Según Fitch Ratings, Bolivia y Paraguay, dos de los principales exportadores de recursos en la categoría crediticia BB, estarían bien posicionados para soportar la caída de los precios de las materias primas, principalmente por la fortaleza de los balances fiscales y exteriores de ambos países.
Las mejoras en sus calificaciones crediticias estarían en contraste con las perspectivas negativas de otros exportadores de materias primas comparables. Mientras la calificación emitida por Fitch Ratings para Bolivia y Paraguay mejoró a BB/estable (Bolivia en julio y Paraguay en enero), países como Nigeria y Angola sufrieron una revisión a la baja en sus perspectivas, cambiando de BB/estable a BB-/negativa (Nigeria en marzo y Angola en abril), y en el pasado mes de mayo, se degradó la clasificación de la deuda de Gabón a B+.
Bolivia ha podido contrarrestar parcialmente las bajadas en los precios de las materias primas aumentando su producción de gas natural y manteniendo contratos a largo plazo con sus mercados vecinos. La base de exportación de Paraguay, cada vez más diversificada, y las mejoras en la producción en el sector agrícola ha permitido aumentar la capacidad para gestionar una caída en los precios. Los dos países han mantenido una dinámica de crecimiento récord, y una inflación de una sola cifra, siendo capaces de construir un colchón fiscal y exterior durante el ciclo de expansión en los precios de las materias primas.
En ausencia de reformas estructurales y de ajustes en las políticas, una caída más pronunciada y prolongada en los precios de las materias primas pudiera ejercer presiones en la calificación crediticia. Fitch Ratings espera que el declive en las exportaciones y en los fondos de estímulo de inversión pública cambie los presupuestos y superávit por cuenta corriente a déficit moderados en 2015-2017.
Recientemente, se realizaron recortes en las previsiones de crecimiento de Bolivia y Paraguay para finales de 2015, pronosticando un 4,3% para Bolivia y un 4% para Paraguay, ya que la contracción del ciclo económico y la fuerte depreciación de la moneda de Argentina y Brasil, principales socios comerciales, han hecho mella en la competitividad de los productos exportados por Bolivia y Paraguay. Las dos previsiones permanecen por encima de la mediana del conjunto de la deuda soberana con calificación BB, y otros países comparables en América Latina.
La mejora en la calificación de Bolivia refleja el progreso en la sostenibilidad de la producción de gas y la reducción en riesgos de nacionalización e incertidumbre regulatoria. Las proyecciones oficiales indican que las perforaciones profundas y los desarrollos en pozos ya existentes podrían proporcionar suficiente gas como para satisfacer la demanda local y exportar contratos a Argentina y Brasil hasta 2019. Bolivia tiene a su favor una baja deuda pública (30% del PIB), grandes reservas externas (46% del PIB), amplios depósitos en el sector público (23% del PIB) y acceso a financiación multilateral y al mercado de bonos global. Considerando estos factores, la economía de Bolivia podría absorber perturbaciones adversas y adoptar más políticas anti-cíclicas que otros exportadores de materias primas en la categoría BB.
A diferencia de la mayoría de países dependientes de la producción de petróleo en la categoría BB, los ingresos generados por las exportaciones de Paraguay están producidos por tres industrias que están relativamente no correlacionadas: soja, carne, y energía hidroeléctrica a Argentina y Brasil. La industrialización del cultivo de la soja, mejoras genéticas y sanitarias en la producción de ganado, y una industria manufacturera emergente están amortiguando la caída de los precios internacionales de los alimentos y el apoyo a una transición hacia la producción y venta de productos de mayor valor agregado. El crecimiento de Paraguay fue el más alto entre sus comparables con una media de 7% a cinco años en 2014. Esto incrementó los ingresos per cápita del país a la mediana del grupo BB.
Ambos países se enfrentan a los retos de superar factores estructurales que los mantiene por debajo del grado de inversión, temas gubernamentales y de corrupción, necesidades de desarrollo social y restricciones de capacidad a las entidades del sector público. Fitch Ratings mantiene un indicador “Macro-prundencial” de “3” para los dos países, ya que el potencial por riesgo sistémico financiero es alto, debido a la combinación de rápido crecimiento financiero y apreciación de la divisa en términos reales. Fitch no estima que los datos actuales indiquen burbujas en alguno de los dos países. Sin embargo, la situación actual en ambos mercados pone de relieve la importancia de reformas que deben fortalecer la gestión de políticas macroeconómicas e institucionalizar la prudencia fiscal.