Las empresas familiares han demostrado históricamente su capacidad para generar crecimiento y rentabilidad. Su solidez financiera y su modelo económico les permiten ser resistentes en el largo plazo, incluso en periodos de crisis.
¿Qué es una empresa familiar? Una empresa familiar es una sociedad propiedad en su totalidad o parcialmente, de forma directa o indirecta, de un fundador, una familia o sus descendientes y para muchas personas es sinónimo de negocio pequeño con una actividad esencialmente local. Sin embargo, la realidad puede ser muy diferente.
De hecho, existen grandes grupos internacionales que también son empresas familiares: el líder mundial del sector de la moda Inditex (Zara, Massimo Dutti…), el fabricante italiano de vehículos deportivos Ferrari, el grupo automovilístico alemán BMW, la siderúrgica ArcelorMittal, el conglomerado surcoreano Samsung o incluso el gigante estadounidense de la gran distribución Walmart. Estas empresas familiares emplean a millones de personas y desempeñan un papel protagonista en el crecimiento económico, dado que aportan hasta el 70% del PIB mundial1.
De hecho, casi cuatro de cada cinco en todo el mundo son empresas familiares2. Están presentes en todo el planeta, activas en todos los sectores económicos y con diferentes tamaños. Las empresas familiares se caracterizan por compartir una serie de valores: espíritu emprendedor, independencia, innovación, visión a largo plazo y vocación de permanencia. Además, ofrecen ventajas reales a los inversores.
Según nuestra base de datos propia ‘Family 500’, su nivel medio de endeudamiento es alrededor de tres veces más bajo que la media del resto de empresas cotizadas en el mundo. Por el contrario, su rentabilidad es superior; así, por ejemplo, presentan una tasa de rentabilidad financiera (rentabilidad sobre fondos propios o ROE, por sus iniciales en inglés), es decir, una capacidad para rentabilizar el dinero invertido por sus accionistas, que en 2019 se situó en el 14%, frente al 12% de una empresa no familiar.
Otra ventaja es su estabilidad en periodos de crisis. Por ejemplo, durante las dos grandes crisis recientes (2000 y 2007-2008), el nivel de rentabilidad de las empresas familiares fue claramente menos volátil que el del resto de empresas. Así, el ROE de las primeras se movió entre el 10,8% y el 13,2% entre 1997 y 2012, mientras que el de los grupos no familiares osciló enormemente durante el mismo periodo: 13,7% entre 1997 y 1999, 8% en 2000-2002, 14% entre 2003 y 2007, 4,6% entre 2008 y 2009 y 13,4% en 2010-2021.
La consecuencia de todo ello es que las empresas familiares se comportan en Bolsa mejor que el resto. El valor bursátil de las empresas familiares se ha multiplicado por más de cuatro veces durante los últimos 18 años, mientras que el de las empresas no familiares se ha triplicado en el mismo periodo.
Fuente: Carmignac, 5 de enero de 2022-
Las rentabilidades pasadas no presuponen rentabilidades futuras
“Los directivos de estas empresas miran al largo plazo y tienen una mayor aversión al riesgo debido a sus inversiones personales en la empresa, tanto en tiempo como en dinero Eso explica por qué estas empresas suelen ser más resistentes en periodos de dificultades», señala Obe Ejikeme, gestor de fondos en Carmignac.
Por el contrario, el gobierno corporativo de las empresas familiares puede constituir un punto débil, sobre todo a la hora de estructurar ese gobierno corporativo o en el momento de traspasar la propiedad de la empresa a la siguiente generación, como retrata con maestría la serie estadounidense Succession.
“La planificación de la sucesión es uno de los elementos clave en los que nos fijamos cuando analizamos una empresa familiar”, explica Mark Denham, responsable del equipo de renta variable europea de Carmignac. Este gestor de fondos pone de relieve los valores comunes entre las empresas familiares en las que puede invertir y Carmignac, propiedad íntegramente de sus empleados y la familia del mismo nombre.
De hecho, los inversores hacen bien en interesarse por las empresas familiares, teniendo en cuenta su capacidad para crear valor a largo plazo y participar en el desarrollo de la economía local y mundial, con la condición de que apliquen un enfoque selectivo y realicen análisis exhaustivos.
“A la hora de invertir en empresas familiares, es esencial saber identificar a las mejores y ser selectivo como también lo es la diversificación, no solo desde el punto de vista sectorial, sino también regional y de la generación que dirige la empresa: primera, segunda, tercera, etc”, subraya Mark Denham.
1 Estudio de UBS, junio de 2019.
2 Global Entrepreneurship Monitor, 2019-2020 Family Entrepreneurship Report, Babson Park, Donna J. Kelley, William B. Gartner, Mathew Allen.
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