Los resultados empresariales refuerzan los mercados. En Estados Unidos, siete de cada diez empresas que cotizan en el S&P 500 han conseguido superar las ambiciosas expectativas de los analistas. ¿Qué podemos esperar para lo que queda de año?
Según de Philipp Vorndran estratega de mercados de Flossbach von Storch, por término medio, las empresas contabilizaron un 25% más de beneficios de lo esperado en el trimestre; una proeza que, en los últimos 20 años, apenas se ha repetido en 5 ó 6 ocasiones. Mientras tanto el índice MSCI World (en EUR) supera el 4,5% en el año y se acerca a nuestras expectativas anuales para esta clase de activos.
“Este paisaje es aparentemente idílico como una bella tarde de verano. Aun así, no podemos descartar la formación de nubes en el horizonte. Nuestra previsión para los próximos meses se ajusta a una curva de precios en forma de dientes de sierra”, advierte Vorndran.
Ahora bien, ¿cuáles son los factores que podrían desencadenar estos vaivenes repentinos? Según el Instituto Instituto de Investigación de Flossbach von Storch, algunos de estos factores clave podrían ser:
- La debilidad de la divisa de algunos países emergentes. Las expectativas de una subida de tipos en Estados Unidos aumentan gracias a los buenos datos sobre la coyuntura económica y el mercado laboral. La inflación coge impulso gracias a la subida de precios del crudo. Si se mantiene en un 2%, la Fed podría decidir llevar a cabo una retahíla de subidas de tipos. “America first” es el lema de Donald Trump y no esperamos que Jerome Powell, el Presidente de la Reserva Federal, se aleje de esta premisa. Los representantes de la Fed ya no se ven a sí mismos como los protectores del sistema monetario internacional.
- Cambio de régimen de la Fed en Estados Unidos. Este cambio de régimen es especialmente relevante cuando los primeros nubarrones asoman en el horizonte de la periferia. Con el binomio Obama/Yellen, los tipos de interés probablemente no hubiesen subido tan rápidamente. El efecto sobre las economías periféricas puede ser mucho más drástico de lo que hace algunos años podríamos intuir.
- Los países emergentes están en la línea de fuego (de momento). El giro hacia una política monetaria más restrictiva en Estados Unidos afectaría sobre todo a los países emergentes. Si los inversores de otros espacios monetarios esperan que en Estados Unidos los tipos suban más rápido que en otras regiones, invertirán más en bonos estadounidenses; reforzando el dólar. Tipos de interés más altos y un dólar más fuerte es perjudicial para aquellos países altamente endeudados y que han contraído gran parte de sus deudas en dólares estadounidenses. El efecto sobre los balances públicos y corporativos puede ser devastador. En un futuro, si se produce un giro hacia la calidad por parte de los inversores, algunos países de la zona euro podrían sufrir los efectos de un contagio en su deuda.
- La falta de independencia de la autoridad monetaria en Turquía. Desde que Erdogan asumió la presidencia en agosto de 2014, la Lira Turca se ha depreciado alrededor de un 50% respecto al Euro y el nivel de endeudamiento, en gran parte denominado en dólar, supera el 50% del PIB. Recientemente, el presidente ha destacado la permisividad de “su” Banco Central con su política. La confianza de los inversores en la divisa se ha visto comprometida por la evidente falta de independencia de la autoridad monetaria.
- Populistas en Italia. La turbulenta formación de gobierno en Italia, que ha resultado en una coalición entre los partidos populistas de la Liga y 5 Estrellas, es una prueba de fuego para la fortaleza de la zona Euro. El endeudamiento italiano es de alrededor de 2,2 billones de euros, lo que representa aproximadamente el 130% del PIB. Con el nuevo gobierno, se prevén miles de millones de gastos adicionales: para asuntos sociales, recortes de impuestos o una importante retirada de la reforma de las pensiones. Estos gastos adicionales de más del 7% del PIB tendrían que ser financiados, en su mayoría, por medio de nueva deuda. Sin el continuo respaldo del BCE, la rentabilidad de los bonos exigida por los inversores habría subido mucho más rápido. En este contexto, un cambio relevante de los tipos de interés es cada vez más improbable. Tampoco creemos probable la implementación a corto plazo delos propuestos mini BOT, que, desde nuestro punto de vista, podría impulsar una salida de capital del país y finalmente un aumento de la rentabilidad exigida de los bonos.
Ante este escenario, Vorndran lanza dos premisas a los inversores: “Por un lado, confiar en la gestión activa y mantener suficiente liquidez para aportar flexibilidad a la cartera. Por otro, invertir en títulos de calidad. El cielo está encapotado. ¿Dónde golpeará el siguiente rayo? Nos mantenemos alerta y nos posicionamos para aprovechar las oportunidades que puedan aparecer en este entorno”.