El vodevil político que ha vivido Brasil llegó a su fin con una votación este mediodía en Brasilia, en lo que parecía una conclusión inevitable. Transcurridos más de ocho meses desde que comenzara el proceso de impeachment, los senadores brasileños decidieron poner fin al mandato de la ya ex presidenta Dilma Rousseff.
Ricardo Lewandowski, presidente del Supremo Tribunal Federal y del Senado durante el proceso del impeachment, anunció el comienzo de la votación. Si bien la obtención de 54 votos entre los 81 miembros de la cámara hubiera sido suficiente para apartar a Dilma de la presidencia, finalmente fueron un total de 61 votos los que apoyaron el proceso de destitución, no habiendo ninguna abstención entre los miembros. El vicepresidente del anterior gobierno, Michel Temer, que desde mayo ejercía las funciones de presidente interino, es ahora el nuevo presidente de la República de Brasil durante el resto del mandato, hasta que se convoquen las nuevas elecciones presidenciales de 2018.
El Congreso comenzó el proceso de impeachment en diciembre del pasado año, alegando que Rousseff había utilizado maniobras contables para encubrir el tamaño real del déficit presupuestario. El Senado la forzó a renunciar temporalmente en mayo, tras votar por un abrir un juicio en contra de Dilma. Este juicio comenzó la semana pasada. Desde entonces la Cámara ha celebrado unas cinco sesiones maratonianas, incluyendo la del pasado lunes, en la que Rousseff respondió a las preguntas de los legisladores durante 14 horas. En repetidas ocasiones, negó haber cometido irregularidad alguna, contestando que la élite empresarial del país había elaborado los cargos con el fin de tomar el poder.
“Éste es realmente el final de Rousseff. Esto debería servir para trazar una línea y dejar a un lado las controversias de los últimos tiempos. El crecimiento de Brasil se ha estancado por ahora, probablemente no veamos crecimiento este año, pero deberíamos verlo en el siguiente. Partiendo de una base baja, pero al menos positiva”, comenta Edwin Gutierrez, responsable de deuda soberana en mercados emergentes para Aberdeen Asset Management.
“El proceso que atraviesa Brasil es uno histórico, que pondrá firmemente a Brasil en el camino de la reforma y de las mejoras. Para tener una sociedad justa y equilibrada es necesario que haya un estado de derecho y la aplicación de ese estado de derecho para todos los ciudadanos sin temor ni favor”, comenta el veterano gestor Mark Mobius, presidente ejecutivo del grupo Templeton Emerging Markets. “El impeachment de Dilma Rousseff es solo una parte del proceso, pero una muy importante, que determinará el futuro de Brasil”.
El nuevo presidente
Michel Temer juró su cargo y a continuación se reunió con los miembros de su gabinete y líderes del congreso, justo a tiempo para poder tomar un vuelo hacia China, donde se entrevistará con altos directivos empresariales en Shanghai, antes del comienzo de la cumbre del G20 en Hangzhou. “El verdadero trabajo comienza justo ahora para el presidente Temer. Tiene que cumplir con las promesas realizadas. La más importante de sus reformas es la reforma en las pensiones y ésta debería ser una gran prioridad”, añade Gutierrez de Aberdeen. “Aunque todavía tiene que superar el obstáculo de las elecciones municipales antes de poder ponerse en marcha. Quiere pasar éstas y utilizarlas como una manera de consolidar su apoyo antes de que el espinoso trabajo de las reformas comience”.
El principio del fin del ciclo
A pesar de que el país atraviesa una de las peores recesiones de su historia reciente, parece que los primeros signos de mejora comienzan a hacerse patentes. “Una mejora gradual tanto en los indicadores macroeconómicos domésticos y extranjeros ha acompañado a la transición política en curso. Alentado por una moneda más débil, el balance por cuenta corriente de Brasil mostró su primer superávit mensual desde 2007. Esto ha supuesto un gran paso para impulsar la confianza de los inversores, como se evidencia por un repunte de la inversión extranjera directa”, comenta Xavier Hovasse, responsable del equipo de renta variable emergente de Carmignac. “Al mismo tiempo, una continua desinflación debería finalmente permitir que el banco central pueda reducir los tipos de interés reales y nominales, que en la actualidad son los más altos dentro de los mercados emergentes; y una puesta en marcha de una economía que ha estado titubeando en los últimos dos años”.
Por su parte, Claudia Calich, gestora del fondo M&G Emerging Market Bond, considera que el nuevo presidente Temer contará con una serie de vientos de cola a su favor: “El déficit por cuenta corriente de Brasil continúa ajustándose y es ahora financiado en su totalidad por inversión extranjera directa. La inflación, aunque siga por encima del objetivo, ha tocado techo y comienza a bajar. Estos dos factores, junto con las expectativas del cambio político, han provocado un gran rally en la moneda y las tasas locales. Esto ha permitido que el Banco Central pueda comenzar sus compras de dólares, lo cual es un punto positivo para el crédito”.
“La actividad económica está comenzando a mostrar señales tentativas de haber tocado fondo. Los datos de mayor frecuencia como la producción industrial, el sentimiento empresarial y la inversión, así como las ventas minoristas están comenzando a repuntar después de una profunda contracción”, añade Calich. “Esto significa que Temer no estará haciendo frente a una crisis económica formal, lo que puede permitirle algo de tiempo para intentar impulsar las reformas, que, desde mi punto de vista, son críticas para reducir la rigidez de las cuentas fiscales brasileñas y estabilizar la dinámica de la deuda. Mientras una recuperación económica del ciclo ayudará a mejorar las cuentas públicas hasta cierto punto, una mejora considerable sigue siendo necesitada para reducir los gastos no discrecionales del gobierno. El sistema de seguridad social necesita de una fuerte reforma para reducir las prestaciones y desvincular las pensiones de la inflación. El Congreso está examinando introducir límites en el gasto”.
Por último, Calich apremia a no esperar a las elecciones municipales de octubre para acometer las críticas reformas, ya que habrá una ventana reducida para aprobarlas antes de que Brasil vuelva a incurrir en elecciones presidenciales en 2018.