Llegó a estar en el puesto número 7 de la lista de Forbes de los hombres más ricos del mundo con una fortuna estimada en 30.000 millones de dólares. Eso fue en 2012, cuando Brasil asombraba al mundo con su potencial económico bajo la batuta de Dilma Rousseff.
Un año más tarde, 2013, las cosas empezaron a ir cuesta abajo para Eike Batista. El que fue el hombre más rico de Brasil, aparecía ya en el famoso ránking en el puesto número 100. Ese año, su holding OGX se estrelló en la bolsa tras el fracaso de varias proyectos petroleros. Fue el auge y caída de una de las mayores fortunas del país labrada a la sombra de un imperio petrolero y de construcción de infraestructuras.
Admirado en el gigante sudamericano por su imagen de ser un hombre hecho así mismo, el magnate voló la semana pasada a Nueva York coincidiendo con una orden de arresto de la policía federal brasileña. Estaba acusado de corrupción en un caso anexo al de ‘Lava Jato’, que investiga una inmensa trama de fraude en torno a la petrolera estatal Petrobras.
Batista fue detenido hoy en el aeropuerto de Rio de Janeiro bajo sospecha de lavado de dinero y de haber pagado sobornos al ex gobernador carioca Sérgio Cabral por importe de 16,5 millones de dólares. La prensa local especula si su regreso tiene que ver con un pacto con la justicia que ayude a delatar a sus cómplices en la trama ‘Lava Jato’.
En diciembre, Batista aseguraba a varios medios que ya tenía en mente varios proyectos para volver a la cima de los negocios del país. Sin embargo, será difícil desde la cárcel de Ary Franco, situada en la zona norte de Rio de Janeiro, en la que reside desde esta misma mañana.