Cuando oímos hablar sobre las políticas monetarias llevadas a cabo por el banco central de un país, podemos pensar en ello como algo lejano a nosotros y a nuestro día a día. La realidad es todo lo contrario.
Los bancos centrales son instituciones públicas que gestionan la moneda de un país o de un grupo de países (como es el caso del Banco Central Europeo (BCE) en la zona euro) y que controlan la oferta monetaria, es decir, la cantidad de dinero que está en circulación. El objetivo principal de muchos bancos centrales es la estabilidad de precios. Para ello, trabajan en asegurar que la inflación sea baja, estable y predecible.
Entre las otras funciones de los bancos centrales se encuentran la de emitir moneda, asegurar el buen funcionamiento de los sistemas de pago para los bancos comerciales, gestionar las reservas en moneda extranjera (divisas), y la de supervisar a los bancos comerciales.
Las decisiones de los bancos centrales tienen un fuerte impacto en nuestra vida, en nuestra economía personal y en nuestro día a día. Un ejemplo de lo anterior son las subidas de tipos de interés que están ya aplicando algunos de ellos, como la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), o las que va aplicar el Banco Central Europeo a partir de julio, para frenar la elevada inflación que estamos sufriendo.
Esta inflación es consecuencia principalmente del incremento del precio de las materias primas fosiles (del gas natural y petróleo), precios que ya venían subiendo con carácter previo al inicio de la guerra en Ucrania y que este conflicto ha agravado severamente, al condicionar y encarecer el suministro de esos combustibles fósiles.
La inflación tiene consecuencias muy negativas para los ciudadanos. Por ejemplo, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y, consecuentemente, de la capacidad de compra que tienen las personas. Además, la pérdida de valor de su ahorro.
Los bancos centrales pueden llevar a cabo dos grandes tipos de políticas monetarias. Por un lado, estarían las políticas expansivas, que incluyen todas las medidas que permiten que aumente la cantidad de dinero que circula en una economía. Opuestas a las anteriores son las políticas restrictivas, que están dirigidas a reducir esa cantidad de dinero.
Dos de los instrumentos habitualmente utilizados por los bancos centrales para las políticas expansivas, son la bajada de los tipos de interés y/o la bajada del coeficiente de caja o de reservas bancarias, es decir el porcentaje de dinero que mantiene una entidad financiera en sus reservas líquidas en el banco central de su país.
Si un banco central baja los tipos de interés, o si los mantiene bajos, será más barato pedir dinero prestado a los bancos. Si esto ocurre, lo normal es que las personas tendamos a endeudarnos más, y con ese dinero comprar más bienes y servicios. Asimismo, el abaratamiento del crédito permitirá a las empresas tener un mejor acceso a la financiación. Por lo tanto, facilitará su actividad y podrán invertir en nuevos proyectos y crear empleo.
Otra manera que tendrían los bancos centrales de aumentar la base monetaria es imprimir dinero, que normalmente se hace para pagar el déficit público o para comprar deuda privada. Con ese dinero nuevo pueden también aumentar el consumo y la inversión.
Las políticas expansivas deben aplicarse con cuidado, porque un aumento muy acusado de la cantidad de dinero en circulación generaría inflación, subiendo los precios de los bienes y servicios y disminuyendo el poder adquisitivo de los ahorros de las personas.
Políticas restrictivas
En cambio, actualmente nos encontramos en un momento de aplicación de políticas restrictivas, como respuesta para frenar la alta inflación que padecemos. Los bancos centrales intentan reducir la inflación con políticas restrictivas, como, por ejemplo, subiendo los tipos de interés y el coeficiente de reservas bancarias.
Cuando esto ocurre, la actividad económica se suele contraer, desacelerándose o incluso entrando en recesión. Los créditos se encarecen y, por lo tanto, el consumo se retrae. En cambio, obtendremos una rentabilidad más alta por colocar en depósitos o cuentas corrientes nuestros ahorros.
En mayo, la inflación en España se ha situado en el 8,7%, y la media de la Unión Europea en el 8,1%. La actual previsión es que la inflación de la eurozona se situé en el 6,8% a cierre de 2022 (Eurostat), y en el 7,2% en España (Banco de España).
Los bancos centrales han comenzado a dar respuesta a esta elevada inflación. El Banco Central Europeo (BCE) elevará, el 21 de junio, los tipos de interés oficiales del 0% al 0,25%. Además, se han anunciado otras probable subida de otro 0,50% para septiembre. Incluso se prevé una tercera subida de tipos en octubre. El objetivo de estas subidas de tipos es reconducir la inflación hasta que se sitúe en una tasa del 2% en la Unión Europea. Según las previsiones del Banco Central Europeo, la inflación se reducirá al 3,5% en 2023 y al 2,1% en 2024.
En Estados Unidos la última subida de tipos de la FED, el 14 de junio, los ha incrementado en un rango entre 0,50% y 0,75%, hasta situarlos en un rango entre el 1,5% y el 1,75%. Se prevé que continúen subiendo hasta alcanzar el 2%.
En conclusión, lo que deciden los bancos centrales afecta de forma muy directa en nuestro día a día y a nuestro modo de vida. Sus decisiones determinan la evolución de variables como el crecimiento de la economía, la creación de empleo o la estabilidad de la moneda, además de otras cuestiones cotidianas, como la mayor o menor facilidad para pedir un préstamo en el banco, la rentabilidad que podemos sacar a nuestros ahorros y la subida del precio de los alimentos, ropa…