Carmignac considera que hacer balance de la situación en este momento arroja resultados interesantes, dado que acaba de finalizar el primer trimestre. En su último análisis, destaca que, después de haber sufrido una perturbación de gran envergadura, los mercados se están adentrando en una fase que combina esperanza y miedo. Tras ella, vendrá la tercera etapa, con un nuevo paradigma de mercado.
Entre febrero y marzo se produjo esa perturbación, que se sintió en unos mercados que se preparaban para un año de modesta recuperación económica tras la ralentización de 2018-2019. “Esa sensación de placidez, sumada al clásico desdén por lo que sucede en tierras lejanas, provocó que las bolsas europeas prácticamente se desentendiesen hasta principios de febrero del brote de la epidemia en China”, asegura la gestora.
En su opinión, posteriormente, se constató que no era solo un problema regional, sino que también incumbía a Occidente; pero seguía sin comprenderse del todo lo rápido que la propagación de una pandemia puede saturar los sistemas sanitarios. Eso generó una creciente sensación de pánico, se impuso un bloqueo económico con importantes consecuencias deflacionistas, los mercados bursátiles cayeron un 20%-30% en un mes y los tipos a largo plazo se desplomaron.
Después, cundió el pánico en la Fed y la mayoría de bancos centrales y gobiernos, que aplicaron “soluciones sumamente poderosas de sustitución de ingresos para las economías”, que habían interrumpido un 75% de su actividad. Según Carmignac, todo ello puso punto final a la primera fase de la perturbación.
Desde entonces, señala, nos hemos adentrado en la segunda fase: los mercados empiezan a ver la luz al final del túnel, a medida que las curvas exponenciales comienzan a mostrar una evolución algo más esperanzadora en prácticamente todos los países “y el posicionamiento del mercado ha pasado a ser muy liviano”. Pero, al mismo tiempo, pronto se podrá cuantificar el efecto económico del confinamiento conforme se vayan publicando los datos económicos posteriores a febrero.
“Las empresas empezarán a publicar sus resultados trimestrales y perspectivas en estos días, y probablemente serán desfavorables”. Para la gestora, lo que debemos tener en cuenta es que, a diferencia de lo que ocurriría con una recesión cíclica clásica, esta vez el sector servicios será el más afectado, y en nuestras economías representa entre el 70% y el 80% del PIB.
Un mercado de altibajos
Su hipótesis inicial es que esta segunda fase se caracterizará por una combinación del regreso de los mercados a su senda inicial y la publicación de datos de gravedad sobre el daño económico. “Por tanto, esperamos que este periodo sea sumamente inestable: estará repleto de esperanza, pero también de incertidumbre”. Además, destaca que esta situación también impera en los mercados de renta fija, donde los rendimientos han alcanzado niveles mínimos y ahora parecen estar entrando en una horquilla de negociación determinada.
Con todo, Carmignac pronostica muchos altibajos en unos mercados, que, en los últimos días, “han mostrado una gran solidez”. Por ello, ha incrementado su perfil de riesgo según comenzaba esta fase, pero solo hasta niveles moderados, con el fin de reducir la volatilidad de sus fondos.
“Sin duda alguna, existe un argumento alcista para la tercera fase, dado que, según parece, los responsables políticos han respondido al problema con fuego a discreción”. En ese sentido, recuerda que el balance de la Fed se ha disparado en 1,6 billones de dólares en seis semanas y que el esfuerzo en el plano presupuestario también es ingente. Aun así, actualmente trabaja teniendo en cuenta cuatro cuestiones que le preocupan de cara al futuro:
1. La forma en la que la Unión Europea abordará una situación en la que es necesario ser solidarios. “En realidad, se trata de un asunto político, no solo económico. Veremos si los ministros de Finanzas del Eurogrupo logran alcanzar un acuerdo en breve, pero será necesario un compromiso concreto, al más alto nivel”, afirma. De otro modo, advierte de que nos quedaremos “encallados” en la condicionalidad de la ayuda, la duración de los préstamos y la procrastinación.
2. La segunda preocupación gira en torno a cómo afrontarán algunos países del universo emergente que presentan cierta debilidad esta presión duradera sobre la financiación en dólares.
3. También permanecerá pendiente de la duración de las repercusiones iniciales sobre la actividad económica. “Los analistas han rebajado sus expectativas para 2020, ¿pero podrían aun así estar pecando de optimistas?”, se pregunta la gestora.
4. Por último, asegura que el grado de coordinación internacional en las medidas de recuperación podría ser sumamente importante. “Si bien Europa no da grandes muestras de coordinación, no se decantará por las políticas de austeridad, como hizo en 2008; aunque también resulta evidente que EE. UU. no está intentando asumir el papel de líder mundial”, apunta. A su juicio, parece que cada país se está sacando sus propias castañas del fuego, lo que podría dar lugar a una coyuntura política y económica de gran complejidad.