El mercado empieza a temerse que, tras años de mantener los tipos de interés en mínimos históricos – negativos, incluso, en algunos países – y acometer innumerables iniciativas de flexibilización cuantitativa a través de compras de deuda, se esté acercando el momento de dar dinero directamente al público.
Este rompedor enunciado parte de Lukas Daalder, CIO de Robeco Investment Solutions, que afirma, en su último análisis de mercado que en este drástico supuesto, metafóricamente estaríamos hablando de ‘lanzar dinero por las calles desde un helicóptero’ (el conocido como ‘helicopter money’), que en realidad sería más bien ingresarlo en millones de cuentas bancarias privadas. Además de estimular directamente el gasto por habitante, esta medida ofrece la ventaja de generar la tan necesitada inflación, o al menos evitar la deflación.
Para el gestor de Robeco, la política monetaria se está quedando sin combustible, y estima quizás esté llegando el momento de adoptar soluciones más radicales para el estancamiento económico. “Tratar de estimular las economías por la vía de los mercados financieros resulta un camino bastante indirecto. La reducción de los tipos de interés y de los rendimientos de los bonos son medidas que parecen haber perdido su capacidad de estimular la economía y, de hecho, podrían haberse convertido en parte del problema”.
Las compras de deuda están perdiendo eficacia
“Comprar más bonos y empujar la curva de rentabilidad hacia terreno cada vez más negativo parece estar perdiendo su eficacia, pero esto no significa que los bancos centrales se estén quedando sin opciones. Si uno tiene la máquina de imprimir dinero a su disposición, hay muchas cosas que se pueden hacer, siempre que se esté dispuesto a dar el salto”, cuenta el CIO de Robeco.
En este sentido, Daalder cita cinco motivos por los que los métodos utilizados hasta ahora, sobre todo el QE y los tipos negativos, no van a continuar funcionando a largo plazo:
- Su efecto sobre los beneficios de los bancos. Cobrar a las entidades bancarias por sus depósitos en el banco central va a ejercer un efecto negativo sobre sus beneficios, mermando su capacidad para dar crédito a la economía real.
- La transición a la liquidez. Los tipos de interés negativos no se han trasladado aún a los depósitos de los consumidores pero, una vez lleguemos a ese punto, es posible que asistamos a una búsqueda (indeseada) de la liquidez, ya que los depositantes intentarán escapar del ‘lastre’ de tener el dinero en el banco.
- La pérdida del efecto positivo del factor sorpresa. Las medidas de estímulo adoptadas hasta ahora han contado con el apoyo mayoritario de los mercados financieros, puesto que las divisas caen, las acciones suben y las previsiones de inflación repuntan, pero estos efectos son de una envergadura cada vez menor, y los últimos cambios realizados han causado reacciones negativas.
- Ausencia de impulso para la economía. Los tipos bajos suelen incentivar el consumo y la inversión, pero resulta cuestionable si unos tipos de -0,5% serían positivos o no para el crecimiento y el empleo. Si un interés del 0% no motiva a las empresas ni a los consumidores para que gasten más, es muy dudoso que el -0,5% pueda lograrlo.
- Proliferación de la deuda (y los deudores). Es cierto que la bajada de los tipos conlleva efectos positivos para los consumidores (reducción de las cuotas de las hipotecas), los productores (márgenes) y los gobiernos (déficits), pero supone además un incentivo para incrementar el endeudamiento, lo que puede acarrear problemas en el futuro.
«Todos estos argumentos parecen apuntar a que la política monetaria está, de hecho, obteniendo un efecto cada vez menor”, afirma Daalder. “La reciente experiencia de Japón con la introducción de tipos negativos, aunque se vio claramente frustrada por la inestabilidad causada en los mercados financieros internacionales, no es sino un claro ejemplo de que un pequeño recorte de los tipos de interés puede generar consecuencias negativas», concluye.