En la edición más reciente del informe mensual de renta fija de Fidelity International, Andrea Iannelli, director de inversiones del área de renta fija, comenta por qué los inversores no deberían pasar por alto los bonos indexados a la inflación, a pesar del deterioro de las perspectivas de la inflación mundial.
“El agotamiento del movimiento reflacionista y los decepcionantes datos sobre salarios que hemos visto recientemente han enfriado el entusiasmo inversor en torno a los bonos indexados a la inflación. Tras un excelente comportamiento a finales de 2016 y a comienzos de 2017, esta clase de activos ha sufrido presiones en fechas recientes en respuesta al descenso de las perspectivas de inflación”, explica.
Aunque Fidelity sí está de acuerdo en que las perspectivas de la inflación mundial son menos claras hoy que hace un año por la falta de crecimiento de los salarios y las políticas monetarias más restrictivas en los mercados desarrollados, el equipo de la gestora considera que su mal tono reciente ha dejado precios atractivos en algunas áreas de esta clase de activos. Dado que en el horizonte siguen observándose algunos riesgos inflacionistas, esta clase de activos, explican, puede seguir actuando como un valioso diversificador frente a la duración nominal.
Eso es lo que ocurre precisamente con los bonos indexados de EE.UU., donde el equipo que lidera Iannelli ha observado un fuerte ajuste de los precios que dejó tras de sí el ‘efecto Trump’ a medida que se han hecho aparentes las dificultades para aprobar reformas en el Congreso.
Debilidad del dólar
“Las tasas de inflación implícita a 10 años de Estados Unidos se han reducido desde más del 2% de enero hasta el 1,77% actualmente y la última oleada de malos datos de inflación y crecimiento salarial ha redoblado la presión. De cara al futuro, esperamos que el IPC estadounidense siga moviéndose en niveles bajos y que toque fondo en torno al 1,5% el próximo año. Comparadas con nuestras previsiones, las valoraciones de la inflación implícita son atractivas en los niveles actuales. Los inversores ya no esperan que se aprueben reformas significativas en EE.UU. y cualquier avance en el Congreso en materia de impuestos o inversiones sería una sorpresa positiva”, apunta el gestor.
Del mismo modo, podrían volver a la agenda del presidente las políticas proteccionistas, que provocarían una escalada de la inflación estadounidense. Por último, la reciente fase de debilidad del dólar podría traducirse en precios más altos en los bonos en 2018, lo que daría apoyo a las expectativas de inflación y a las tasas de inflación implícita de Estados Unidos.
En Europa, Fidelity espera que la inflación, representada por el índice armonizado de precios al consumo, siga siendo baja este año, pese al posible movimiento al alza de los precios de los alimentos.
“Durante 2018, esperamos que la inflación de la zona euro oscile entre el 1% y el 1,5%, todavía lejos del objetivo de cerca del 2% del BCE. La falta de presiones alcistas sobre los salarios y la reciente revalorización del euro crearán obstáculos para la inflación de la zona euro y sin duda serán un problema para el BCE. El Consejo de Gobierno de la entidad parece prepararse para anunciar una nueva reducción del programa cuantitativo a partir de enero de 2018, pero probablemente se mueva con suma cautela para dejar margen frente a cualquier sorpresa negativa en el plano del crecimiento. Aunque las perspectivas de inflación en la zona euro parecen buenas, el mercado ya lo ha descontado y las valoraciones justifican una sobreponderación a la vista de la asimetría del perfil riesgo-recompensa”, concluye Iannelli.