Un cisne negro, caídas generalizadas y una corrección, la conjunción de estos tres elementos hace inevitable que se reabra el debate que predominó a finales de 2018: ¿Vamos hacia una recesión o habrá recuperación? La crisis sanitaria del coronavirus continúa expandiéndose por Europa y América, mientras comienza a estar algo más controlada en algunas regiones de Asia. Esto ha hecho reflexionar a las gestoras, que confían en que el impacto sea temporal y que en los próximos dos o tres trimestres veamos una recuperación y normalización de los mercados, aunque acabemos con un crecimiento global menor.
Puede que hablar de recuperación tras el momento de pánico que sufrió ayer el mercado parezca irreal, pero los analistas insisten en que se mantenga las perspectivas a largo plazo. “El Standard & Poor’s 500 Composite ha caído al menos un 10% aproximadamente una vez al año, y un 20% o más aproximadamente cada seis años, según los datos de 1950 a 2019. Si bien los resultados del pasado no predicen los resultados futuros, cada descenso ha sido seguido por una recuperación y un nuevo máximo”, señalan desde Capital Group.
Desde la gestora recuerdan que las caídas del mercado son algo natural en el proceso de inversión. “Los mercados de renta variable han subido de forma constante en los últimos diez años, pero la historia nos demuestra que las caídas del mercado son inevitables en el proceso de inversión. La buena noticia es que las correcciones (es decir, caídas del 10% o más), los mercados bajistas (caídas del 20% o más) y otras perturbaciones del mercado no duran eternamente”, insisten.
En opinión de Daniel Seiler, responsable de multiactivos de Vontobel Asset Management, desde una perspectiva económica, la agitación que estamos presenciando ahora puede describirse mejor como un shock oferta que de demanda. “Si bien es cierto que parte de la demanda económica no se recuperará, la mayor parte de ella acaba de ser aplazada, por lo que es muy probable que se produzca una recuperación en forma de U durante los dos próximos trimestres. La demanda que se pierda por completo difícilmente moverá la aguja del crecimiento económico a largo plazo, especialmente si los efectos del virus se limitan a los sectores de la fabricación, el turismo y los viajes. Sin embargo, cuanto más tiempo permanezca el virus, mayor será la probabilidad de que afecte a la demanda y ensombrezca las perspectivas económicas a largo plazo”, explica Seiler.
Patrick Zweifel, economista jefe de Pictet AM, se muestra optimista y señala que, pese al shock de este primer trimestre, podremos ver un rebote este mismo año. “De hecho consideramos una recuperación en forma de “V” en mercados emergentes. Hay que tener en cuenta que habrá acumulación de demanda y que China hará lo necesario para asegurarse de que no haya perturbaciones importantes. Además, el saldo neto de los bancos centrales ha subido un 63%, el mayor nivel desde la crisis financiera mundial”.
En opinión de Zweifel, los riesgos solo retrasarán la recuperación y por ello la gestora sigue considerando que los mercados emergentes, en un entorno en el que el crecimiento sigue por debajo del potencial y la inflación baja, superarán a los mercados desarrollados. “Hay que tener en cuenta que es el consumidor impulsa el ciclo y que el mínimo en el sentimiento de los consumidores se dio en marzo de 2019, habiendo vuelto a niveles ligeramente por encima de neutral recientemente, a lo que siguió mejora de índices PMI. El impulso estaba siendo bastante sólido en todos los ámbitos, esencialmente en mercados emergentes antes de que el brote de coronavirus comenzara a perturbar las cadenas de suministro en China. Así, la media móvil de tres meses de inventarios de fabricación, ponderado por PIB de 30 países principales, ya había caído en enero a 46,9 -menos de 50 representa disminución de niveles -, mínimos desde finales de 2012 y la relación entre nuevos pedidos e inventarios aumentado considerablemente desde mínimos de octubre. Ese déficit es indicador avanzado que apunta a repunte de la actividad los meses siguientes”, argumenta.
¿Menor crecimiento o recesión?
Por ahora sabemos cómo están siendo las caídas y el impacto a largo plazo que tiene la crisis del coronavirus en los mercados, pero es difícil discernir si desencadenará una recesión o simplemente agudizará la ralentización que se esperaba. En este sentido las posturas sobre este cisne negro son diversas.
Por ejemplo, Seiler, de Vontobel, recuerda que “la curva de tipos de EE.UU. ha estado indicando durante un tiempo que una recesión ya no es una idea descabellada. A finales de 2019, una recesión en los EE.UU. tenía una probabilidad de aproximadamente el 25%. Esto ha aumentado a un tercio con el ataque del virus y es probable que estas cifras aumenten a corto plazo. Sin embargo, es cuestionable en qué medida. Si la tasa de infección en China es una guía, sabremos más dentro de unas semanas si el Covid-19 será el tan temido factor que empuja al mundo a una recesión total”.
Por su parte Philippe Waechter, jefe de investigación económica de Ostrum AM (NATIXIS IM), advierte: “La situación ha cambiado dramáticamente y unos datos de actividad económica que sean positivos ya no son una garantía de que la economía se mantendrá robusta, los datos asociados a los periodos pre-epidémicos ya no tienen valor”.
En cambio, el equipo de economistas de Schroders no habla de recesión, sino que ha rebajado sus previsiones de crecimiento global en respuesta a la amenaza de que el coronavirus haga fracasar la reactivación de la economía mundial. “Los indicadores económicos hasta enero siguieron mostrando una notable mejoría de la actividad, y las encuestas al sector empresarial señalaron un aumento de la producción y los pedidos. Sin embargo, la confianza en la sostenibilidad del repunte se ha visto socavada por la propagación del virus que ha golpeado duramente a China y que ahora amenaza al resto de Asia y Europa”, apuntan.
En respuesta, Schroders ha rebajado sus expectativas de crecimiento mundial para 2020 del 2,6% al 2,3%. Tal resultado haría que este año fuera el más débil desde 2009, el punto más crítico de la crisis financiera mundial. El impacto se concentra en la primera mitad del año, ya que la caída de la demanda y la interrupción de las cadenas de suministro se cobra su precio en la actividad. Es probable que Italia y Japón entren en recesión, mientras que se espera que la producción en Estados Unidos, que también se ha visto afectada por los problemas de Boeing, se haya estancado en el primer trimestre.
De nuevo, y como lleva una década ocurriendo, los inversores tienen puestos los ojos en los bancos centrales y en los gobiernos, de los que esperan algún tipo de medida que disipe la sensación de pánico. “La corrección está siendo severa y posiblemente la reacción de las bolsas excesiva, pero el evento que ha desencadenado las caídas genera una incertidumbre que convive mal con los activos de riesgo y difícilmente se solucionará de forma rápida. Esperamos algún tipo de medida conjunta y posiblemente coordinada por parte de bancos centrales y gobiernos en los próximos días, que servirá para evitar el contagio de una crisis de aversión al riesgo a una crisis de crédito”, concluye Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G.