De China llegan imágenes poco habituales que muestran el descontento de la población ante la presión que ejerce la política cero COVID en sus vidas. En los últimos días, estas protestas parecen haber provocado una ola de inquietud también en los mercados financieros. Según observan los expertos, el Hang Seng de Hong Kong cayó un 1,6%; el FTSE 100 abrió a la baja tras las protestas en China y los volúmenes de ventas del llamado Black Friday se mantuvieron, pero las acciones minoristas retrocedieron en las primeras operaciones del día.
“Las olas de protestas sin precedentes en China han provocado una oleada de inquietud en los mercados financieros, a medida que aumenta la preocupación por las repercusiones en la segunda economía del mundo. A medida que las manifestaciones se extienden por todo el país, desde Pekín hasta Xinjiang y Shangai, reflejando el creciente enfado por la política de cero COVID, una recuperación sostenida de la demanda en todo el vasto país parece aún más lejana. Esto ha provocado una nueva presión a la baja sobre el precio del petróleo, con el crudo Brent cayendo a 81 dólares el barril, el nivel más bajo desde principios de enero”, apunta Susannah Streeter, analista senior de inversiones y mercados de Hargreaves Lansdown.
En su opinión, esta circunstancia hace que se desvanezcan las esperanzas de una flexibilización de las restricciones, “dado que Xi JinPing no querrá dar la impresión de estar retrocediendo ante las protestas”, matiza Street. Según el último Market Flash de Edmond de Rothschild AM, el impacto de las protestas va más allá: “En China, las medidas de estímulo se ven socavadas por las restricciones sanitarias en medio de una explosión de casos de Covid. En Pekín se han cerrado escuelas y comercios, en Guangzhou se han introducido medidas de confinamiento y se ha lanzado una campaña de análisis de la población. A falta de un programa de vacunación a gran escala, el consumo y la actividad seguirán bajo presión durante el invierno”.
En este sentido, David Townsend, Managing Director of EMEA Business del Grupo Value Partners, pone el foco en las últimas medidas tomadas por el gobierno chino para reforzar su economía. “Se ha producido un cambio drástico en el sentimiento del mercado durante las dos últimas semanas, ya que los responsables políticos de China han dado rienda suelta a diferentes conjuntos de políticas de apoyo a los promotores inmobiliarios privados. Además, si bien el país sigue manteniendo su retórica sobre la política dinámica de cero cotas, también dio a conocer medidas para afinar la política. Estas medidas, junto con las cifras del IPC en EE.UU. del mes pasado, que fueron inferiores a las esperadas (y que despertaron nuevas expectativas de giro de la política monetaria en EE.UU.), han estimulado un fuerte impulso de riesgo en el mercado bursátil chino”, explica Townsend.
Según su valoración, estos cambios políticos positivos han justificado el reciente repunte bursátil y reflejan el firme y continuo compromiso de China de centrarse en el crecimiento económico. Dejando a un lado el impacto puntual de las protestas, Townsend destaca que, desde el punto de vista de las valoraciones, a pesar del reciente repunte, las valoraciones bursátiles siguen siendo convincentes. “El índice Hang Seng sigue cotizando en torno a 7 veces el precio de mercado, lo que sigue siendo muy inferior a su media de los últimos 10 años, que es de 11 veces. Del mismo modo, el índice MSCI China cotiza a un PE de casi 10,6 veces, que está por debajo de la media de 10 años de 13 veces.1 Esto indica que todavía hay un amplio margen de subida”, argumenta.
¿Salirse o entrar en el mercado chino?
Según el equipo de análisis de la agencia de valores española Portocolom AV, es indudable que las noticias y los últimos datos de actividad que llegan del gigante asiático, con un Partido Comunista Chino intentando evitar la primera gran crisis de crecimiento en 50 años, apuntan a una ralentización generalizada de la economía china en octubre de 2022, pero destacan que los inversores tienen la esperanza de que uno de los catalizadores para los mercados en 2023 será la reapertura comercial de China, toda vez que las autoridades consideran que los riesgos son cada vez menores y no puede haber bloqueos para siempre. “Sin embargo, tan solo unos días después de que el gobierno central hiciera un llamamiento para que se tomaran medidas menos restrictivas y más específicas, nos encontramos con que el pasado lunes se registraron 27.307 casos nuevos de COVID-19 en China, apenas unos casos por debajo del récord anterior de abril, y se produjeron también los primeros fallecimientos. Es probable que estas nuevas medidas de relajación se tomen en base a la presión que las nuevas infecciones ejerzan sobre el sistema de salud chino, pero no debería sorprendernos en el corto plazo, ahora que empiezan los meses más fríos del año, un aumento del número de infecciones”, explican los analistas de Portocolom AV.
Para Nigel Green, CEO de deVere Group, pese a que “los mercados bursátiles mundiales están asustados mientras estallan las protestas en toda China, los inversores deberían posicionarse ahora para un fuerte rebote más pronto que tarde”. Según destaca, el Hang Seng cayó más de un 4% a primera hora del lunes, otros mercados asiáticos también bajaron en general, y el yuan terrestre se debilitó hasta un 1%, el máximo desde mayo. Mientras tanto, los mercados europeos retrocedieron en la apertura y los futuros de las acciones estadounidenses cayeron, con los futuros del Dow bajando un 0,3%, el S&P 500 bajó un 0,5%, mientras que los futuros del Nasdaq cayeron un 0,6%.
“Los mercados se han asustado por las últimas medidas anti-Covid de China, pero cuando se levanten, tanto los mercados nacionales como los internacionales experimentarán un rebote significativo. Muchos inversores mirarán hacia adelante y posicionarán sus carteras ahora para la reapertura. Buscarán aprovechar la transición del país de una economía de exportación a una de consumo, que será más sostenible. Asimismo, el creciente número de adquisiciones de marcas, redes de mercado y tecnologías extranjeras por parte de China será otro factor de atracción para los inversores globales, al igual que la continua urbanización y la reforma de las empresas estatales, que podría acabar con los monopolios. La primera fase de la reapertura total va a ser complicada, pero liberados de los bloqueos, es probable que el rebote de los mercados sea espectacular», argumenta Green.
Perspectivas para 2023
En opinión de Paul O’Connor, director de multiactivos de Janus Henderson, China ha tenido este año un comportamiento muy diferente al resto del mundo: no han tenido inflación, las autoridades siguen aplicando la política cero COVID y han tenido serios problemas con el sector inmobiliario, que creemos que persistirán en 2023. “Creemos que el comportamiento del país todavía será un lastre a la economía mundial en el primer semestre, pero que en el segundo semestre, a medida que se vaya abandonando la política covid cero, el comportamiento de la economía china será positivo«, afirma O’Connor.
“El crecimiento del PIB de China en el tercer trimestre sorprendió al alza con un 3,9% interanual. Esto nos llevó a revisar nuestra previsión de crecimiento hasta el 3,2% para 2022 (desde el 2,7% anterior). Sin embargo, dados los repetidos brotes de Covid y los continuos problemas en el sector inmobiliario, que probablemente se extiendan también a 2023, revisamos a la baja nuestras perspectivas para 2023 hasta el 4,8%. Esperamos que la economía de China se mantenga en una senda irregular (se han registrado nuevos cierres de Covid en las principales ciudades) y que el sector inmobiliario mejore sólo gradualmente”, señala Christoph Siepmann, economista senior en Generali Investments.
Por último, Clément Inbona, Fund Manager de la gestora francesa La Financière de l’Echiquier, avisa de que el crecimiento previsto en 2022 es de tan solo el 3,3 %, cifra que supone la tasa más baja de los últimos 40 años; “por lo tanto, el motor chino de la economía mundial se ralentiza peligrosamente”. Según Inbona, el gigante asiático se enfrenta actualmente a una crisis multidimensional con numerosas implicaciones que la convierten, sin duda, en la más compleja desde la etapa maoísta.
“En el plano político, el XX Congreso del Partido Comunista chino desembocó en una concentración autocrática del poder. Las llaves del país se encuentran ahora en las manos de un solo hombre, Xi Jinping, que se ha rodeado exclusivamente de los más fieles entre los fieles. Respecto al sector inmobiliario, afectado inicialmente por la crisis de las promotoras, está viendo cómo los precios de la vivienda suman un mes tras otro de caídas. Así pues, la columna vertebral de la economía china —casi una cuarta parte del PIB y el 70% del patrimonio de los hogares chinos— no deja de tambalearse. Y en el plano sanitario, el país se enfrenta a una oleada de COVID-19 de una magnitud inédita. Aunque el gobierno ha suavizado recientemente su política de tolerancia cero contra el COVID, la lógica sigue siendo la misma: tomar medidas radicales desde la aparición de los primeros casos, sin importar el coste económico o social”, concluye sobre sus principales retos.