Tras un año especialmente político, las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos centran buena parte de la atención del mercado. De hecho, tras la inesperada decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, los inversores parecen más preocupados por el resurgimiento del proteccionismo en todo el mundo y las posibles consecuencias que dicha situación imprimiría en los mercados financieros.
El escenario básico para Lombard Odier es una victoria de Clinton, a tenor de las encuestas posteriores a los dos debates que han enfrentado a ambos candidatos. Sin embargo, dado que un proceso electoral no puede preverse con precisión, la firma analiza también las consecuencias de una posible victoria del partido republicano.
En este sentido señalan que el carácter perturbador de una posible presidencia de Trump lo convierte en un aspecto crucial desde el punto de vista del posicionamiento de las carteras. “Podría implicar el final de tendencias altamente consolidadas, como la búsqueda de rentabilidad y la estabilización de los mercados emergentes, en función de su capacidad para aprobar sus propuestas más radicales”.
Escenario más probable: victoria de Clinton
La victoria de Clinton implicaría el fortalecimiento y la ampliación de la ley de cuidados de la salud (Obamacare), legislación sobre salario mínimo y una atención permanente a las energías renovables y restricciones a la perforación, lo cual podría pesar sobre los sectores farmacéutico, de consumo cíclico (restauración/comercio minorista), energético(concretamente, ámbito del esquisto bituminoso) y de servicios públicos de suministro(normas más estrictas sobre eficiencia y emisiones de carbono). Aunque ya se descuenta en cierta medida, tal y como evidencia el rendimiento relativo por sectores, es posible que dichas presiones aumenten si Clinton resulta finalmente elegida.
Uno de los objetivos políticos clave de Clinton es un programa de infraestructuras a gran escala. Sin embargo, según Lombard Odier, es probable que una victoria de Clinton venga acompañada de un gobierno dividido. “Por lo tanto, las expectativas sobre el alcance definitivo de dicho programa están abocadas a defraudar”, aseguran. “Además, el programa debería financiarse, al menos parcialmente, aplicando un tipo impositivo mayor a las franjas de mayores ingresos y al patrimonio, en un intento de limitar su impacto sobre el déficit público estadounidense”.
En lo relativo a la inflación, “podrían surgir ciertas presiones con motivo de la introducción de un salario mínimo”. Aunque también en este caso es probable que la división política evite la aplicación generalizada de una ley al respecto, no puede descartarse una adopción paulatina a escala federal y estatal. “Si no cambian las circunstancias, consideramos que una victoria de Clinton podría resultar positiva para las tasas de inflación implícita y nominal, pero no tanto como para generar una tendencia significativa en el mercado de valores del Tesoro”.
En conclusión, Lombard Odier, que sigue barajando la victoria de Clinton como caso básico y la consiguiente continuidad política con respecto a la administración Obama, no espera mayores efectos en cuanto al rumbo del mercado. “De hecho, se revertiría la evolución de los pocos cruces que han comenzado a descontar una victoria de Trump. Por ejemplo, el alza del dólar estadounidense con respecto al peso mexicano (el reflejo más claro del aumento del riesgo de que gane Trump) se desvaneció tras el primer debate.
Escenario menos probable: victoria de Trump
En primer lugar, una victoria de Trump se traduciría en primas de riesgo más elevadas, tanto en EE.UU. como en otros países, dada la incertidumbre que rodea su programa político y los cambios políticos de calado que implica. Una victoria de Trump, unida a que los republicanos conserven su mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, facilitaría la aprobación de sus principales promesas.
En ese contexto, es probable que los valores del Tesoro se beneficien en un primer momento de los flujos hacia activos seguros. A medio plazo, sin embargo, una vez que se calme la situación, habrá numerosos aspectos del programa de Trump que impulsarían los rendimientos estadounidenses al alza, en especial el aumento del déficit público (con inversiones en infraestructuras y rebajas de impuestos no financiadas por un aumento de los ingresos), el nombramiento de un presidente de la Reserva Federal con una actitud más restrictiva que sustituiría a Janet Yellen y la presión alcista sobre los salarios, así como la inflación importada debido a los obstáculos a la inmigración y el comercio. “Es posible, por tanto, que la tasa de inflación implícita aumentara de forma más significativa”.
La política comercial, ámbito en donde se concentran las propuestas más radicales del candidato Trump, será clave para los mercados de divisas. Existe un gran debate sobre lo que Trump haría realmente si resultara elegido. Dicho esto, el presidente de EE.UU. cuenta con amplias facultades conforme a las leyes vigentes para imponer unilateralmente barreras significativas al comercio internacional. “Unos mayores estímulos fiscales, la repatriación y el proteccionismo deberían resultar positivos para el dólar estadounidense, en particular con respecto al peso mexicano y el renminbi”, sugiere el informe de Lombard Odier.
De hecho, el candidato republicano se refirió a México y China expresamente cuando sugirió que introduciría cambios radicales en los acuerdos comerciales con dichos países mediante la aplicación de aranceles a la importación del 35% y del 45%, respectivamente. Es probable que se acentúen la volatilidad y las pérdidas de estas monedas (China podría responder poniendo fin a su intervención en los mercados cambiarios) y que se extiendan —al menos, parcialmente— al resto del espacio emergente.
En los mercados de renta variable, tras un brote de volatilidad inicial, una reducción del tipo impositivo del impuesto sobre sociedades (de un 35% a un 15%) resultaría favorable. Por sectores, los principales temas de la campaña de Trump sugieren buenos resultados para las grandes farmacéuticas (derogación de Obamacare), los títulos financieros (desmantelamiento de la ley Dodd-Frank), las empresas del sector de materiales (imposición de aranceles al acero chino e inversión en infraestructuras), las empresas de energía tradicionales (respaldo a la producción de energía y liberalización de las exportaciones) y los valores de tecnologías de la información (oferta de amnistías fiscales para la repatriación de beneficios obtenidos en el extranjero). “Es probable que las expectativas de un impulso para la economía nacional, aunque breve, se traduzcan en rentabilidades relativas positivas para la renta variable estadounidense, concretamente con respecto a los mercados emergentes”, afirman.
En cuanto a la renta fija privada, es probable que el aumento de los costes de financiación se viera contrarrestado por la reducción del impuesto de sociedades. A pesar del elevado apalancamiento, la cobertura de los gastos por intereses debería, por tanto, ser suficiente para evitar un aumento de los impagos.
Por último, en lo relativo a las materias primas, puede que el oro se beneficiara en un primer momento del interés de los inversores en el marco de un episodio de aversión al riesgo, si bien es probable que la evolución de dicho metal precioso se viera limitado por el aumento de los tipos de interés en Estados Unidos. En cuanto a los precios del petróleo, las posturas opuestas de ambos candidatos en torno al sector del esquisto bituminoso (Clinton aboga por una mayor regulación y Trump ofrece escaso respaldo a las fuentes de energías renovables) ilustran situaciones para la producción en Estados Unidos muy diferentes. Dado que Estados Unidos es el productor «variable», es probable que se redujeran los precios del petróleo en caso de que Trump alcance la presidencia y se incentive la inversión en esquisto bituminoso.
A modo de conclusión, si bien una victoria de Clinton no modificaría de manera significativa las tendencias actuales del mercado, una victoria de Trump pondría en duda los dos factores más importantes que determinan actualmente la evolución de los mercados financieros. La subida de los tipos nominales y el aumento de la pendiente de la curva de rendimientos cuestionarían la viabilidad del enfoque de búsqueda de rentabilidad. Además, el aumento del proteccionismo pesaría sobre la estabilización de los mercados emergentes, justo cuando estas economías comienzan a recuperarse. Por tanto, no debería subestimarse la importancia del resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.