Según Sailesh Lad, gestor del fondo AXA WF Emerging Markets Short Duration Bonds, las empresas brasileñas han conseguido tomar ventaja en el juego. Brasil está resurgiendo de un ciclo económico desafiante, golpeado por el entorno político y por los términos choque en el comercio, pero también se está beneficiando por ahora de un sentimiento positivo. El presidente Temer ha tomado finalmente posesión del cargo, marcando el comienzo de la esperanza o incluso un proyecto de una reforma real.
El optimismo debe ser balanceado con el tamaño de la reforma fiscal a acometer. Disminuir el déficit presupuestario desde un estimado 7,6% del PIB en 2016 y limitar la presión al alza en la deuda del gobierno, que se estima que se amplie al 80% a finales de 2017, supondrá hacer gala de un considerable coraje político.
Temer tiene la voluntad de realizar una reforma, pero su capacidad puede verse limitada. Realizar una reforma fiscal que soporte un cambio en la trayectoria de la deuda será extremadamente desafiante. En primer lugar, Temer no disfruta de una mayoría de 2/3 para realizar enmiendas constitucionales, lo que pondrá a prueba sus habilidades negociadoras. Esto puede que haga que las reformas tarden más tiempo en ser implementadas y que aumente la probabilidad de que sean implementadas en una versión aguada de las mismas, para poder llegar a un acuerdo.
Las reformas incluyen una propuesta para poner un límite al crecimiento del gasto, pero es poco probable que sea suficiente dado el alto gasto estructural del país. El gasto social supone más de un 17% del PIB, casi el doble que alguno de los países comparables a nivel de desarrollo económico, como Sudáfrica, México o Chile. Lo que se necesita en Brasil es una reforma estructural, incluyendo una reforma del mercado laboral, del sistema de pensiones, privatizaciones y mejoras en el entorno de negocio para que la economía crezca y la deuda se reduzca.
Las grandes empresas están bien posicionadas para navegar este momento. Con una reducción en los gastos de capital, costes bien controlados y algo de gestión de la deuda, las grandes corporaciones han sabido ajustar sus balances al nuevo entorno económico de manera más rápida que el gobierno.
Desde AXA IM creen que se ha realizado un cambio en la historia de Petrobras, ya que han comenzado a transformar su perfil financiero. La lección aprendida de las investigaciones sobre corrupción en Petrobras se puede traducir en un sector privado más ligero y más limpio.
“Preferimos nombres en los sectores metalúrgicos, mineros, de papel y celulosa, así como los productores de proteínas. Estas empresas tienen la ventaja de que sus ingresos se originan a partir de la exportación, pero que también se han beneficiado de la depreciación del real brasileño. Hemos logrado tomar beneficio en algunos de estas empresas que han alcanzado nuestro objetivo de rendimiento y que ya no se ven tan atractivas en términos de valoraciones relativas”, comenta Sailesh Lad.
En AXA IM se han mantenido constructivos en el caso de Brasil desde el año pasado y dado la bienvenida al cambio en el escenario político. Se espera que Brasil regrese al terreno del crecimiento positivo en 2017, las reservas de divisas permanecen fuertes con cerca de 366.000 millones de dólares, comparado con una deuda soberana de 37 millones de dólares. Sin, embargo, Lad comenta que habría que ser cautelosos con la capacidad del gobierno para afrontar las reformas fiscales en el medio plazo.