Las acciones simultáneas de los grandes bancos centrales y el gobierno chino mejoraron la confianza del mercado y posibilitaron el repunte de los activos de riesgo, principalmente en las dos locomotoras del crecimiento mundial: EE. UU. y China. En su último análisis de mercado, Carmignac sigue apreciando señales de una debilidad cada vez mayor en la economía mundial. Esta decepción en el plano del crecimiento, estima la gestora, debería poner de relieve el fracaso de las políticas monetarias innovadoras puestas en marcha desde marzo de 2009 y dirigir las miradas hacia la política presupuestaria como arma.
En su informe anterior, la firma expresaba una visión prudente sobre los mercados bursátiles fundamentada en la hipótesis de un crecimiento económico decepcionante en unos Estados Unidos en plena fase de normalización monetaria y por la debilidad del yuan chino, que amenaza la liquidez mundial y contribuye, por la vía de los descensos simultáneos de otras monedas emergentes, al agravamiento de las presiones deflacionistas latentes que el hundimiento del petróleo vino a amplificar:
Además de un posicionamiento muy prudente en los mercados de renta variable, este diagnóstico llevó a Carmignac a seguir “apostando a corto plazo por la debilidad continuada del dólar en previsión de una Fed cada vez menos amenazante”.
La mejora del contexto financiero mundial lleva a la firma francesa a preguntarse si debería cambiar el diagnóstico macroeconómico que maneja desde agosto de 2015. “Realmente, creemos que no. Los límites de la intervención de los bancos centrales comienzan, en efecto, a ser muy evidentes en Europa y en Japón, que sufren la revalorización de sus monedas frente al dólar a pesar de los tipos negativos. Además, la resistencia de la economía estadounidense sin estímulos adicionales volverá a cuestionarse en el marco de la ralentización económica que seguimos previendo”, dice.
Con todo esto, Carmignac recuerda que la economía estadounidense está protagonizando una ralentización de su tasa de crecimiento. “Los economistas comienzan a sumarse a nuestra hipótesis de comienzos de año de que el país registrará un crecimiento inferior al 2%. Los positivos indicadores macroeconómicos adelantados publicados a comienzos de este trimestre no deberían ser los árboles que no nos dejan ver el bosque. En gran medida, son el resultado de la mejora de la confianza general que han traído consigo las últimas decisiones de política monetaria, cuya creciente ineficacia es cada vez más manifiesta”, afirma.
Las tres razones principales que fundamentan las reservas de Carmignac con respecto al crecimiento estadounidense son, en primer lugar, la constatación de que los indicadores adelantados de la inversión no dejan de empeorar. Así, el crecimiento de los márgenes de las empresas, calculados a escala nacional por la firma, se sitúa en una tasa negativa del -2,7 % interanual en 2015, su nivel más bajo desde 2008. Los nuevos pedidos de bienes duraderos registran un crecimiento nulo, mientras que la tasa de utilización de la capacidad de producción, que no deja de caer desde julio de 2014, pasó del 78,9% al 75,4%.
“En estas condiciones, resulta difícil tener una visión positiva sobre la inversión empresarial, que no ha logrado un dinamismo real desde la fase de recuperación tras el desplome de Lehman Brothers. Además, el consumo sigue siendo decepcionante si tenemos en cuenta el importante incremento del poder adquisitivo propiciado por el hundimiento del petróleo. Su crecimiento ha seguido anclado en torno al 2% durante los últimos seis meses y es el responsable de la mayor parte del crecimiento estadounidense. La estabilización que muestran los precios del petróleo puede debilitar este único motor de crecimiento. La atonía del mercado laboral es el reflejo de la del consumo. Ciertamente, la tasa de desempleo ha caído hasta el 4,9 % de la población activa, pero está sesgada a la baja por una tasa de participación que sigue estando próxima a sus mínimos históricos y por la considerable cantidad de empleos a tiempo parcial que se han creado”, escribe la firma.
Los expertos de Carmignac tampoco descartan un episodio de estanflación leve y momentáneo. Aunque creen que, tras el fin de su programa de relajación cuantitativa en septiembre de 2014, la Fed tiene cierto margen de maniobra a juzgar por el nivel de sus tipos a largo plazo (1,70 %, frente al 0,09 % de Alemania o el -0,06 % de Japón), lo que confiere a EE. UU. un estatus defensivo indiscutible.
Mercados emergentes
El universo emergente es el que más se beneficia de las acciones simultáneas de los grandes bancos centrales. La debilidad del dólar reduce la presión bajista sobre el yuan y, por ende, sobre un buen número de divisas emergentes. Este repunte de las monedas da lugar a una mayor liquidez, lo que beneficia a los mercados y mejora la confianza, en tanto en cuanto la caída del dólar venga acompañada, como cabe esperar, de una recuperación de los precios de las materias primas —con el petróleo a la cabeza— que dé impulso a las cuentas públicas de los países productores. Una vez más, es China, con la combinación de estímulos monetarios y presupuestarios, la que se ayuda a sí misma y, con ello, al conjunto de los países emergentes y más allá.
Pero, ¿cuál podría terminar siendo el resultado?, se preguntan los gestores de la firma. “Consideramos que recurrir al déficit presupuestario para relanzar la inversión no es lo que necesita China en esta fase de su desarrollo y que el uso de estas ‘recetas de siempre’ sólo permitirá ganar tiempo frente al inevitable ajuste económico y monetario contra el que luchan las autoridades. El exceso de capacidad que se creó en el marco del plan de estímulo de 2008-2009 todavía no se ha absorbido”, explican.
Por otro lado, el comercio mundial sigue siendo anémico: los grandes exportadores emergentes continúan teniendo muchas dificultades para incrementar sus ventas en el extranjero, a pesar de que el ascenso de los precios de las materias primas podrá contribuir a que se produzca un repunte durante los próximos meses, como parecen sugerir los primeros indicios de mejora de las exportaciones observados recientemente en Corea (+4,9 % interanual). El universo emergente presenta mejores indicios, y el índice PMI de Markit superó el umbral simbólico de 50 puntos en abril.
Indudablemente, la coyuntura financiera de los países emergentes ha mejorado estos últimos meses y resulta menos desfavorable para la liquidez mundial de lo que se temía hace poco. Los retrocesos del dólar tienen mucho que ver en esto.
“Así, a pesar de que el entorno económico presenta algunas variantes con respecto a nuestro análisis anterior, en el equilibrio actual seguimos apreciando indicios de una debilidad cada vez mayor en la economía mundial. En Europa y en Japón, los tipos negativos ya no tienen ningún efecto contra las presiones deflacionistas. En el universo emergente, la debilidad del dólar y las perspectivas del regreso de una política monetaria más expansiva en EE. UU. mejoran la liquidez y la confianza, pero no contribuyen en absoluto a arreglar los problemas estructurales chinos. En EE. UU., por último, la dinámica de fondo del ciclo económico nos parece, en el mejor de los casos, endeble. Una decepción en el plano del crecimiento contribuiría a poner de relieve el fracaso de las políticas monetarias innovadoras puestas en marcha desde marzo de 2009 y dirigiría las miradas hacia el regreso de la política presupuestaria como arma”, concluye el análisis de Carmignac.