“Lo importante en la vida no es el triunfo sino la lucha, lo esencial es no es haber conquistado sino haber luchado bien”, cita de Pierre de Frédy, Baron de Coubertin, educador francés, historiador y fundador del Comité Olímpico Internacional.
Los Juegos Olímpicos de verano de Río 2016 y los Juegos Paraolímpicos tendrán lugar en Río de Janeiro, en Brasil. Esta es la primera vez que un país de América del Sur será sede de unas Olimpiadas, y la primera vez que se organizan en América Latina desde que las Olimpiadas de Ciudad de México en el año 1968.
Desde el 5 al 21 de agosto (desde el 7 de septiembre al 18 para los Juegos Paraolímpicos) más de 10.000 atletas de 206 delegaciones celebrarán el espíritu olímpico y competirán al más alto nivel en 42 disciplinas diferentes.
Rio de Janeiro es la segunda mayor ciudad de Brasil, con una población algo mayor a los 6 millones, y el destino turístico más popular de América del Sur. Rio es famosa por el entorno natural de la bahía de Guanabara, sus playas de arena, su celebración del carnaval, una herencia musical diversa, y por su puesto por su pasión por el fútbol y el voleibol de playa. La ciudad es patrimonio mundial desde julio de 2012, la primera ciudad que recibió este título de la UNESCO en la categoría de paisaje natural.
En los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, Brasil consiguió un total de 17 medallas (de las cuales tres de ellas eran oros). Brasil destaca en la competición olímpica de voleibol: el equipo femenino ganó la medalla de oro y el masculino la de plata, así como la de plata para hombres y la de bronce para mujeres en voleibol playa. Brasil es una de las 10 mayores economías mundiales medido en términos de Producto Interior Bruto denominado en dólares (ajustado por paridad de poder de compra); y la quinta en términos de territorio y población, pero terminó en el lugar 22 del medallero olímpico de Londres, por detrás de España.
Según la experiencia de otros países que han sido sede olímpica, Brasil espera beneficiarse en 2016 del dividendo olímpico y conseguir un número de medallas más acorde con el peso relativo de su economía a nivel mundial. A parte de la competición, los Juegos tienen aparejados una serie de inversiones que analista de inversiones globales de Goldman Sachs, Alberto Ramos, explica en detalle a continuación.
La inversión relacionada con los Juegos es demasiado pequeña para levantar la economía del país
Las Olimpiadas siempre han sido un momento de esperanza y de buenos sentimientos. Es una oportunidad única para celebrar la diversidad cultural y una amistosa competición atlética. Pero este no es el mejor momento para Brasil, cuya economía atraviesa una de las mayores y más profundas contracciones económicas de su historia reciente, la tasa de desempleo se ha disparado a un porcentaje de dos cifras y los gobiernos locales y federales se aferran a unas finanzas públicas deterioradas.
Después de ser sede de la Copa de Mundial de Fútbol de la FIFA en 2014 y de los próximos Juegos Olímpicos y Paraolímpicos, se incrementó la inversión pública y privada en infraestructura, así como la logística asociada. La inversión vinculada a los Juegos puede dividirse en tres bloques: el primero el coste operativo para realmente llevar a cabo el evento, estimado, según las cifras oficiales, por debajo de los 8.000 millones de reales (unos 2.400 millones de dólares) y estaría 100% financiado por el sector privado, incluyendo patrocinadores. El segundo bloque incluye inversiones y gastos relacionado con las instalaciones y los proyectos que no se hubieran llevado a cabo si Rio no hubiera sido sede olímpica. Estas inversiones están estimadas que excedan los 7.000 millones de reales, unos 2.100 millones de dólares, de los cuales cerca del 60% será fondeado por sector privado. El tercer bloque, incluye proyectos que anticipan o incrementan el gasto federal, estatal y municipal en infraestructura y programas de políticas públicas, como, por ejemplo: la expansión de las líneas de metro. El objetivo es incrementar el número de personas que se benefician de los Juegos. Muchas de estas inversiones han sido fondeadas a través de iniciativas público-privadas y están estimadas en unos 25.000 millones de reales o unos 7.600 millones de dólares, con casi un 40% del coste fondeado por fuentes de financiación privadas.
En resumen, Goldman Sachs considera que las inversiones vinculadas a la Copa del Mundo y las Olimpiadas han sido demasiado pequeñas para producir un dividendo económico significativo, dado el tamaño de la economía del país (cercano a los 1,8 billones de dólares). Además, debido a un gran número de desajustes económicos que han crecido y permeado en la economía, así como una severa caída en los indicadores de confianza, el gasto en inversión se ha contraído de forma ininterrumpida durante unos dos años y medio. La inversión fija bruta se ha reducido por 10 trimestres consecutivos (con una media significativamente superior al 11,6% medido de forma anual trimestre a trimestre). De forma general, la inversión fija bruta ha disminuido en un acumulado 27% entre el cuarto trimestre de 2013 y el primer trimestre de 2016 y ahora se encuentra al mismo nivel del segundo trimestre de 2009.
No son los tiempos económicos más felices
Brasil pasó de una fuerte cifra de crecimiento de una sola cifra hace tan solo 5 años a dos años de profunda recesión económica, que ha llevado al PIB a niveles del cuarto trimestre de 2010 con una caída acumulada del 9%.
El profundo deterioro del desempeño económico refleja una combinación de factores externos y domésticos. El telón de fondo externo se volvió menos amistoso con la caída de los precios de las materias primas, lo que resultó en un deterioro de los términos comerciales de Brasil; y además las condiciones de liquidez a nivel mundial se volvieron más exigentes. Pero, el principal factor del deterioro de la economía fue la mezcla de políticas domésticas heterodoxas e intervencionistas, que terminaron creando un gran número de desajustes. La política fiscal expansiva y de crédito llevó a una considerable disminución de la tasa de ahorro de la economía, deteriorando tanto el balance de cuenta corriente como el balance fiscal. En lugar de acelerar el crecimiento, la política terminó encubando y acomodando presiones inflacionistas y dañando las perspectivas de inversión. Esto hizo que aumentaran las preocupaciones sobre el enfoque de las políticas implementadas, dañando el sentimiento del consumidor y de las empresas; y deprimiendo profundamente el “espíritu animal” de la economía.
Brasil está atravesando la primera fase de una compleja transición política (que será confirmada o revertida con la votación final del Senado sobre el impeachment a finales de agosto o principios de septiembre). Dado el desempeño económico de los últimos años y la inestabilidad política de fondo, los mercados han invertido una cuantía significativa de esperanza en esta transición. Sostenida por la expectativa de que podría llevar a un giro en política macroeconómica, y a un equilibrio político más estable y cooperativo.
Parte del desempeño positivo de los mercados financieros brasileños se debe a las expectativas de que una nueva administración podría: estar más inclinada a acometer reformas estructurales para equilibrar la economía y parar el deterioro del balance fiscal; y ser capaz de conseguir el consenso político necesario para avanzar con las reformas.
En la actualidad, hay signos incipientes de que las fuerzas recesivas que se han apoderado de la economía están disminuyendo. Los indicadores de la confianza de consumidores y empresas parecen haber tocado fondo y comenzado a mejorar en los últimos meses, aunque de forma modesta y a niveles extremadamente deprimidos. Esta recuperación de la confianza podría ser el preludio del final de la recesión y de mejores tiempos económicos, sobre todo si la recuperación de confianza es apoyada por acciones concretas para profundizar en el ajuste fiscal y reequilibrar la economía. En resumen, a la vez que el país da la bienvenida a miles de atletas y visitantes, en silencio también espera que el alza del espíritu olímpico ayude a levantar el espíritu animal de la economía brasileña y llevarlo de vuelta a la tribuna reservada a las economías con mejor desempeño.