La pandemia nos ha llevado a vivir en un mundo muy diferente al de hace dos años. La presencia del coronavirus ha acelerado tendencias, como la ESG o el uso de la tecnología, ha cambiado nuestro ocio y relaciones sociales, incluso nuestra percepción de la globalización. Amundi ha recogido todos estos impactos resumiéndolos en cinco puntos que, según consideran, definirán el año en el que estamos a punto de entrar. Concretamente, destaca dos factores: una gran desincronización de las economías, las cuales irán a distinto ritmo y con distintas políticas, lo que generará efectos desiguales, y el riesgo de estanflación.
De la euforia a la desaceleración. El primer tema global que definirá 2022, según ha explicado Víctor de la Morena, director de Inversiones de Amundi Iberia SGIIC, es el paso de la euforia pospandemia a la desaceleración. Algo que impacta en el consumo. “Hemos tenido un ahorro forzoso durante muchos meses que luego hemos querido gastar de golpe cuando nos han dejado, lo que ha tensionado la capacidad de producción y los precios”, explica. Además, a distintos ritmos según la región, puntualiza.
“Ese ahorro forzado y dinero extra sigue llegando a la economía, pero no es algo homogéneo. Hay países en los que ya se ha utilizado y hay tasas de ahorro más normales, hay países donde aún queda esa inyección extra”, añade el experto.
Del liberalismo a la intervención. Según reflexiona de la Morena, con la pandemia, los estados han ganado mucho protagonismo en la economía y considera que después de la crisis lo seguirán teniendo, ya que se han comprometido a cumplir una serie de planes. Este intervencionismo tiene un efecto secundario muy importante, un mayor déficit fiscal. El cual, según explica, se ha disparado y probablemente siga alto hasta 2023. Además, al gasto derivado de la pandemia, también habría que sumar el necesario para cumplir con los objetivos de neutralidad de carbono.
Cambio de globalización a reubicación. Otro de los grandes impactos de la pandemia y que hemos podido percibir también como ciudadanos han sido las rupturas de cadenas de suministros. “Esta tensión demuestra la debilidad de ciertas regiones a la hora de autoabastecerse y se ha replanteado el hecho de que tanta globalización no interesa. Sufriremos un proceso de relocalización hacia puntos más cercanos”, pronostica el director de Inversiones de Amundi Iberia.
De inflación puntual a persistente. Las primeras señales de inflación llegaron con un mensaje tranquilizador: será transitoria. Sin embargo, a medida que ha ido creciendo, el debate entre si será pasajera o no se ha intensificado e incluso ya se habla de una inflación alta y persistente, según explica De la Morena. De hecho, a sus ojos, la narrativa de la inflación permanente está ganando. Hemos alcanzado niveles máximos desde los años 80, y espera que los niveles más altos se vean en países más desarrollados, especialmente en Estados Unidos.
“No será hasta la segunda parte del año que viene cuando se corrija la aceleración de los precios. En 2021 han estado muy fuera de rango, en 2022 se situarán aun en medias por encima del 3%-4%, estando más altas en el primer semestre y más bajas en el segundo”, detalla.
Bancos centrales hacia nuevos mandatos. Tal y como detalla el experto, los bancos centrales tienen por delante un trabajo complejo, ya que deberán intentar estabilizar los precios al tiempo que favorecen la recuperación y manejan los estímulos fiscales. “Además de estar vigilantes tendrán que apoyar mucho más la economía”, resume De la Morena.
Asimismo, destaca la desincronización de las medidas de los bancos centrales. Según explica, hay algunos que ya han comenzado a aplicar políticas más restrictivas con subidas de tipos, como, por ejemplo, Brasil, Reino Unido o Turquía. Mientras que otros aún no han subido tipos, pero están retirando estímulos, como, Canadá, Estados Unidos o la India. Por otro lado, hay zonas como, por ejemplo, Europa, en las que las economías tienen algo más de tiempo, ya que el impacto de la inflación no ha hecho su pico.
Después, según analiza, queda en solitario China que vive un ciclo “absolutamente distinto”. “Probablemente necesiten incrementar la liquidez y rebajar tipos”, señala el experto. Como consecuencia, advierte de que que las políticas monetarias son muy distintas y desincronizadas, lo que generará mucha volatilidad. A sus ojos, el año que viene será un año para “medir la tolerancia a la inflación que tienen las economías y hasta cuándo aguantarán sin subir los tipos de interés”.
Amundi apuesta por el value y la sostenibilidad
Para afrontar este año, Amundi recomienda entrar en 2022 con cierta prudencia, y señala que irán incrementando el riesgo de su cartera de forma paulatina según se vaya cumpliendo su escenario. Hablando de renta fija, el experto adopta una postura “extremadamente prudente”.
En cuanto a acciones, De la Morena explica que irán de menos a más, con un “carácter muy value”. En renta variable destaca tres ideas. En primer lugar, enfocarse en empresas que sean capaces de enfrentarse a este entorno con solvencia, “huyendo” del ultra growth. Asimismo, buscan compañías que puedan preservar sus márgenes a pesar del aumento de costes y escasez de suministro y soportar mejor la creciente inflación y las incertidumbres de la pandemia. “Es momento del sesgo value”, insiste.
Respecto a la inversión sostenible, el experto de Amundi Iberica considera que será el “año de la verdad”. “Nos hemos ido preparando para enfrentarnos a este año en el que se implementará de verdad. Veremos quién está preparado o no. Todo aquello que lleve un componente ESG tendrá una prima positiva, aquellos que lo olviden tendrán penalizaciones. Esto es común a todas las regiones y clases de activos”, detalla.
¿Qué podría salir mal? Según ha explicado De la Morena, hay cinco puntos a vigilar ya que podrían alterar la recuperación. Interrupciones prolongadas de la cadena de suministro y recesión en los ingresos, que exista un shock importante en el mercado de renta fija (el desanclaje de expectativas de inflación desencadena dislocaciones en mercados de bonos), desplome de la solvencia y la confianza, final de la supremacía en Estados Unidos y vacío política global (o un choque entre superpotencias), y una transición ambiental desordenada y riesgos climáticos crecientes.