Paulo Roberto Costa, un ex alto ejecutivo de Petrobras, la empresa estatal de energía de Brasil, fue arrestado por cargos de lavado de dinero en marzo de 2014. Al principio parecía un caso de corrupción como cualquier otro. Pero entonces Costa comenzó a hablar desvelando el escándalo de corrupción más grande en la historia de Brasil, que en 12 meses no ha dejado de crecer: cerca de 50 políticos están implicados, incluido el tesorero del gobernante Partido de los Trabajadores y los portavoces de ambas cámaras del Congreso.
El escándalo ha eclipsado acontecimientos políticos más positivos, perjudicando la confianza de los inversores y proyectando una larga sombra sobre una economía ya asediada. La emisión de las cuentas auditadas de Petrobras y la condena de los culpables debería cerrar el asunto, porque la falta de pruebas que impliquen a la presidenta Dilma Rousseff hace improbable que sea juzgada.
En general, cuentan los expertos de Investec, “creemos que elimpacto político del escándalo retrocederá y la confianza del mercado debería comenzar a recuperarse en los próximos meses». Sin embargo, subrayan que dado el importante papel que juega Petrobras en la economía -representa alrededor del 10% de la inversión de capital y el 6% del PIB- los vientos en contra del crecimiento serán significativos, especialmente por los efectos que el escándalo va a tener en otras empresas vinculadas al caso.
«Las perspectivas de crecimiento se ven aún más dificultadas por la posibilidad de que se produzcan racionamientos adicionales de agu, así como por la creciente probabilidad de se racione la energía a la población», dice . El país está sufriendo la peor sequía en 80 años y esto ha afectado sobre todo la región económicamente vitales como Sao Paulo. Aunque las reciente fuertes lluvias ha ayudado a aliviar la situación, el racionamiento de agua puede continuar durante algún tiempo, mientras que no se puede descartar que a lo largo del año haya parones en el suministro de energía, lo que dañaría especialmente al sector industrial.
Estos dos shocks han llegado en un momento de debilidad aguda en la economía brasileña. El crecimiento del PIB se ha derrumbado desde los gloriosos días vistos en la década de 2000-2010. La posición exterior y fiscal de Brasil se ha debilitado significativamente, la inflación está un máximo de cinco años y el real brasileño ha perdido la mitad de su valor desde 2013. El déficit por cuenta corriente continúa su deterioro visto en durante los últimos ocho años, en parte impulsado por la situación de la balanza comercial, y, en parte por la caída del precio de las materias primas.
Como explica Investec en su informe de análisis de mercados emergentes, la situación fiscal de Brasil también se ha deteriorado notablemente. En 2014 el país registró su primer déficit presupuestario primario del siglo. Sin embargo, el nuevo ministro de Finanzas, Joaquín Levy, es conocido por ser un tecnócrata creíble y comprometido con restablecer la sostenibilidad fiscal y la transparencia. El objetivo del gobierno este año es el de conseguir un superávit presupuestario primario del 1,2%. Para lograrlo, Levy ha prometido medidas de ajuste fiscal como la reducción de las prestaciones por desempleo y recortes en el gasto discrecional. Cabe destacar que la Cámara Baja ha aprobado la legislación que mejorará la flexibilidad del mercado laboral.
Empiezan a visualizarse las reformas
Este proyecto de ley fue rechazado por Partido de los Trabajadores de Dilma, pero dado que la legislación contiene cambios significativos desde que Levy es ministro de Finanzas, esto debería garantizar que se aprueba. «Así, aunque el programa de reformas no tiene el mismo calado que en la India, el panorama en Brasil es ahora mucho más positivo que durante el primer mandato de Dilma e incluso mucho más positivo que lo que los inversores preveían hace apenas unos meses. El banco central también está intentando recuperar parte de su credibilidad tratando de cumplir con el objetivo de inflación que está fijado en el 4,5%», explican el informe de la firma.
«Los riesgos de la divisa se mantienena la baja. En los últimos meses veníamos manteniendo una exposición infraponderadaalreal brasileño, pero ahora permanecemos neutrales. Dada la oleada de ventas vistas en los últimos meses estamos convencidos de que hay espacio para una mayor debilidad», explican.
Investec ha mantenido una posición sobreponderada en duración local «porque somos positivos en los fundamentales a largo plazo. Los vientos en contra desde el escándalo de Petrobras y el debilitamiento del real han dañado la rentabilidad relativa en los últimos meses. Sin embargo, nos gusta la deuda a largo plazo porque el aumento de la credibilidad del nuevo equipo económico ha ayudado a apuntalar el extremo largo de la curva de rendimientos de Brasil. Aunque es poco probable que se cumpla el ambicioso objetivo de superávit primario, esperamos que las agencias de rating den tiempo a que Levy implemente sus ajustes fiscales. Creemos que la calificación crediticia se mantendrá el grado de inversión».
Los próximos meses requerirán un análisis cuidadoso, advierten, pero en el largo plazo seguimos siendo optimistas sobre las capacidades del nuevo equipo económico del gobierno para hacer los ajustes apropiados que ayuden a reparar la economía brasileña.
«Es probable que veamos un año de difíciles ajustes en Brasil y probablemente seguirá siendo uno de los grandes mercados más vulnerables del universo de emergentes. Sin embargo, a largo plazo, el gobierno está dando los primeros pasos para recuperar la credibilidad y llevar a cabo las reformas que el país necesita tan desesperadamente», concluyen.