El hecho de que gran parte del mundo desarrollado se encamine hacia una situación parecida a la de Japón -un mundo de bajo crecimiento, tipos bajos y deflación- es un debate que se ha planteado con cierta regularidad desde que los tipos de interés comenzaron su implacable ruta descendente, hace una década más o menos. Si los mercados desarrollados se mueven hacia esa situación conocida como «japonización», ¿qué deberán esperar los inversores? A esta y otras preguntas nos ha contestado Christophe Braun, director de inversiones de Capital Group.
P: Se espera que Europa siga en este entorno de bajos rendimiento durante años. ¿Qué podemos aprender de Japón, que ya vive en un contexto similar desde hace mucho más tiempo?
R: Los inversores deberían esperar unos tipos bajos durante un prolongado espacio de tiempo y un rendimiento de los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 años de entre el 0% y el 1% durante varios años. Las perspectivas de inflación serían más inciertas y estarían cada vez más relacionadas con el tamaño del gasto y la intervención de los gobiernos. Si, a diferencia de lo que ocurre en Japón, el gasto y la monetización de un gobierno son excesivos (es decir, superan la capacidad productiva de un país), podría dar lugar a un alto nivel de crecimiento nominal y a una rápida inflación a largo plazo. Esto podría causar problemas internos, así como problemas externos para los países sin estatus de moneda de reserva o sin la capacidad de compensar los movimientos de divisas. Nuestro economista cree que el Reino Unido, Australia y Canadá son quizás los que más riesgo corren entre los mercados desarrollados. En cierto modo, parecerse a Japón puede no ser tan malo. El país podría adoptar políticas más orientadas al mercado en muchas áreas y trabajar en pro de una mayor flexibilidad de los mercados laborales. Pero Japón tiene muchos elementos positivos. Es un país rico, su tasa de desempleo está entre las más bajas del mundo y disfruta de una desigualdad de ingresos relativamente baja. También hay mucho que admirar en sus compañías. Cuando se compara con sus homólogos occidentales, la percepción es que hablamos de un tejido empresarial resistente y benevolente.
P: ¿Qué efecto tienen los tipos tan bajos?
R: Los tipos cero permiten que el sector público aumente su balance para absorber el choque de la demanda y las pérdidas asociadas a esta circunstancia. En el peor de los casos, la política fiscal y monetaria podría unificarse, y los mercados de bonos soberanos podrían desaparecer, como defiende la Teoría Monetaria Moderna. Se puede decir que Japón va por este camino, ya que su banco central posee más del 40% de los bonos del gobierno japonés. El comportamiento del sector privado puede cambiar de forma permanente con una relajación monetaria prolongada. Por ejemplo, los períodos prolongados de bajos tipos de interés pueden permitir a las empresas que se encuentran al borde de la quiebra sobrevivir con una financiación barata del mercado. Mientras tanto, la rentabilidad de los bancos se debilitaría, lo que daría lugar a una menor creación de crédito (especialmente para las pymes) y a una menor productividad. Con tipos de interés cero o negativos los hogares se verían incentivados a ahorrar más. Y todo esto contribuiría a una mentalidad deflacionaria.
P:¿Cuáles son sus expectativas para la bolsa japonesa?
R: Dado que la pandemia de la COVID-19 parece haber alcanzado su punto crítico en Japón, se espera que la actividad económica se recupere gradualmente y muchos inversores se han adelantado a esta recuperación. Además, las fuertes inyecciones de liquidez y las medidas de estímulo fiscal también han contribuido a aliviar las preocupaciones económicas y a estimular el sentimiento de los inversores. La combinación de estos diferentes factores ha impulsado al mercado japonés a recuperarse antes que los resultados de las compañías. Sin embargo, los beneficios podrían tocar fondo en los próximos meses junto con la reanudación de la actividad económica. En el entorno actual, podrían persistir las condiciones que conducen a la deflación, ya que la demanda interna se ve especialmente afectada por la crisis del coronavirus. Pero la demanda interna tiene menos impacto en la bolsa japonesa que la demanda global.
P: ¿Cuáles serán sus principales catalizadores?
Algunas cosas no han cambiado a pesar de las condiciones del mercado. Hablamos de situaciones como la guerra tecnológica entre EE.UU. y China por el 5G, y la competencia dentro del espacio de los semiconductores para satisfacer las demandas de un mundo siempre conectado. Estas son las áreas en las que las compañías japonesas podrían jugar un papel importante como suministradores de tecnología clave. Estas compañías constituyen una porción considerable del mercado de valores japonés y son cruciales para la economía global, ya que sus productos y servicios contribuyen a la transformación digital que vemos en el mundo. La gran transición de lo analógico a lo digital es un proceso que ya lleva mucho tiempo en camino, pero ahora la tecnología se está acelerando. Además del cambio que podemos ver en la robótica, los sensores y el impacto de la nube, los trabajadores japoneses son excepcionalmente hábiles en la fabricación de precisión como resultado de su tradición artesanal y la atención al detalle. Su capacidad para centrarse en un área durante años o incluso décadas es algo que es difícil de encontrar en otras fuerzas de trabajo. Esto los posiciona muy bien para ayudar a crear la infraestructura necesaria para avanzar hacia un mundo más digital. Mirando desde esta perspectiva, uno debería ser capaz de ver el lado bueno del mercado de valores japonés.
P: Japón es un mercado para selectores de valores, pero si nos fijamos en los fondos gestionados de forma activa, parecen tener muchas dificultades para superar el índice de referencia, si los comparamos, por ejemplo, con los fondos de renta variable europeos. ¿Cuáles son las razones?
R: No se debe hacer una comparación entre la bolsa japonesa y la de otros países o regiones sin tener en cuenta el peso de cada industria en los respectivos índices. Por ejemplo, un índice de acciones europeo está compuesto principalmente por grandes compañías farmacéuticas entre sus principales holdings. Por otra parte, los inversores que busquen un índice de acciones japonés encontrarán que entre sus grandes compañías hay una gran presencia de la «vieja economía», incluidos bancos y fabricantes de automóviles. En este nuevo mundo, hay cotizadas que podrán beneficiarse y prosperar, así como otras que han sido perjudicadas o lo serán una vez que la pandemia haya terminado. Dado que un índice es una colección de esos diferentes elementos, uno estará expuesto tanto a lo bueno como a lo malo al invertir en el índice a través de estrategias pasivas. La diferenciación entre los posibles ganadores y perdedores requiere un análisis fundamental en profundidad.
P: Cuando hablamos del mercado japonés, a menudo se menciona como crucial la diferencia entre las compañías orientadas a la importación y aquellas más ligadas a la exportación. ¿Es importante esta diferencia para usted a la hora de realizar la selección de compañías que entran en cartera?
R: La economía japonesa orientada a la exportación está dominada por prolíficos fabricantes de automóviles y empresas de tecnología innovadora. Muchas compañías japonesas dependen ahora de oportunidades fuera de la región para obtener una parte sustancial de sus ingresos y se ven cada vez más desafiadas por competidores no japoneses tanto dentro como fuera del país. Los analistas de Capital Group a menudo cubren múltiples regiones geográficas, por lo que un analista del sector sanitario con sede en Estados Unidos también estaría buscando compañías de la industria en Europa o Japón y viceversa. Esto hace que sea más fácil encontrar comparaciones entre cotizadas internacionales.