Fidelity, en su informe Nature Positive, da las claves para transitar hacia una cartera ESG, entre ellas, cómo hay que descarbonizar las carteras.
El estudio recuerda que en 2022, las empresas y los países empezaron a tomar medidas para cumplir sus promesas de cero emisiones netas. Los inversores también han estado considerando diferentes opciones para descarbonizar las carteras. «Aunque el camino de cada inversor será diferente, debido a la los recursos y los requisitos de la política de inversión, toda senda hacia el objetivo de cero emisiones netas debe demostrar una reducción de emisiones en el mundo real para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París», afirma el estudio.
Una vez fijados los objetivos de descarbonización para las carteras, los inversores pueden aplicar los dos pilares de la inversión respetuosa con el clima: una sería aumentar la exposición a soluciones climáticas y la segunda, reducir la huella de carbono de la cartera.
Cuatro palancas comunes para transición de carteras existentes
Cuando los inversores arrancan la descarbonización en carteras ya existentes, hay cuatro palancas que pueden utilizar, según Fidelity: el perfil de emisiones, la calificación climática, la alineación de ingresos y el compromiso. Estas herramientas pueden aplicarse por separado, pero generalmente se utilizan juntas para optimizar los resultados.
La transparencia en la medición de los avances en la descarbonización es crucial. Aunque es imposible utilizar todas las métricas disponibles para evaluar la descarbonización, el estudio las resume, a grandes rasgos, en cinco medidas: reducción de carbono, reducción absoluta de emisiones cobertura (objetivos de descarbonización más granulares), cobertura sectorial (objetivos sectoriales) e índices de temperatura.
«Pueden utilizarse solos o combinados para para alcanzar los objetivos climáticos, pero a menudo requieren interpretación para y si hacen que las actividades de descarbonización en diferentes partes de la cartera realmente comparables o no», afirman en Fidelity.
Además, los datos y procesos subyacentes que respaldan el proceso de descarbonización deben revisarse periódicamente, ya que se espera que aparezca una gran cantidad de nuevos datos de los emisores relacionados con el clima a medida que mejore la divulgación de información por parte de las empresas, impulsada por medidas reguladoras como el CSRD. Según la iniciativa Science Based Targets, las principales acciones empresariales, como fusiones y adquisiciones, desinversiones y reestructuraciones, y la oferta de nuevos productos, también deberían dar lugar a revisiones ad hoc.
Qué descarbonizar primero
La disponibilidad de datos y marcos, el apoyo normativo y las limitaciones organizativas dictan que los inversores a menudo no disponen de los recursos necesarios para aplicar una estrategia de descarbonización para toda la cartera de una sola vez. Por lo tanto, deben priorizar los mandatos de inversión considerados más factibles de descarbonizar.
De todas las clases de activos, las acciones cotizadas, especialmente en las economías economías desarrolladas, son quizás el punto de partida para la descarbonización debido a su relativa disponibilidad, comparabilidad y fiabilidad de los datos, con mejores prácticas de inversión y marcos de apoyo.
Sin embargo, las acciones cotizadas representan menos de una cuarta parte de las emisiones totales, según las estimaciones que maneja el Climate Accountability Institute. «El mercado mundial de renta fija también ofrece a los inversores atractivas oportunidades de descarbonización y es mayor en dólares que el mercado de renta variable, con una emisión anual mucho mayor», afirma el estudio.
Además, la gestión de una cartera respetuosa con el clima no puede limitarse a los mercados públicos. Eso sí, el estudio alerta de que las exigencias de descarbonización deben ser rigurosas también cuando se invierte en mercados privados, de lo contrario, los emisores y propietarios de activos pueden eludir el escrutinio público trasladándose a la esfera privada, «socavando por el camino los objetivos de sostenibilidad a largo plazo».
Activa, pasiva o ambas
La elección de vehículos indexados, sistemáticos (basados en reglas) o fundamentales activos para aplicar estrategias de descarbonización dependerá de factores como las ambiciones climáticas, los presupuestos de aplicación y los objetivos de rentabilidad-riesgo. En Fidelity creen que cada decisión «es una decisión activa, independientemente de que los inversores utilicen estrategias indexadas, sistemáticas o fundamentales activas».
Incluso cuando siguen un índice, los inversores deben decidir si utilizan un índice de referencia alineado con París, un índice de referencia de transición climática o un índice de referencia a medida, entre otras opciones. Estas decisiones implican compromisos entre, por ejemplo, el ritmo de de descarbonización de la cartera y la propensión al riesgo, el error de seguimiento y los límites de volatilidad.
Una de las dificultades a la hora de indexar es cómo desinvertir en un emisor si el compromiso fracasa en un plazo determinado. En general, «ni el gestor de activos ni el tiene un control directo sobre la construcción de la mayoría de los índices», según destaca el informe, por lo que una solución es «infraponderar, y algunos gestores están intentando influir en el comportamiento de las empresas». Por otra parte, las estrategias fundamentales activas implican un seguimiento más estrecho de los gestores sobre la alineación con los objetivos climáticos de los inversores.
Sin embargo, los cambios normativos avances tecnológicos pueden facilitar que esa tarea sea más fácil y granular, apuntan en la firma y cita como ejemplo a los informes a los clientes, que incluyen cada vez más datos sobre en qué medida una cartera contribuye a mitigar el cambio climático y adaptarse a la taxonomía de la UE. «Otros mecanismos pueden estar alineados con los ODS de la ONU, a los ODS de las Naciones Unidas o a las preferencias del cliente».
Urge actuar para garantizar la seguridad financiera
A medida que aumentan la urgencia y la frecuencia relacionados con el clima, no hay tiempo que perder a la hora de descarbonizar las carteras, según apunta el estudio. Su consejo es que quienes dispongan de recursos para alinear toda su cartera deberían hacerlo y, si no pueden, «entonces pueden definir qué parte de la cartera puede descarbonizarse y trazar una estrategia de transición clara y limitada en el tiempo».
Una cuidadosa consideración de los retos y ventajas en cada fase del del proceso de toma de decisiones ayudará a los inversores reducir la huella de carbono de la cartera al tiempo que otros objetivos financieros, garantizando la seguridad financiera tanto para los beneficiarios de hoy como para próxima generación, en consonancia con los intereses intereses fiduciarios a largo plazo.