Durante las primeras presentaciones sobre perspectivas para 2022, las gestoras han dejado claro que la inflación, los bancos centrales y China serán los grandes protagonistas. Ahora bien, también han definido algunas de sus principales ideas de inversión para navegar un año que promete seguir teniendo la gestión de la pandemia y de la evolución de las variantes del coronavirus como principal riesgo.
Desde DWS apuestan por las estrategias multiactivo para un entorno, que consideran, marcado por la inflación. Pero no es su única idea, también apuestan por las inversiones alternativas para generar perfiles de rentabilidad/riesgo atractivos. “Las inversiones en tipos de interés están perdiendo visiblemente su papel como herramienta de diversificación para las inversiones en renta variable”, afirma Björn Jesch, Global Head Multi Asset and Solutions de DWS. El experto considera que su función de amortiguación durante los retrocesos del mercado de renta variable se ha reducido considerablemente: “Tenemos que buscar otras clases de activos para controlar el riesgo en una cartera y estar preparados para las sorpresas”.
En opinión de Jesch, dependiendo de cómo se comporten el crecimiento y la inflación, las diferentes clases de activos juegan con sus puntos fuertes. Como regla general, el experto explica que, en épocas de aumento de la inflación, las acciones value y las empresas de infraestructuras que cotizan en bolsa o las materias primas son las grandes beneficiadas porque tienen una alta correlación con la inflación. Por el contrario, los valores growth y los valores inmobiliarios cotizados tienen más probabilidades de beneficiarse cuando el crecimiento repunta y la inflación disminuye. Las inversiones alternativas líquidas, como las empresas de infraestructuras cotizadas o las materias primas, son especialmente adecuadas para protegerse de una inflación sorprendentemente alta. “Las carteras deben ampliarse significativamente para responder bien a los retos que los mercados pueden deparar a los inversores”, afirma.
Por su parte, su compañera Jessica Hardman, Head of European Real Estate Portfolio Management de DWS, señala directamente al mercado inmobiliario en concreto en la vivienda asequible y sostenible y en la nueva generación de oficinas de primera categoría. “El sector inmobiliario como clase de activo sigue siendo atractivo en un entorno de rentabilidades reales cercanas o inferiores a cero”, ha añadido Hardman. Hay dos tendencias especialmente prometedoras: en el mercado residencial, la tendencia hacia las viviendas asequibles y sostenibles; y en el mercado de oficinas, la tendencia hacia las oficinas modernas y respetuosas con el medio ambiente que satisfacen las necesidades de la próxima generación (Next Gen Prime Office).
Desde BNY Mellon IM explican que tanto en renta fija como en renta variable será necesario dejarse llevar más por el análisis fundamental de las empresas y de cada clase de activo, que pensar en una asignación por regiones o áreas geográficas. “En 2022 seguimos apoyando las estrategias temáticas. Por ejemplo, una de ellas es en torno a la tecnología blockchain. Vemos mucho interés por parte de los inversores por participar en el crecimiento de esta tecnología, ya que mira más allá de las criptomonedas y permite abordar todas las oportunidades de un mercado que, según nuestra previsiones, tiene un potencial de crecimiento de 40 billones de dólares para 2030”, señala Ralph Elder, director general de BNY Mellon Investment Management para Iberia y Latam.
Otra de las ideas de BNY Mellon IM para el próximo año es analizar bien las estrategias basadas en los dividendos. “Si bien en 2020 sufrieron mucho, se han ido recuperando y sus perspectivas son buenas. En un 2022 que tendrá algo más de volatilidad, por la inflación y China, los dividendos pueden dar estabilidad”, afirma Elder. Por último, por clase de activos, el responsable de la gestora para Iberia y Latam se muestra más partidario de apostar por los sectores con crecimiento estructural, como la tecnología, en el caso de la renta variable; mientras que en renta fija prefiere activos como los bonos sostenibles.
Para Amundi, los inversores deberán empezar el año siendo “ligeros” en términos de exposición al riesgo e ir recalibrandolo a lo largo del año. En el caso de la renta fija, la gestora apuesta por ampliar el espectro de clases de activos en un entorno de inflación estructuralmente más alta y considerar los dividendos de la renta variable, activos reales, bonos de mercados emergentes con un enfoque en duración corta y, en general, áreas que ofrezcan yields más altos con riesgo de duración relativamente bajo, como el crédito subordinado y préstamos; así como el crédito con mayor duración y/o donde los diferenciales sean demasiado ajustados se verán afectados.
Según su documento de perspectivas de inversión para 2022 esto significa que los inversores deben resistir la tentación de ir a duraciones largas después del primer tramo de subida de yields nominales. “Los movimientos de curva, las divisas y oportunidades entre regiones surgirán en un mundo de políticas monetarias divergentes. Un enfoque sin restricciones en renta fija seguirá siendo la regla del juego”, afirman.
Respecto a la renta variable, su propuesta camina por esta misma línea: “Jugar la renta variable con un enfoque en las áreas menos ajustadas”. Por último añade algo en lo que coinciden todas las gestoras: exposición a los factores ESG, ya que muy probablemente tendrán un impacto material en el binomio riesgo/rentabilidad.
Dejando a un lado ideas concretas, las gestoras coinciden en que será necesario apostar por carteras diversificadas, ya que la salida recuperación económica tras la pandemia y los riesgos que aún persisten -en especial China y las mutaciones del virus del COVID- puede marcar una senda de dispersión entre los activos.
“Creemos que un enfoque diversificado de la renta fija que permita cierta capacidad de venta en corto es prudente para navegar por mercados potencialmente turbulentos. Mientras continúa la tímida recuperación post-pandémica, los bancos centrales vuelven a hacer mucho ruido sobre la reducción del ritmo al que seguirán comprando bonos a través de sus diversos programas de expansión cuantitativa”, concluyen desde Newton, parte de BNY Mellon.