el propietario del contrato de futuros. Todo esto explicaría las caídas y que hoy haya remontado un 100% para volver al terreno positivo, en un dólar por barril.
“Fue una sesión de extrema volatilidad en el mercado del petróleo en Estados Unidos, que ha sufrido la peor jornada de su historia con el barril de referencia (WTI) llegando a cotizar en valores negativos. Los inversores llegaron a cobrar 37,6 dólares por comprar un barril de crudo en Estados Unidos, después de que el mercado de futuros de Chicago autorizase las ventas en negativo. Con el estallido de la pandemia del coronavirus, se ha hundido la demanda de petróleo y los tanques de reserva se han quedado sin espacio para almacenar más crudo, razón por la que durante la jornada del lunes, el mercado petrolífero sufrió un batacazo sin precedentes. El barril de referencia en Europa también sufrió caídas de hasta un 8%, cotizando a 25,8 dólares el barril. En este contexto, el recorte de casi 10 millones de barriles diarios, pactado por la OPEP+ y que entrará en vigor a partir de mayo, parece una medida insuficiente para mitigar la caída en la demanda causada por el COVID-19”, explican los analistas de BancaMarch.
Los analistas indican que el mercado del petróleo está muy cerca de su capacidad máxima de almacenamiento. Lo cual es especialmente importante para el mercado de EE.UU., ya que los productores de petróleo de esquisto norteamericanos no están llevando a cabo ningún recorte de la producción. Según explica Michel Salden, director de materias primas de Vontobel Asset Management, “los inventarios de crudo de EE.UU. mostraron el mayor incremento semanal de su historia durante la semana pasada, 19 millones de barriles, aunque el número de plataformas de perforación en EE.UU. sigue cayendo. Esto ha llevado a una presión de venta masiva en el contrato del WTI de mayo, el cual se comercia masivamente y que expira hoy. Todos los inversores que no quieren entrega física están buscando compradores, ya que necesitan renovar su posición. Sin embargo, nadie quiere la entrega física del crudo simplemente porque no saben dónde ponerlo”.
Sebastien Galy, responsable de estrategia macroeconómica en Nordea AM, profundiza un poco más en el análisis de lo ocurrido y apunta que otra razón que explica esta caída es el riesgo de crédito. «A medida que el miedo envolvía al mercado, los inversores comenzaron a deshacerse del petróleo. ¿Qué significa esto? Los precios globales de la gasolina no bajarán mucho, pero podrían caer un poco más en los Estados Unidos», añade.
¿Estructural o puntual?
Desde Fidelity defiende que lo ocurrido ha sido «fascinante» y «sin precedentes», pero algo puntual. «Es innegable que los fundamentales del petróleo son muy precarios, pero los movimientos de los precios de ayer se comprenden mejor como una rareza o peculiaridad de la negociación de futuros que se ha vuelto mucho más extrema debido a la situación actual», defiende James Trafford, analista y gestor de fondos de Fidelity.
En este sentido, Trafford insiste que los futuros sobre el petróleo son contratos que desembocan en la entrega física de la materia prima de una determinada calidad en un punto concreto. «Cuando analizamos los precios de un proveedor de datos financieros como Bloomberg o Reuters, vemos el denominado paper market para los meses futuros, es decir la entrega el próximo mes, dentro de seis meses, etc. Conforme se acerca la fecha de entrega, estos contratos tienen que renovarse hasta el siguiente periodo», añade. Por eso, este analista de Fidelity considera que el movimiento de los precios confirma que la demanda es muy débil a corto plazo, pero que no estamos ante un cataclismo. «No consideramos que las cotizaciones negativas del petróleo se conviertan en lo normal a partir de ahora. El precio del WTI al contado se observa mejor en el contrato de junio», concluye.
Las gestoras sí esperan que los precios del petróleo sigan sufriendo una fuerte volatilidad, pero insisten en que lo de ayer fue un día histórico que nos enseñó que no solo los tipos de interés pueden acabar en negativo. “El actual cese de la actividad económica indica que la demanda de petróleo sigue siendo mínima y seguirá siéndolo durante algún tiempo. No obstante, los contratos para entregar en los próximos meses, en junio y julio por ejemplo, se mantuvieron a precios normales, y los precios del Brent cayeron solo unos pocos dólares hasta los 25 dólares por barril. El contrato de mayo expira hoy, así que estaremos atentos a cómo se negocia junio en las próximas semanas dado el continuo exceso de oferta y la poca demanda y almacenamiento”, apunta Esty Dwek, jefe de estrategia macro de Investment Solutions de Natixis IM.
Aunque la negociación de los contratos de los próximos mese sigan en torno a los 25 dólares por barril, Gunther Westen, responsable de asignación de activos y gestor de cartera de ODDO BHF AM, no descarta que el precio del West Texas caiga en mayo por debajo de 15 dólares, dada la manera técnica de calcular el precio al que cotiza el petróleo. “Pese a que otros contratos no están cayendo al mismo ritmo, el petróleo se enfrenta tanto a un aumento de la oferta como a una caída de la demanda. Además, las guerras de precios de esta materia prima han contribuido a un mayor colapso. Recientemente, el acuerdo de reducción de casi 9,7 mb/d es un primer paso hacia un proceso de tocar fondo. Sin embargo, dada la capacidad de almacenamiento de casi el 82% y la mayor acumulación de inventario en, por ejemplo, los buques cisterna, el desequilibrio entre la oferta y la demanda está tardando más tiempo del esperado en ajustarse. Con ello, es probable que se produzca una mayor debilidad antes de que se encuentre un suelo”, explica
Según los expertos, el barril de Brent está menos sometido a presión, ya que su contrato no expira hoy y porque el almacenamiento es más accesible. “El futuro del Brent más cercano expirará el 30 de abril y es probable que sienta cierta presión de venta, sin embargo, en menor medida que el WTI. En general, los recortes de la OPEP están más orientados hacia el Brent, mientras que los productores de esquisto de los Estados Unidos no pueden acordar fácilmente recortes coordinados de la producción. Esto se debe a que la industria del esquisto de los EE.UU. no es de propiedad estatal y está compuesta por muchas empresas privadas. Cualquier recorte de producción en los EE.UU. es un recorte forzoso debido a los bajos precios del petróleo y a las limitadas capacidades de almacenamiento”, explica Salden de Vontobel AM.
En opinión de Norbert Rücker, economista de Julius Baer, el barril de Brent, vinculado al comercio físico marítimo en el Mar del Norte, representa mejor el precio mundial del petróleo. Y éste sigue cotizando a unos 25 dólares de los EE.UU. por barril. “Mientras tanto, las últimas tendencias en China muestran un retorno más rápido de lo esperado de la congestión del tráfico y la demanda de petróleo tras la flexibilización de las medidas de bloqueo. Mantenemos nuestra opinión neutral y vemos que los precios del petróleo muestran continuas oscilaciones salvajes en torno a los 25 dólares por barril, dadas las incertidumbres que conlleva la crisis. Esperamos que haya una recuperación del precio más a largo plazo impulsada por los recortes en la oferta y por la recuperación de la demanda a nivel mundial”, apunta.
Implicación para las compañías del sector
Como es lógico, todo esto tiene consecuencias para las compañías del sector. Antes de esta caída histórica, a finales de marzo, el equipo de análisis de Schroders advertía: “Las compañías petroleras que cotizan en bolsa y que operan en este entorno se encuentran en su momento más frágil de los últimos 20 años. Los inversores han estado desinvirtiendo a medida que las preocupaciones ambientales, sociales y de gobernanza empresarial animaban a desviar el capital hacia el sector de las energías renovables. Los riesgos que amenazan el equilibrio en el mercado de petróleo para los próximos meses vienen por el lado de la demanda, y la acumulación de grandes inventarios será inevitable en los próximos meses”.
Según su análisis, si los precios del petróleo se mantienen en un promedio de 35 dólares por barril el resto de 2020, el flujo de caja de todo el año para las compañías petroleras integradas se reducirá entre el 50% y el 60%. “Los dividendos de todas las compañías integradas no están cubiertos a 35 dólares por barril y ninguna parte de la industria petrolera trabaja de forma rentable a 30 dólares el barril”, añaden desde Schroders.
Algunas agencias de rating, como el caso de Scope Ratings, ya han rebajado las perspectivas al todo el sector del petróleo y el gas a negativas. Según apunta Marlen Shokhitbayev, analista del sector de petróleo y gas de Scope, “las perspectivas sobre el crédito para el sector petrolero y de gas han empeorado de estables hasta negativas, de cara a 2020. De hecho, prevemos que los precios del crudo se mantengan por debajo de los 50 dólares por barril durante este año, independientemente de que Rusia y Arabia Saudí lleguen a un acuerdo sobre el nivel de producción”.