Después de las expectativas que despertó la reapertura de China tras eliminar las últimas restricciones de la pandemia, su ralentización fue la gran sorpresa del año pasado. Con una economía por debajo de su capacidad, el Gobierno mantiene un entorno de reducción de tipos de interés y medidas de estímulos para fomentar el consumo y la inversión. Según los expertos, aunque el país tiene por delante importantes retos económicos, no ha perdido atractivo inversor.
El impulso del crecimiento sigue siendo frágil debido a la persistente debilidad de la demanda. Sin embargo, las políticas de apoyo siguen centradas en estabilizar el crecimiento más que en impulsarlo; lo que es positivo para los mercados. “Esperamos una estabilización de la dinámica de crecimiento secuencial en niveles moderados a lo largo de 2024 y prevemos que el crecimiento se ralentice hasta el 4,4% en 2024 desde el 5,2% en 2023. La mayoría de los indicadores de actividad económica han repuntado en noviembre en comparación con el año anterior, sobre una base baja del año pasado, cuando China estaba sometida a fuertes restricciones COVID-19. Sin embargo, el impulso de crecimiento subyacente apunta a una divergencia continua entre la mejora de la oferta (producción industrial, inversión manufacturera) y la debilidad de la demanda (ventas al por menor y ventas de viviendas)”, explica Sophie Altermatt, economista de Julius Baer.
Para Tom Wilson, responsable de renta variable de mercados emergentes de Schroders, China afronta una desaceleración del crecimiento para la próxima década. “Su economía necesita hacer una transición para dejar atrás un modelo de crecimiento basado en la inversión. La infraestructura ya está notablemente desarrollada y el boom inmobiliario que ha durado años ha provocado un exceso de oferta en muchas zonas del país. Los niveles de deuda son altos y las tendencias demográficas son, cada vez más, un lastre y apuntan al envejecimiento poblacional”, afirma Wilson.
Además, el experto de Schroders advierte de que China se enfrenta a la “trampa de la renta media” y argumenta: “Con el incremento de los costes salariales, China ha perdido competitividad como país manufacturero de productos de gama baja y necesita seguir escalando en la cadena de valor. Las tensiones geopolíticas con Estados Unidos se suman a las dificultades que atraviesa la economía. No obstante, China es una economía de 18 billones de dólares con un inmenso mercado interno y el tamaño suficiente como para respaldar su propia política industrial. Si hay un país que puede salir de la trampa de la renta media, ese es China”.
En opinión de Wilson, el gigante asiático está muy integrado en la economía global y sigue siendo muy competitivo, por lo que la diversificación de la cadena de suministro tardará años en materializarse del todo. “El país crea innovación y es uno de los grandes beneficiarios potenciales de la descarbonización. Todo ello, unido al control del sistema financiero, brinda a China un importante margen en sus políticas. En un mercado tan amplio y profundo, siempre habrá empresas que ofrezcan oportunidades”, afirma.
Los retos de China
La economista de Julius Baer considera que el sector inmobiliario sigue siendo un punto débil, con un nuevo descenso de las ventas de viviendas y de los precios inmobiliarios en noviembre. “Los débiles flujos de préstamos a empresas y hogares y el descenso generalizado de la inflación subrayan la debilidad de la demanda”, matiza.
En opinión de Anton Brender, economista jefe de Candriam, las medidas anunciadas por Pekín desde agosto (reducción de las tasas de interés hipotecarias, disminución de los pagos iniciales y flexibilización de las restricciones en las transacciones de viviendas) deberían ser suficientes para evitar un empeoramiento del colapso del sector inmobiliario, pero no lo suficiente para reactivar el crecimiento.
“La economía china sufre de un exceso de ahorro privado que ahora solo puede ser absorbido por el gobierno. El aumento de las transferencias fiscales de Pekín a las autoridades locales muestra que Pekín quiere mitigar las dificultades de financiación de las entidades locales y apoyar más inversiones en infraestructuras en los próximos meses. A menos que las autoridades aumenten significativamente su apoyo político, es probable que el crecimiento siga siendo inferior al promedio”, explica Brender.
Desde AXA IM explican que la firme actuación de las autoridades chinas parece destinada a cumplir el objetivo de crecimiento de China para 2023 de “en torno al 5%”. La gestora es optimista y calcula este crecimiento en el 5,2%. Según David Page, Head of Macro Research de AXA IM, los estímulos deberían acelerar el ritmo de crecimiento trimestral el próximo año, aunque ello equivalga a un menor crecimiento anual del 4,5%, antes de ralentizarse en 2025 hasta el 4,2%. “Esperamos nuevos estímulos si el crecimiento se tambalea. La dependencia de la economía del impulso fiscal y de las infraestructuras está desequilibrando la economía y aumentando la mala asignación de recursos, lo que repercute en las perspectivas de crecimiento a largo plazo de China. El remedio a largo plazo serían las reformas estructurales impulsadas por el mercado. Sin embargo, esto parece ir en contra del apetito del presidente Xi Jinping por el control, lo cual supone un riesgo a largo plazo para China. No esperamos que sea algo que se materialice en los próximos dos años, pero se mantendrá en el horizonte a largo plazo”, señala Page.
Por último, desde Fidelity lanzan una advertencia: “Si esta crisis doble en el mercado inmobiliario y la deuda de las administraciones locales se contagiara al conjunto del sistema financiero, China se encaminaría hacia una japonización, es decir, un largo periodo de estancamiento económico caracterizado por un importante lastre de deuda, presiones desinflacionistas y una caída del gasto y la confianza entre los consumidores y las empresas”.
Ideas de inversión
En opinión de Alejandro Arévalo y Reza Karim, gestores de fondos de renta fija emergente de Jupiter AM, aunque China ha lidiado con un caída del crecimiento y la explosión de su burbuja inmobiliaria, reconocen que les ha sorprendido gratamente que, en líneas generales, estos factores no han tenido un gran impacto en los mercados emergentes. “Creemos que los mercados chinos y el sentimiento hacia el gigante asiático han tocado fondo y, por lo tanto, esperamos ver cierta mejora a medida que avance el año, ya que las políticas monetarias y presupuestarias han demostrado que el gobierno chino está cada vez más resuelto a sostener la economía y su crecimiento”, afirman.
En este sentido, reconocen que, durante los últimos años, hemos visto unas tasas de impago superiores a la media en la deuda emergente, debido principalmente a las dudas en torno el sector inmobiliario chino y la guerra en Ucrania. “Sin embargo, también prevemos una importante mejora de las tasas de impago en 2024; así, las previsiones descienden hasta acercarse a las medias a largo plazo ante la caída de los riesgos”, señalan.
“Tenemos que ser realistas y darnos cuenta de que los años gloriosos de crecimiento de China han quedado muy atrás. Pero seguimos pensando que hay oportunidades, no hay que descartar a China todavía. Hay áreas en China de las que el mundo realmente no puede prescindir y lo están haciendo extremadamente bien: vehículos eléctricos, baterías, paneles solares, etc. Todas las cosas de las que realmente no podríamos prescindir y que están creciendo muy, muy rápidamente. Todas ellas son cosas de las que no podemos prescindir y que están creciendo muy, muy rápidamente. China ha superado a todos los demás grandes exportadores de automóviles en un período de unos dos años. Un movimiento bastante dramático. Así que creo que todavía hay oportunidades”, añaden Rob Brewis y John Ewart, gestores de fondos de Aubrey Capital Management.
El experto de Schroders coincide en que el sentimiento hacia China es muy negativo, pero también sabe ver en ello una oportunidad: “Esta situación se refleja ahora en unas valoraciones baratas y el posicionamiento se ha ajustado notablemente. Las autoridades cuentan con el suficiente margen político para promover el crecimiento, al tiempo que se ve un claro deseo de estabilizar las relaciones con Estados Unidos. También vemos oportunidades en el ciclo comercial, sobre todo en el sector tecnológico, en el que estamos sensiblemente sobreponderados”.
En este sentido, no hay dudas de que sigue siendo un mercado atractivo. Según Patricia Urbano, gestora y especialista en mercados emergentes de Edmond de Rothschild AM, «dada la significativa rentabilidad negativa de China en los últimos tres años, las valoraciones se ven mermadas por una relativa falta de demanda de los inversores frente a otras regiones emergentes. Por ello, creemos que China ofrece un importante potencial de recuperación en el futuro en términos de su perfil de riesgo-recompensa».
Para Federated Hermes, China sigue siendo “una oportunidad única” en sectores como la digitalización, la biotecnología, las renovables y la inteligencia artificial. Según su equipo de analistas, el país cuenta con un amplio mercado de renta variable en el que cotizan unas 8.000 empresas. Por lo tanto, no es posible ignorarlo. “Podemos desviarnos del índice de referencia (dentro de unos límites), pero en la actualidad no compartimos la opinión de que en China no se puede invertir. Mantenemos una visión contraria sobre China y tenemos una pequeña sobreponderación. Revisamos periódicamente nuestras hipótesis de una forma top-down y ajustamos nuestras asignaciones en consecuencia. En el pasado, infraponderamos China y si las condiciones nos hacen ser pesimistas, reduciremos nuestra asignación al país. Sin embargo, en la actualidad, vemos una situación favorable de riesgo-beneficio en China”, reconocen.
En este sentido, la gestora se centra en determinados temas que considera de crecimiento como son, a los ya citados, las tecnologías y energías renovables, y la financiación del ahorro. Eso sí, la firma matiza que evita las empresas de sectores cíclicos, ya que suelen estar cargadas de un apalancamiento excesivo y generan retornos inferiores a su coste de capital. “Creemos que, con el tiempo, a estas empresas les resultará difícil la transición a la emisión neta cero. Aunque China ha realizado progresos encomiables en múltiples campos, la economía tiene potencial para lograr más. Sin embargo, los avances en el futuro dependerán del ritmo de las reformas económicas y de la mayor apertura de la economía. El progreso dependerá en gran medida de la rapidez con la que los dirigentes chinos puedan reformar las empresas estatales (SOEs), haciéndolas competitivas y relevantes para el futuro”, concluyen desde Federated Hermes.