Los mercados mundiales comenzaron 2018 por todo lo alto. Las economías crecían con fuerza en todo el mundo y el comercio contribuía enérgicamente, mientras que las políticas monetarias eran muy favorables y los riesgos políticos parecían escasos, pero en febrero la volatilidad se disparó y los mercados financieros corrigieron al cundir rápidamente el temor de que tal vez los mercados habían sido demasiado optimistas.
Desde entonces, ese temor persiste y otros riesgos han despuntado tanto en el plano económico como político. “Los datos han empezado a empeorar más de lo previsto, mientras que el riesgo político no deja de aumentar”, señalan desde AXA IM, quienes identifican claramente cinco riesgos a los que se enfrentan actualmente los mercados.
El primero de ellos es el Brexit. La gestora apunta a Europa donde considera que los progresos en torno al Brexit siguen siendo lentos. “Los líderes son incapaces de ponerse de acuerdo en cómo consolidar la unión económica y monetaria (UEM) para acabar con la fragmentación y sus riesgos y en cómo ofrecer una respuesta común a la agresiva postura comercial de Estados Unidos”, apunta. Mientras los miembros de la zona euro no aborden los defectos de la arquitectura de la UEM, los problemas de la región seguirán estando en la mente de todos. Franceses y alemanes siguen sin ponerse de acuerdo en las razones que causaron la crisis financiera mundial y hasta que no lo hagan, no podrán diseñar adecuadamente las medidas necesarias para prevenir otra crisis.
Aunque se han planteado muchos puntos de discusión, se ha puesto sumo cuidado en evitar el quid de la cuestión: los estados miembros de la zona euro tienen que ponerse de acuerdo en cuál es el marco de política económica adecuado para el crecimiento a corto y medio plazo. “Si no pueden ponerse de acuerdo, por lo menos deberían armonizar mejor sus diferentes visiones sobre la postura adecuada para impulsar la demanda y la oferta allí donde se necesita, así como el reparto adecuado de funciones entre las instituciones de la UEM y las nacionales”, apunta.
En este sentido, la gestora advierte sobre Italia, cuyo riesgo político ha sido protagonista en junio. “Italia es a la vez una víctima de la impotencia de la UEM y un riesgo para ella. Tras años de austeridad y el deficiente manejo del nuevo mecanismo de resolución bancaria de la UE, que no ofreció transición alguna y provocó pérdidas a unos contribuyentes desinformados, las recientes elecciones generales arrojaron un resultado inesperado. El Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la Liga Norte poseen opiniones tan diferentes en el plano político y económico que solo pueden ponerse de acuerdo en una cosa: dejar que el déficit presupuestario crezca”, explica.
Además del Europa, lapolítica estadounidense también está contribuyendo al aumento de los niveles de riesgo. “La decisión del presidente estadounidense Donald Trump de abandonar el acuerdo nuclear con Irán ha agravado las tensiones en Oriente Medio. Además de las posibles consecuencias geopolíticas a corto y medio plazo y el probable contagio político a toda la región, también pone en tela de juicio la capacidad de Irán para vender su petróleo en el extranjero”, destacan desde AXA IM.
Efecto expansivo
En este sentido, la gestora advierte que el endurecimiento de las condiciones financieras en Estados Unidos y el ascenso de las materias primas también “afectarán a los mercados emergentes, especialmente a los que no exportan petróleo”. Los mercados emergentes son sensibles a la política monetaria de estadounidense en cuatro frentes:
- Cuando los tipos de interés y el dólar suben en Estados Unidos, el dinero de los inversores que busca rentabilidades en los mercados emergentes vuelve a fluir hacia Estados Unidos.
- Los países que tienen un tipo de cambio fijo o semifijo con el dólar ven cómo su competitividad se deteriora.
- Los tipos de interés de esos países suben arrastrados por Estados Unidos, lo que puede lastrar la demanda.
- La deuda denominada en dólares se encarece y cuesta más atenderla. A ello se suman las inquietudes en torno al comercio mundial.
“Estos cuatro factores no afectan a todos los mercados emergentes del mismo modo, pero las economías más vulnerables (las que tienen más necesidades de financiación externa, reservas de divisas insuficientes e inflación alta) son las que más sufren. El otro factor que conviene considerar es la posibilidad de que se produzcan sobresaltos políticos específicos o sorpresas en materia de política monetaria, o ambos, y a este respecto Argentina y Turquía parecen los países más vulnerables”, señala la gestora.
Por último, uno de los riesgos que apunta la gestora es el momento de ciclo en el que estamos. En su opinión, “en el cómputo global, la economía mundial debería seguir creciendo a buen ritmo, sostenida por unos sólidos fundamentales”.
En Estados Unidos, las inquietudes pueden parecer escasas, ya que los economistas se han acostumbrado a la estacionalidad residual en las cuentas nacionales trimestrales y las estadísticas macroeconómicas del primer trimestre. Además, las encuestas empresariales se han movido en cotas compatibles con nuestra previsión de crecimiento del PIB del 2,9% (las estimaciones del consenso se sitúan en el 2,8%).
Asignación de activos
En este entorno de crecimiento saludable y amenazas crecientes, la gestora considera que necesario un enfoque activo y táctico de la asignación de inversiones.
“En primer lugar, las persistentes divergencias en política monetaria a ambos lados del Atlántico han provocado un fuerte aumento de los tipos de interés en Estados Unidos, lo que ha ampliado el diferencial entre este país y la zona euro hasta niveles no vistos desde la década de 1980. Estas perspectivas nos han llevado a adoptar un sesgo estructural corto en duración”, concluye.