El cambio climático no es un fenómeno mundial indeterminado que sólo será relevante para las empresas en el futuro. Incluso en la actualidad, las condiciones meteorológicas extremas pueden dar lugar a costes elevados a lo largo de la cadena de producción y suministro y amenazar los beneficios.
Según explican desde DWS, los principales grupos electrónicos, fabricantes de automóviles y empresas mineras ya están sintiendo los efectos del cambio climático. “Los análisis de riesgos relacionados con el clima pueden ayudar a minimizar los riesgos de esta naturaleza para las empresas, sus proveedores, instalaciones de producción y competidores”, sostiene la gestora.
El cambio climático tiene consecuencias reales para las empresas, por lo que será inevitable tener en cuenta estos riesgos a la hora de tomar decisiones de inversión. Por ejemplo, los inversores a nivel de cartera quieren saber dónde están los riesgos de emisiones de carbono en sus inversiones. “Aunque los esfuerzos para estandarizar el registro de los riesgos climáticos se encuentran todavía en una fase temprana, se están introduciendo progresivamente nuevos conceptos para permitir que los riesgos climáticos de una cartera se presenten de forma transparente a los inversores”, apuntan desde DWS.
Por ejemplo, es posible medir las emisiones de carbono producidas por cada millón de dólares invertidos en las acciones en cuestión. Esta huella de carbono normalizada es un criterio importante que permite la comparación con un benchmarck, entre varias carteras y a lo largo del tiempo, independientemente del tamaño de la cartera. Según la gestora, “este dato permite a los inversores asegurarse de que sus inversiones no contribuyen al riesgo climático mundial. Los inversores pueden implementar esta estrategia en sus carteras utilizando varios conceptos de índices”.
Un buen ejemplo de ello es el MSCI Europe ESG LCL ex Tobacco Index (ESG-Index). Esto demuestra cómo se pueden determinar las emisiones de carbono de un índice, tanto en comparación con el índice subyacente, el MSCI Europe, como a lo largo del tiempo. La huella de carbono normalizada del índice ESG ha caído significativamente: ha disminuido de 106 a 62,4 toneladas desde 2010, mientras que el MSCI Europa experimentó un descenso mucho más moderado, de 181,7 a 164,4 toneladas.
Otra figura clave es la intensidad de CO2. Se trata de la relación entre las emisiones totales de carbono de una empresa en cartera y su facturación total. Este indicador muestra a los inversores la cantidad de emisiones de carbono por cada dólar de facturación causadas por su inversión, permitiendo la comparación de emisiones entre empresas individuales de diferentes tamaños y sectores. Las empresas con una alta intensidad de emisiones están menos ponderadas en el índice ESG, con el fin de contribuir a minimizar los riesgos climáticos.
“Seguramente transcurra un tiempo antes de que los métodos para evaluar los riesgos asociados al clima en las carteras de inversión se estandaricen y sean más accesibles. Mientras tanto, los inversores que deseen influir positivamente pueden utilizar ETF. Los ETF. Los Xtrackers de DWS favorecen a las empresas mejor valoradas en términos de ESG (criterios medioambientales, sociales y de gobernanza) y excluyen a las empresas con elevadas emisiones de carbono, así como las que producen combustibles fósiles”, concluye la gestora.