El ruido y el debate en torno a la inflación también llega a los inversores, que están valorando cómo posicionar sus carteras para responder a la perspectiva de un mayor nivel de inflación. Se prevé que en la UE se sitúe en el 1,9% en 2021 y en el 1,5% el año que viene, acercándose al objetivo del 2% del Banco Central Europeo, límite máximo que también fijan muchas otras autoridades nacionales, entre ellas el Banco de Inglaterra.
Los datos de inflación de abril mostraron un enorme repunte, con la inflación subyacente hasta el 3%, la más alta en más de 25 años. En opinión de Florence Barjou, director de inversiones de Lyxor AM, una gran parte de la subida, cerca de un tercio, está vinculada a los efectos de base. Sin embargo, el mercado los había descontado bien, y la sorpresa al alza subraya otros factores explicativos que se pueden tomar en cuenta.
“La cuestión es plantearse si estos factores se van a difuminar (esto será obviamente el caso de los efectos de base), o si tendrán un mayor impacto permanente. El mercado laboral tiene parte de la respuesta a esta pregunta. Para la Reserva Federal (FED), la decepcionante creación de empleo de abril parece justificar un marco todavía muy acomodaticio. Sin embargo, durante el mismo periodo, las grandes nuevas ofertas de empleo (8,1 millones) parecen contradecir este mensaje. A corto plazo, esta discrepancia podría ser solo un problema de concordancia, pero a largo plazo, los sueldos serán el juez definitivo. Las grandes empresas de Estados Unidos, desde McDonald’s hasta Bank of America, ya han empezado a aumentar los salarios mínimos, a veces hasta en un 25%”, apunta Barjou.
Según uno de los últimos análisis de Cerulli Associates, el consenso no está del todo claro y las opiniones se dividen entre aquellos que son más prudentes con la inflación, y los que creen que cualquier subida será puntual. La mitad de los bancos privados encuestados por Cerulli creen que la protección contra la inflación es uno de los objetivos más importantes para los clientes, sólo superado por la gestión del riesgo y la conservación del patrimonio.
Por ejemplo, para Yves Bonzon, CIO del banco privado suizo Julius Baer, el actual repunte de inflación está impulsado por factores temporales. Tal y como explica, a partir de junio, “el efecto base debería hacer bajar la inflación en lugar de empujarla al alza. En cuanto al resto, gran parte puede atribuirse a otros factores de recuperación que se resolverán en los próximos meses, como los cuellos de botella en el suministro y la recuperación de la demanda, que se ve acelerada por la acumulación de ahorros involuntarios durante la pandemia”.
Bonzon considera que la inflación no ha muerto, tan solo estamos entrando en un nuevo escenario: “Estamos entrando lentamente en una era de capitalismo y redistribución patrocinada por el Estado, que acabará por reactivar el crecimiento y la inflación de forma sostenible. Sin embargo, esto requiere un cambio importante en la forma de aplicar la política fiscal. Es probable que esto ocurra en la segunda mitad de la década y no antes”.
La respuesta de los inversores
En opinión de Axel Botte, estratega global de Ostrum AM (Natixis IM), negar la inflación puede ser el mayor riesgo del momento. “La Fed está en la fase de negación de los crecientes riesgos inflacionarios, lo que hace que los mercados de renta variable sean aún más sensibles a las rentabilidades de largo plazo de la deuda estadounidense. El genio de la inflación ha salido de la lámpara y la reacción de los precios al consumo en EE.UU. ha llegado con un decalaje de un mes respecto a la brusca aceleración de los precios a la importación e importación de marzo. La importancia de la inflación en el corto plazo para los mercados es hasta qué punto cambiará el escenario de tapering de la Fed”, añade Botte.
Frente a este contexto, “los inversores pueden protegerse contra la inflación de varias maneras directa e indirectamente. En este sentido, los bonos vinculados a la inflación se han convertido en uno de los activos que más interés ha despertado como propuesta para proteger las carteras. Según los datos publicados por Broadridge, los nuevos flujos netos hacia los fondos de esta categoría se dispararon hasta los 4.300 millones de euros (5.200 millones de dólares) en el primer trimestre de 2021, frente a las salidas de 500 millones de euros en los tres meses de abril a junio del año pasado, tras el pico del brote de coronavirus en Europa», señala Fabrizio Zumbo, director asociado de análisis de gestión de activos y patrimonios para Europa de Cerulli.
Según explica Zumbo, los inversores también tienen otras herramientas indirectas a su disposición para ayudar a protegerse contra la subida de los precios. «Las materias primas, incluido el oro, suelen ser favorecidas cuando los inversores se ponen en modo defensivo», afirma.
Desde Cerulli Associates reconocen que, aunque la actividad en estos sectores de cobertura de la inflación ha sido hasta ahora escasa, los fondos individuales han experimentado un repunte de la demanda. La mitad de los fondos protegidos contra la inflación que figuran en la clasificación de Broadridge, basada en los nuevos flujos netos del primer trimestre de 2021, estaban vinculados a las materias primas. Además, alrededor del 49% de los emisores de fondos cotizados (ETF) encuestados por Cerulli esperan que la demanda de ETFs basados en metales también crezca durante 2021 y 2022.
Respecto a los activos de crédito, Luke Hickmore, director de Inversiones de renta fija de Aberdeen Standard Investments, considera sensato situarse en el lado defensivo de los mercados de crédito: reducir los sectores de mayor beta, reconocer que las facilidades de crédito del confinamiento han funcionado casi como se esperaba, y moverse hacia áreas más defensivas como los servicios públicos y las asociaciones de viviendas, además de áreas como el alojamiento. Los mercados de crédito deberían tener cuidado de ser complacientes cuando el rendimiento del crédito no ha reaccionado ante el riesgo de que la inflación comience a afianzarse. Cambiar a un sesgo más defensivo ahora, en lo que parece ser el punto del ciclo en el que el crédito parece más caro, parece ser una opción sensata.