El Tesoro Público de España ha aprovechado la buena situación que vive el mercado de deuda para emitir un bono a 50 años, un tipo de papel que nunca se había vendido en el país, y ha colocado 1.000 millones de euros entre inversores privados con un cupón anual del 4%. Por primera vez en su historia, ha conseguido así una financiación muy a largo plazo, y con unos tipos muy razonables, por lo que los expertos la califican de éxito.
“La emisión de 1.000 millones de euros en el plazo de 50 años se puede considerar como un enorme éxito para el Tesoro Público y es claro ejemplo de la confianza de los inversores nacionales e internacionales en la deuda pública española”, comenta Bas Fransen, jefe de Mercado de Capitales en Caja de Ingenieros.
El momento para obtener financiación barata es el ideal, según los expertos, puesto que el bono a 10 años se paga a una rentabilidad del 2,2%, en mínimos históricos y por otro lado la demanda de deuda periférica en el actual entorno de tipos de interés muy bajos sigue siendo elevada. Así pues, alta demanda y bajas rentabilidades exigidas permiten al Estado español este tipo de financiación. Además, recuerda Fransen, el mercado está a la expectativas de posibles declaraciones sobre nuevas medidas monetarias del BCE en su reunión del próximo jueves, que podrían rebajar aún más las rentabilidades.
¿Para qué tipo de inversores?
Además de unas favorables circunstancias, el Tesoro podría haber realizado esta emisión a petición de algunos inversores institucionales con necesidades de inversión a muy largo plazo como por ejemplo aseguradoras y gestoras de fondos de pensiones, explica Fransen.
Los estados aprovechan con emisiones de más largo plazo que les dan mucha tranquiidad, y a tipos muy moderados, si bien atractivos para los inversores en este entorno de tipos cero. La duda es si en el futuro, dentro de 30 años, un cupón del 4% será suficiente para batir a la inflación o serán necesarias mayores rentabilidades para mantener el poder adquisitivo. Además, siempre hay que tener en cuenta el riesgo de tipos de interés que conllevan emisiones tan largoplacistas. Con todo, esas emisiones pueden encajar en inversores con un perfil de muy largo plazo, como los fondos de pensiones con ese plazo que puedan esperar a vencimiento y cobrar el principal (además de haber acumulado los cupones); pero aquellos inversores que no puedan esperar a vencimiento deben tener en cuenta el riesgo de tipo de interés -además del riesgo crediticio del Estado español- a lo largo de 50 años y la potencial evolución de los precios del activo, considerando la posibilidad de afrontar pérdidas si venden antes de la fecha de vencimiento.
¿Una tendencia duradera?
El experto recuerda que “no muchos países han lanzado emisión tan largas, y además se ha realizado a una rentabilidad muy razonable, ligeramente inferior al 4%, un nivel que hace sólo dos años correspondía a una emisión de Letras de Tesoro a 12 meses”. Ahora, las letras del Tesoro cotizan en el secundario en algunos casos en terreno negativo, razón por la que el Gobierno ha cambiado la ley para que los inversores minoristas, al acudir a las subastas, no pierdan dinero.
El año pasado el Tesoro sopesó también la idea de vender un bono a 50 años, pero finalmente optó por una subasta sindicada a 30 años que celebró en octubre y en la que colocó 4.000 millones de euros en bonos de los más de 10.600 que demandaron los inversores. Dado el éxito de estas subastas a 30 años y de las emisiones de bonos ligados al IPC europeo -un instrumento que también empezó a usar el Tesoro en 2014 por la buena situación de los mercados-, ha optado finalmente por dar un paso más y arriesgar con un bono a 50 años, un papel que nunca se había emitido antes.
Y es que los inversores están demandando este tipo de papel… y los estados aprovechan la tendencia. Una tendencia que, de continuar los tipos en los actuales niveles, podría seguir en Europa, tanto a nivel público como privado. Sin ir más lejos, Portugal ha realizado una nueva emisión de deuda 15 años.