El euro se desploma y, por primera vez en 20 años, su valor se equipara al del dólar, en un contexto económico de incertidumbre que cada vez más hace temer una posible recesión. Pero ¿qué significa que el euro y el dólar estén cerca de la paridad? ¿qué implicaciones tiene para la eurozona?
Cuando una moneda se aprecia como está sucediendo con el dólar, se pueden comprar más cosas con ella fuera de las fronteras. Al contrario, cuando una moneda pierde valor, no se puede comprar más. “En sencillo, la paridad euro dólar significa que los consumidores que tienen dólares podrán comprar más cosas que se venden en euros”, aclara Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB.
¿Por qué hemos llegado a esta situación?
En lo que va de 2022, el euro acumula una depreciación de alrededor del 10%, según el experto del IEB, esta debilidad responde principalmente a dos razones: el temor a la recesión y el diferencial de tipos con Estados Unidos.
Según describe García del Barrio, los temores de recesión en la zona euro se han agudizado en las últimas semanas ante la reducción del suministro de gas ruso a Alemania. Además, el mercado teme un corte total de los envíos. “Esta situación provocaría energía más cara y riesgo de cortes de suministro, elementos que abren la puerta a una recesión”, aclara.
Por otro lado, el dólar se está fortaleciendo ante la política monetaria más agresiva de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) frente al Banco Central Europeo (BCE), que aún no ha subido los tipos de interés mientras que el banco central estadounidense ya lo ha hecho en tres ocasiones.
¿Qué efecto tiene sobre la economía de la eurozona?
Las tensiones con las que cotiza el euro tienen su impacto directo en el mercado de bonos, las primas de riesgo y la inflación, por lo que podemos ver fragmentación en los mercados. Ante este escenario, el experto del IEB considera que el BCE tendrá que ajustar su estrategia para limitar el riesgo de fragmentación financiera en la eurozona.
Además, señala que este debilitamiento no ayudará a frenar la inflación en Europa, que se encuentra disparada, ya que, aunque se mejore la competitividad exportadora en Europa, la mayoría de las materias primas se pagan en dólares, por lo que serán más caras para los que tenemos euros. «Si no tuviéramos el grave problema inflacionista que tenemos en Europa y especialmente en España un euro débil no sería tan grave, puesto que ayuda a vender mejor en el exterior, ya que nuestros productos resultan más competitivos en precio cuando nuestra divisa se devalúa. Y lo mismo se puede decir del turismo», apunta Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de Nextep Finance.
Las consecuencias de su debilitamiento podrían, según apunta García del Barrio, resumirse en cuatro:
Materias primas más caras en Europa: los europeos tienen que pagar más, por ejemplo, por las materias primas, cuyo precio se fija en dólares, y en un momento en el que el petróleo y el gas están disparados. Por otro lado, las empresas estadounidenses pueden verse perjudicadas porque sus productos se vuelven más caros para los compradores extranjeros.
Más presiones inflacionistas: para la economía de la eurozona, una moneda más débil tiende a ser estimulante, especialmente para la balanza comercial de Alemania. Sin embargo, dada la actual crisis energética y la presión de la inflación interna sobre el consumidor dentro del bloque económico, García del Barrio explica que una mayor depreciación del euro no hará sino lastrar aún más las condiciones de crecimiento y aumentar la presión sobre la inflación.
Trasvase de capitales de Europa a Estados Unidos: el alza de tipos en EE. UU. ha elevado las rentabilidades de la deuda estadounidense al 3%, lo que atrae a los inversores que buscan mayores rendimientos.
Exportaciones más baratas en Europa: se produce una situación donde las exportaciones son más baratas y las importaciones más caras en Europa. Para las empresas norteamericanas la fortaleza de su divisa supone importar también inflación en un momento en el que el riesgo para el crecimiento viene generado, precisamente, por el comportamiento al alza de los precios.
Según aclara Miguel Camiña, ceo y cofundador de Micappital: “Un dólar fuerte hace que nos cuesten mucho más las importaciones de productos en dólares, cercano al 50% de todas las importaciones que hacemos. Pero, por otro lado, también hace más atractiva la exportación de productos en euros a Estados Unidos, aunque estas exportaciones son más reducidas. Lo que está claro es que no será positivo para el control de la inflación, ya de por sí disparada. Al pagar más por todos los productos que importamos en dólares, esto se ve reflejado en los precios, incrementando aún más la subida de estos que ya estamos viendo”.
¿Podemos los ciudadanos beneficiarnos?
En este entorno, según explica Camiña, es una buena oportunidad estar invertido a nivel mundial, incluso hacer aportaciones periódicas aprovechando la volatilidad que estamos viendo en 2022. “Es verdad que el dólar ha cogido poder frente al euro, pero por eso es fundamental no olvidar la importancia de la diversificación en este entorno inestable. No vemos que haya que salir corriendo de Europa, es verdad que nuestras importaciones se encarecen bastante, pero también somos más atractivos para que nos compren productos y servicios desde Estados Unidos”, argumenta.
Para el experto, una buena cartera de fondos internacionales, que se complementen entre sí, con distintas estrategias, y que invierta en diferentes zonas geográficas, es una forma de estar tranquilo. “La labor del inversor en este entorno es mantener la rutina de inversiones periódicas, estar pendiente y controlando que esa diversificación sea la adecuada y estar siempre invertido en productos de máxima calidad. Lo más importante en estos momentos es no dejar que nuestras emociones tomen las decisiones de inversión, aplicar el sentido común y mirar a largo plazo”, recomienda.