En términos de flujos europeos, en 2021 los bonos tuvieron también su protagonismo para los inversores. Según el último análisis realizado por Bank of America, a pesar de los rendimientos y la inflación, los inversores siguieron añadiendo bonos a sus carteras.
En este sentido, los fondos de deuda pública y de préstamos fueron los más favorecidos a lo largo del año pasado. Además, las estrategias de investment grade superaron a las de high yield ante la búsqueda de “rendimientos de calidad” en la que han estado centrados los inversores.
Los datos de Bank of America muestran que los fondos de renta variable terminaron el año marginalmente en terreno positivo, con un rendimiento inferior al del mundo de la renta fija. En la última semana del año, los fondos de high yield registraron su tercera entrada consecutiva, y el ritmo interanual se aceleró. Los ETFs centrados en investment grade protagonizaron una fuerte entrada, la décima consecutiva y la mayor en siete semanas. Los fondos de alto rendimiento disfrutaron de su primera entrada en cinco semanas. Además, los ETFs de high yield también pusieron fin a una racha de cinco semanas de salidas”, recoge en su análisis.
Sobre los flujos, los analistas de la entidad destacan las entradas positivas que lograron la última semana del año los fondos high yield global, europeo y estadounidense, siendo estos últimos los que obtuvieron los mejores resultados. “Los fondos de deuda pública registraron la semana pasada su decimocuarta entrada semanal consecutiva. Los fondos del mercado monetario también registraron entradas la semana pasada. En general, en la última semana, los fondos de renta fija registraron su tercera entrada consecutiva. Mientras que los fondos de renta variable siguieron registrando salidas, registrando su octava salida consecutiva”, apuntan.
¿Qué esperar en 2022?
Partiendo de un escenario en el crecimiento se mantendrá, aunque evolucione hacia un menor impulso, los expertos de Schroders consideran que no veremos aumentos significativos de los rendimientos de los bonos, especialmente en los plazos intermedios y largos (bonos a 10 años y más).
“A pesar de los continuos indicios de que el impulso del crecimiento mundial está tocando techo, los bancos centrales de los mercados desarrollados están cada vez más comprometidos con garantizar que la inflación no se convierta en una amenaza persistente. Esto se debe a las persistentes sorpresas al alza a lo largo del año, y creemos que el cambio de tono continuará de cara a 2022. Esto se ha hecho más evidente recientemente con la Reserva Federal de EE.UU. La reunión del Comité Federal de Mercado Abierto de diciembre continuó con una actitud más agresiva que sigue a la de otros bancos centrales a principios de año. De hecho, consideramos que los bancos centrales de los mercados emergentes han estado a la vanguardia de este ciclo de endurecimiento mundial. Les han seguido las economías del G10 de «mayor beta» (las más pequeñas y abiertas), como Nueva Zelanda. La Reserva Federal es el último banco central en preocuparse”, afirman Paul Grainger, responsable de renta fija global multisectorial de Schroders, y James Bilson, estratega de renta fija de Schroders.
Ambos expertos de Schroders argumentan que un banco central de línea más dura no tiene porqué ser un peligro para los bonos del Tesoro estadounidense a medio y largo plazo. “Estaríamos mucho más preocupados por estos activos si la Fed se mantuviera muy dovish ante los crecientes riesgos de inflación. Sin embargo, un banco central más comprometido debería ser negativo para los bonos del Tesoro de EE.UU. de menor vencimiento, lo que apoya nuestra tesis de aplanamiento. Hemos sido favorables a los aplanadores de la curva de rendimiento durante gran parte de la segunda mitad de 2021, y aunque esto ya se ha producido en cierta medida, nuestro análisis sugiere que el movimiento podría extenderse mucho más”, señalan.
Para Simon Lue-Fong, director de Renta Fija de Vontobel, en este año, la capacidad de generar alfa a través de la selección de bonos, además de la beta del mercado de renta fija y de los diferenciales del mercado, impulsará la rentabilidad total de la renta fija. “Los mayores riesgos para los mercados de renta fija el próximo año son las ampliaciones grandes y repentinas de los diferenciales, en caso de que los bancos centrales suban los tipos más rápido de lo previsto para mantener la inflación bajo control”, matiza.
En concreto explica que el temor es que, una vez que los rendimientos de los treasuries se sitúen por encima del 2% o el 2,5% debido a la inflación, los diferenciales tendrán dificultades para mantenerse estables. “Todo depende de la velocidad y las cantidades en las que se muevan los tipos, por supuesto, pero existe el riesgo de que los diferenciales estallen cuando los inversores empiecen a deshacer sus posiciones si los tipos suben demasiado rápido. Este escenario podría obligar a la Reserva Federal a adoptar medidas acomodaticias, ya que gran parte de la liquidez que ha inyectado en el mercado durante la pandemia ha ido a parar a los mercados de diferenciales en busca de rendimiento. En cualquier caso, es probable que el entorno de mercado del próximo año plantee grandes exigencias a los inversores en renta fija”, concluye Lue-Fong.