El pasado 13 de marzo, la Comisión Europea (CE) advirtió de que la economía de la Unión Europea se contraería un 1,1% en 2020, frente al crecimiento del 1,4% previsto en enero, como consecuencia del COVID-19. Motivada por la interrupción de las cadenas de producción en China y otros países asiáticos, los efectos de las limitaciones sobre la movilidad de las personas y las restricciones de liquidez, esta caída está poniendo a prueba la fortaleza de las economías mundiales.
Actualmente, los gobiernos europeos están levantando progresivamente algunas de las restricciones de la actividad productiva y el movimiento de los ciudadanos. Así, los estados han de equilibrar una reapertura escalonada que reactive la economía, pero que evite rebotes de la enfermedad.
“Los países del sur acusarán un mayor impacto y se recuperarán más lentamente, al ser más dependientes del turismo y presentar una estructura empresarial más atomizada”, advierten desde KPMG. En su publicación, El impacto económico del COVID-19: incertidumbre en el camino a la recuperación, la entidad recoge los datos de la CE para España. La Comisión prevé una caída del PIB del 9,4% y una recuperación del 7% en 2021. Además, la tasa de paro rozará el 19% en 2020 y bajará al 17% en 2021. El déficit se dispararía este año al 10,1% y se mantendría en el 6,7% durante el próximo.
Además, esta crisis afectará de forma especial a España debido a su economía dependiente de sectores más cíclicos. El turismo o la industria del automóvil, por ejemplo, son sectores muy cíclicos con un gran peso en nuestro país. Además, muchos de los empleos no se han podido adaptar al trabajo remoto y su actividad se ha visto paralizada. “Aquellas economías que dependan más del sector servicios, especialmente de actividades como el turismo o la hostelería, además de experimentar una mayor caída de su riqueza, tardarán más en recuperarse”, aseguran desde KPMG.
El turismo: recuperación en forma de U
De forma directa e indirecta, el turismo representa el 15,3% del PIB español. Según KMPG, el proceso de recuperación del sector será gradual, muy ligado a la apertura de los medios de transporte, y estructurado en tres fases. Una primera hasta octubre, ligada al turismo interior y limitada por el control de la enfermedad y el impacto del virus en las economías particulares. A esta le seguirá una segunda fase hasta diciembre, donde se abrirán los viajes dentro de Europa, siempre que no hubiera un repunte masivo. Por último, la tercera fase, a partir de enero, permitiría reanudar los viajes de largo radio internacionales. Con todo, algunas aerolíneas como Iberia ya han anunciado la reactivación de todo tipo de vuelos.
Asimismo, desde KPMG advierten de que es probable que el turismo de convenciones y congresos seguramente se demore más. “Los eventos masivos y abiertos al público no se retomarían hasta que existiera una vacuna para la pandemia. Para garantizar la seguridad del turista, nacional o foráneo, será esencial que se implementen protocolos sanitarios y de distanciamiento social reforzados, que garanticen establecimientos ‘covid free’ y que generen confianza en los clientes”, asegura Luis Buzzi, socio responsable de Turismo de KPMG.
Además, desde la consultora subrayan que los datos de la economía real ya publicados confirman que el sector servicios será el que más tiempo necesite para recuperarse de los efectos de la pandemia.
José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur, principal lobby de la industria, asegura que “primero hay que vencer a la enfermedad y después al miedo”. Según Zoreda, la caída de la actividad turística tendrá forma de U, no de V, con un pico en abril que se mantendrá plano hasta junio, y una recuperación gradual hasta septiembre. Si se cumple, el impacto económico sobre el sector será de 40.000 millones. Si se extiende dos meses más, se elevará a 62.000 millones, casi la mitad de los 158.000 millones de PIB turístico.
Según Exceltur, Cataluña será el destino más afectado, con una caída de la actividad turística de en torno de los 25.218 millones de euros, con respecto a 2019. Le siguen Andalucía (20.888 millones), Madrid (15.442 millones) y Baleares (13.520 millones).
Además, el sector hotelero se ha visto muy afectado por esta situación debido al rápido desarrollo de la pandemia a nivel global. KPMG, en su último informe sobre real estate, prevé una recuperación parcial a medio/largo plazo cuando se permita de nuevo la libre circulación en el territorio nacional y posteriormente a nivel internacional. No obstante, para ello la imagen internacional de España será “fundamental para restituir la confianza del turista extranjero en el segmento vacacional”.
Real Estate: cambios sociodemográficos que transforman el terreno de juego
El sector inmobiliario tampoco ha estado ajeno al impacto de la pandemia. No obstante, de acuerdo con María Romero, consultora en Afi, éste no será el mismo en todo el negocio. En el sector residencial, por ejemplo, los efectos del virus pueden hacerse notar tanto en el lado de la demanda como en la oferta.
En primer lugar, Romero destaca que, en los dos últimos años, la mayor parte de la creación de hogares procedía de la demanda extranjera que “atraídos por el desempeño de la economía española venían a residir a nuestro país”, explica la experta. Del mismo modo, la crisis afectará a la demanda de segunda residencia que afectará de forma directa a ciertos territorios como la costa española o los archipiélagos.
Asimismo, desde KPMG advierten de que, ante la posible falta de liquidez y/o financiación de los usuarios, podría producirse un aumento en la demanda de la vivienda en alquiler. Esto podría trasladar parcialmente la oferta de la compraventa de vivienda al alquiler, lo que está provocando mayor apetito inversor en el Built To Rent.
Por otro lado, los activos de alternativos (residencias de estudiantes, residencias de mayores, hospitales, etc.) suelen estar más relacionados con tendencias sociodemográficas (estructurales) y se ven menos afectados por el ciclo económico. En este marco, las restricciones de movilidad y la baja ocupación por falta de estudiantes internacionales han tenido un impacto directo en las residencias de estudiantes generando un ajuste de precios y, por consiguiente, bajada de los ingresos. “A medio plazo, se podría producir una menor demanda de estos centros debido a un mayor interés por pisos compartidos con un número más acotado de personas y una percepción menor del riesgo de contagio”, advierten desde KPMG.
Del mismo modo, el sector de oficinas también se enfrenta a un futuro incierto. En la actualidad, los inquilinos han comenzado a renegociar los términos de sus contratos. Se están llevando a cabo aplazamientos en el pago, reducciones de renta, disminución en la contratación de superficie o incluso condonaciones, lo que supondrá un impacto en el flujo de caja de las compañías patrimonialista a corto plazo.
Además, la implantación del teletrabajo ha permitido a muchas empresas continuar su actividad de forma remota y reduciendo el contagio. “La extensión generalizada y normalizada del teletrabajo supondrá una disminución en la demanda de superficie que no será compensada con la necesidad de mayor espacio por la adopción de medidas de distanciamiento entre los empleados”, asegura el informe de KPMG. Además, advierten de que se producirá una tendencia en la deslocalización de determinadas funciones como medida de ahorro de costes, lo que provocará una racionalización en la demanda de superficie.