El dato de crecimiento del 0,6% en el segundo trimestre, ha sido una sorpresa negativa: El propio Banco de España había pronosticado un 0,7, BBVA research un 0,8 y desde el Consejo General de Economistas también la repetición del 0,7%.
Este dato es el peor desde el segundo semestre del 2014. En términos interanuales el incremento es de un 2,7%, que supone también la peor cifra desde el cuarto trimestre del 2014.
Tal como anunciaban desde el Consejo General de Economistas el pasado mes, una de las claves de la ralentización del crecimiento es la pérdida de dinamismo del consumo privado, que solo aumentó el 0,2 % en el segundo trimestre, frenando ritmos de crecimientos anteriores (0,7% en el trimestre anterior). La pérdida de poder adquisitivo por el incremento de la inflación y la atonía de los salarios, unida al bajo nivel del ahorro de las familias que está en cifras mínimas de la serie histórica, (estiman que durante el 2018-2019 se mantendrá en estos niveles mínimos) y el estancamiento en el crecimiento de la población, hacen que el consumo se resienta.
No ayudan las exportaciones que sufren cierta ralentización en el primer semestre, por el bajo crecimiento de nuestro principal mercado, la zona Euro (0,4%), que salvo Alemania que crece al 0,5%, Italia y Francia lo hacen al 0,2%, subiendo el déficit comercial a raíz del repunte importador. Además, la escalada de las políticas proteccionistas está reduciendo el comercio mundial. Por otra parte la crisis de Turquía y la caída de su moneda, y el riesgo de contagio a otras economías emergentes, ya se está viendo en Argentina, no auguran buenos presagios.
Esta tendencia decreciente ya apreciada en meses anteriores nos revela un retroceso del sector exterior con respecto al ejercicio 2017 y tiene sus efectos en la evolución del incremento del PIB, donde el peso más relevante lo lleva el consumo privado y no el sector exterior como en años anteriores.
Previsiones para los años 2018-2019
En el caso del turismo, que también había sido un agregado importante en los últimos años para el crecimiento del consumo, ya crece por debajo del PIB. Este frenazo en absoluto es compensable por el buen tono del sector inmobiliario y el repunte de la construcción.
La inversión en bienes de equipo, que tuvo un buen comportamiento compensador en el segundo trimestre; ante su evolución muy volátil, podría reducirse en el trimestre en curso. Todo depende del grado de optimismo de los empresarios, que se empieza a resentir. Por ello, el Consejo General de Economitas siguen apostando por una caída del consumo, que podría cerrar el año en el 1,6% y por rebajar nuestras previsiones de crecimiento para 2018 al 2,5%.
En relación a la inflación, el Consejo General de Economistas mantiene sus previsiones del mes anterior para el ejercicio 2018 y 2019. En julio la variación interanual del IPC era del 2,2%, una décima menos que en junio. La evolución del precio del petróleo y el entorno mundial de posibles restricciones arancelarías son causas determinantes de este incremento. No obstante el consumo más moderado, ya comentado, y la tasa de los precios de consumo subyacente (eliminando productos energéticos) del orden del 1%, nos permiten estimar que la inflación a final de año no supere el 2%.
En cuanto al empleo, el Consejo General de Economistas mantiene sus previsiones en torno al 15% ya que, a pesar del incremento del número de contratos de trabajo experimentado en los meses estivales de julio y agosto, se trata en su mayoría de contratos temporales.
Mientras, el bono español, pese a todo, se mantiene fuerte en comparación con el bono italiano que sobrepasa ya el 3,15%. Seguimos apuntando como problemas graves: el continuo aumento de la deuda pública, la bajada de la guardia en el control del déficit y las cuentas de la Seguridad Social (el aumento del 5% de su carga, es alarmante, más aún cuando se espera la moderación en la creación de empleo).