El miedo siempre reduce las rentabilidades a largo plazo y, por ello, el brote de coronavirus y su impacto sobre las bolsas asiáticas suponen un claro ejemplo de los efectos que podría tener. Según el equipo de inversiones de Fidelity, en momentos como estos “conviene identificar los sesgos conductuales y ceñirse al conjunto de principios fundamentales de la inversión”.
Además, según datos de Julius Baer, la fuerte disrupción productiva en la economía China, extendida a las cadenas de suministro mundiales a través de los mercados de exportación, se hará notar en las próximas semanas. De acuerdo con la gestora, una “abolladura cíclica”, se verá reflejada en las cifras del primer trimestre del país y en aquellos sectores extranjeros que dependen directamente de su producción.
El 3 de febrero, día que reabrieron las bolsas asiáticas tras el Año Nuevo Chino, los mercados de la china continental sufrieron su mayor caída desde 2015 (un 8%) ante la preocupación de los inversores por las consecuencias del virus para la actividad económica. Sin embargo, después de que el gobierno chino inyectara liquidez en el mercado para estabilizarlo, sus valores han recuperado parte de las pérdidas. Según los expertos de Unigestion, esta epidemia apunta a “una recuperación global débil y un comercio mundial lento” debido a que los bancos centrales no han logrado estimular la economía real tal y como habían previsto. Mientras, el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal (Fed) trazan “otra línea roja” sobre la potencial adición de soporte monetario, según Olivia Álvarez, analista de Monex Europe. Ambas instituciones mantienen su postura neutral en cuanto a la política monetaria, por el momento, ante el bajo riesgo que parece suponer el impacto económico del coronavirus a nivel global.
No obstante, los efectos de esta emergencia sanitaria se han visto reflejados en diferentes activos como son las materias primas o las divisas. “Los precios del petróleo han entrado oficialmente en territorio bajista y el coronavirus ha jugado un papel aquí, ya que los inversores están especulando sobre el potencial impacto que el virus tendrá sobre la demanda de petróleo en China, el mayor importador mundial de esta commodity”, asegura Adam Vettese, analista de eToro. El precio del barril WTI ha caído un 20% en un mes, un descenso que podría ser seguido de mayores caídas, según Vettese. En este sentido, desde Unigestion sostienen que las perspectivas inmediatas para el petróleo estarán dominadas por el lado de la oferta (OPEP) y, para las materias primas, “el foco estará en la respuesta fiscal del gobierno chino”.
Parte de los inversores han buscado valor en activos alternativos o refugio. Por ejemplo, la cotización del bitcoin superó la barrera de los 10.000 dólares, un nivel no visto desde septiembre y la incertidumbre ha empujado a los inversores a buscar activos alternativos a la renta variable. A esto se suma que, en enero, el cobre cayera durante 12 días consecutivos, lo que representa su racha de pérdidas más larga, mientras que la rentabilidad de los bonos estadounidenses descendió en 40 puntos básicos.
Por otro lado, “los inversores de renta variable parecen esperar que el brote tenga un gran efecto, pero de corta duración en China, con muy poca repercusión en la economía mundial” subrayan desde Unigestion. Si tomamos como ejemplo el primer brote de SARS en 2002-03, el índice S&P 500 registró una rentabilidad del 14,59% seis meses después y, a los 12 meses, el selectivo se incrementó un 20,76%. Por ello, la gestora apunta a una reacción del mercado que dependerá de la gravedad del virus. No obstante, advierten que su magnitud en los mercados financieros y la economía global es “imposible de predecir en esta temprana etapa”, opinión en la que coinciden las gestoras.
Posibles escenarios
Aún así, los datos de AXA IM apuntan a que el impacto del coronavirus será, como mínimo, más del doble del que tuvo el SARS en 2003. La gestora ha rebajado su previsión de crecimiento para China del 5,8% al 5,6% y traza tres escenarios de cómo evolucionará la crisis. En el supuesto más positivo, con una contención rápida del virus y escasa difusión del mismo, “el resultado será de una reducción del crecimiento global de aproximadamente 0,25 puntos porcentuales, comparado con los 0,1 puntos porcentuales de 2003”, apuntan.
Por otro lado, en caso de que esta crisis se alargue en el tiempo y dure más de dos trimestres, el impacto estimado de la gestora llega a los 0,5 puntos porcentuales. “El comercio global se vería crecientemente perturbado, socavando las esperanzas de una recuperación tras el acuerdo comercial entre China y EE UU, particularmente en Europa”, advierten.
Por último, en el peor escenario posible y si se da una expansión sostenida más allá de las fronteras de China, el impacto global se incrementaría significativamente. “Un escenario sostenido de apagones de producción, restricciones de circulación y pérdida de días de trabajo podría provocar un impacto global de cuatro a cinco puntos porcentuales; teniendo como resultado una recesión global, ya que se espera actualmente un crecimiento del PIB mundial del orden del 3%, que requeriría de respuestas políticas en todos los países”, advierten desde AXA IM.
Sin embargo, pese a estas perspectivas, desde Fidelity recomiendan no dejarse llevar por el miedo ya que “no destaca precisamente por su capacidad para preservar las inversiones”. La gestora recomienda ser “consciente de los sesgos y gestionarlos y, además, reevaluar la cartera y comprobar si refleja unos principios fundamentales de inversión”. Para ello, lo importante es la diversificación, aseguran. Fidelity aboga por una mayor exposición a aquellos activos que se puedan beneficiar de la búsqueda de seguridad a medida que se extienda el virus y otros que estén posicionados para una rápida recuperación cuando las condiciones retornen a la normalidad.
Además, no conviene olvidar que los mercados pueden reaccionar de forma muy brusca ante posibles amenazas, pero también pueden estabilizarse rápidamente y terminar recuperándose. Por ello, “conviene no centrarse demasiado en las oscilaciones a corto plazo, por acusadas que puedan parecer, e invertir en empresas de calidad que puedan seguir generando rentabilidades duraderas a lo largo plazo”, subrayan desde Fidelity.