Pueda que nos parezca que en 2022 estamos viviendo un viaje al pasado. Una inflación elevada, la subida de los tipos de interés, el mercado bajista y una guerra indirecta con Rusia: todo nos recuerda mucho a lo que se vivía en los primeros años de la década de 1980. Sin embargo, el entorno actual de mercado tiene su origen en un acontecimiento completamente distinto, la pandemia de COVID-19 y la respuesta de las autoridades ha provocado fuertes alteraciones en la economía y los mercados. Qué alteraciones desaparecerán con el tiempo y cuáles permanecerán a largo plazo, es la pregunta clave para los inversores.
¿Por qué es tan elevada la inflación?
El elevado nivel de inflación constituye la alteración más importante, lo que ha llevado a un grupo de gestores, analistas y economistas de Capital Group a estudiar los niveles de precios al consumo en 22 países en relación con el crecimiento de la masa monetaria.
Un rápido crecimiento de la masa monetaria, impulsado por las medidas de estímulo puestas en marcha por los gobiernos durante la pandemia, la agresiva concesión de préstamos bancarios y unos tipos de interés ultrarreducidos, coincide con un drástico aumento de la inflación. En otras palabras: los países que ofrecieron mayores estímulos durante la pandemia son los que han terminado con mayores tasas de inflación.
De hecho, podría decirse que la alteración más importante no está en el nivel actual de inflación, sino en las medidas de estímulo fiscal y monetario sin precedentes que se pusieron en marcha, tal y como afirma Julian Abdey, gestor de renta variable de Capital Group: “Me recuerda a la famosa cita de Milton Friedman: la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario. Es decir, la inflación se produce cuando hay demasiado dinero para adquirir muy pocos productos, que es exactamente lo que está pasando ahora”.
¿Ha alcanzado la inflación su nivel máximo?
Según Abdey, la inflación podría estar ya cerca de su nivel máximo y, aunque aún podría tardar un poco en llegar, lo importante es que la Fed y muchos otros bancos centrales están actuando con rapidez en el endurecimiento de su política monetaria, lo que debería acabar reduciendo la inflación. Además, la mayoría de los gobiernos ya no están otorgando ayudas a empresas y particulares con motivo de la pandemia.
¿Significa eso que la inflación podría situarse en el 2%, que lleva tanto tiempo siendo la tasa objetivo de la Reserva Federal? “Eso dependerá en gran medida de la respuesta futura de la Fed”, añade Abdey, que ve varios escenarios posibles: “Si la Reserva Federal endurece en exceso su política monetaria, podría provocar una grave recesión. Pero, si da marcha atrás, las elevadas expectativas de inflación podrían quedar integradas en la economía real”.
Algunos indicios apuntan a un cierto retroceso de la inflación. En Estados Unidos, la inflación cayó al 8,3% en agosto, un porcentaje que continúa siendo elevado en términos históricos, aunque inferior al 9,1% registrado en junio, máximo desde 1981.
La volatilidad de los precios de la energía, que contribuye en gran medida a la inflación, parece haber alcanzado su nivel máximo durante el verano y ahora se está reduciendo. Los precios de la gasolina en Estados Unidos, por ejemplo, han caído aproximadamente un 25% en los últimos tres meses. El precio de los alimentos, sin embargo, continúa aumentando con fuerza, junto a los precios de los vehículos nuevos, la vivienda, la electricidad y la atención sanitaria.
La gran dimisión
Otra de las alteraciones provocadas por el covid que parece haberse consolidado es la gran escasez de mano de obra. En 2021, comenzó a hablarse de “la gran dimisión”, basada en los datos ofrecidos por el gobierno estadounidense, que apuntaban a que aproximadamente 47 millones de personas habían abandonado voluntariamente ese año su puesto de trabajo y parecían haber desaparecido del mercado laboral.
Nuevos datos y multitud de estudios al respecto arrojaron algo de luz sobre los principales motivos. Muchos dimitieron para acabar aceptando trabajos mejor pagados. Algunos trabajadores de más edad optaron por la jubilación anticipada. Y aproximadamente 600.000 estadounidenses decidieron crear su propia empresa.
¿Y por qué sigue habiendo una gran escasez de mano de obra de Estados Unidos, con una tasa de desempleo cerca de mínimos históricos? Según Jared Franz, economista de Capital Group, porque la economía estadounidense, y muchas otras economías desarrolladas de todo el mundo, no han mantenido las tendencias de crecimiento previas a la pandemia: “Si tenemos en cuenta el crecimiento medio anual de la población activa antes del covid, deberíamos tener entre cuatro y cinco millones de trabajadores más de los que tenemos en la actualidad”, señala.
Este desequilibrio de la población activa afectó más a unos sectores que a otros, especialmente a aquellos que sufrieron en mayor medida los efectos de las medidas de confinamiento durante la pandemia (viajes, hostelería, industria manufacturera, educación). El desequilibrio del mercado laboral tiene también importantes consecuencias en la trayectoria de subida de tipos de interés de la Fed, dado su deseo de enfriar un mercado que está ya al rojo vivo y que contribuye a la inflación a través de los incrementos salariales.
“Si estos cambios en la población activa persisten”, señala Franz, “se necesitarán más subidas de tipos de las que descuenta actualmente el mercado, y durante más tiempo, para que la oferta y la demanda de trabajo vuelvan a reajustarse”.
A largo plazo, Franz cree que la crisis del mercado laboral se irá atenuando, sobre todo si la economía estadounidense acaba entrando en recesión. Pero reconoce que se trata de una manera dolorosa de solucionar el problema: “Por desgracia, a veces se necesita una recesión importante para resolver los desequilibrios de una economía”.
Caída de los mercados de renta fija y renta variable
Todas las grandes alteraciones que están viviendo los mercados y las economías en la actualidad están afectando de lleno al concepto de diversificación de carteras. Cuando la renta variable sube, se supone que la renta fija baja. Pero eso aún no ha ocurrido en 2022. Ambas clases de activo están sufriendo los efectos de la elevada inflación y de la subida de tipos de interés, que están afectando a las compañías orientadas al crecimiento y a muchos tipos de deuda pública y corporativa, de modo que se observan caídas de doble dígito en los primeros ocho meses del año. En términos de rentabilidad total, esto no había ocurrido en más de 45 años, periodo que incluye el colapso del mercado de bonos de 1994, el estallido de la burbuja de las puntocom a principios de la década de 2000 y la crisis financiera mundial de 2007-2009.
Si la Fed consigue controlar los precios al consumo, la históricamente negativa correlación entre la renta fija y la renta variable debería regresar, explica Pramod Atluri, gestor de renta fija: “¿Nos enfrentamos a un nuevo régimen inflacionista o no? Yo creo que no. En mi opinión, lo más probable es que asistamos a una reducción de la inflación a medida que la Reserva Federal y otros bancos centrales continúen subiendo los tipos de interés y reduciendo sus balances”, concluye.
Sin embargo, continúa Atluri, esta dolorosa experiencia podría tener un impacto a largo plazo en los mercados, ya que afectaría a la disposición de los gobiernos y los bancos centrales a intervenir en futuras crisis.
“En mi opinión, en los próximos diez años habrá menos medidas de estímulo fiscal y monetario, ya que los responsables políticos van a querer analizar qué es lo que se ha hecho mal”, añade. “Es probable que una menor intervención traiga consigo una mayor volatilidad de los mercados de lo que los inversores han estado acostumbrados”, sentencia.