En su informe Inversión en alimentación y agricultura: tendencias y oportunidades, los gestores del fondo BNP Paribas SMaRT Food destacan el contexto favorable para la inversión relacionada con la alimentación, en soluciones que van desde aditivos naturales para piensos y tecnologías agrícolas de precisión hasta envases sostenibles y productos que ayudan a reducir el desperdicio de alimentos.
“Estamos convencidos de que la transición hacia un sistema alimentario más sostenible representa una oportunidad apasionante para los inversores en renta variable cotizada”, destaca el equipo de BNP Paribas AM. Para alimentar a una creciente población mundial de manera más equitativa y nutritiva con recursos naturales limitados y reducir al mismo tiempo el impacto medioambiental de la producción agrícola, es necesario aplicar soluciones innovadoras a lo largo de toda la cadena de valor.
Esta gran variedad de soluciones permite a los inversores aumentar la diversificación en su exposición a la agricultura sostenible. “Pensamos que la cuidadosa selección de compañías cotizadas que se ajustan a esta temática de inversión permite construir carteras de inversión con un buen equilibrio entre empresas sólidas desde el punto de vista económico y otras compañías más orientadas hacia el crecimiento y de naturaleza cíclica”, subraya el informe.
¿Por qué invertir en alimentación?
Existe una serie de tendencias clave e interrelacionadas que impulsan la inversión a largo plazo en esta temática, subrayan desde BNP Paribas AM.
1. Aumento de la población y evolución de la dieta
Se prevé que la población mundial alcance los casi 10.000 millones de personas en 2050, lo que significa que habrá 2.000 millones más de bocas que alimentar que en la actualidad, y 3.000 millones más que en 2010.
El sector agrícola consume en torno al 70% del agua mundial, es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero (GEI) y uno de los que más contribuye a la deforestación. Unas prácticas agrícolas más productivas, junto a un cultivo de proteínas menos intensivo en recursos, podrían desempeñar un papel crítico a la hora de alimentar a la población de una manera más sostenible.
2. Acceso a alimentos saludables
Según UNICEF, alrededor de 2.400 millones de personas no pudieron acceder de manera constante a alimentos nutritivos, suficientes y saludables en 2022. Los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos, agravados por el cambio climático, y el elevado precio de los fertilizantes, reducen el acceso a los alimentos, sobre todo en las economías menos desarrolladas.
Por otra parte, la obesidad es un problema creciente, tanto en las economías de rentas altas como en las de rentas bajas. Muchas áreas urbanas han sido identificadas como «desiertos alimentarios», ya que carecen de acceso fácil a frutas y verduras asequibles como consecuencia de unas malas conexiones de transporte y la insuficiencia de supermercados.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la combinación de obesidad, desnutrición y carencia de micronutrientes tiene un coste de en torno al 5% de la renta mundial.
3. Cambio climático
El sector agrícola es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. El aumento de las temperaturas en todo el mundo ha dificultado la producción de alimentos en algunas regiones con los métodos tradicionales. Aunque a la vez está permitiendo que ciertos cultivos crezcan en nuevas zonas geográficas, también está contribuyendo a aumentar los niveles de enfermedades en los cultivos y de insectos invasores como la langosta.
Se necesitan innovaciones que mejoren la capacidad de resistencia de los cultivos a los efectos del cambio climático y que puedan reducir el efecto del clima en la agricultura, para hacer que el sector se ajuste a los objetivos climáticos, mejorando al mismo tiempo la seguridad alimentaria.
4. Contaminación grave, degradación medioambiental
Además de los efectos que provoca en el clima, la agricultura también contribuye de forma notable a la contaminación del aire, el agua y el suelo, así como a la degradación medioambiental. Cada año se utilizan en todo el mundo unos 200 millones de toneladas de fertilizantes nitrogenados, fosforados y potásicos.
Las prácticas agrícolas más sostenibles, incluidas las tecnologías de agricultura de precisión, serán esenciales para hacer frente a estos impactos medioambientales negativos.
5. Ineficiencias en la cadena de suministro, desperdicio de alimentos
A pesar de los costes sociales y medioambientales relacionados con el desperdicio de alimentos, Naciones Unidas estima que hay un 39% de alimentos en todo el mundo que no llega a consumirse. Esto significaría que la pérdida y el desperdicio de alimentos representan entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
Solo en Estados Unidos, el valor de los alimentos totales desperdiciados alcanzó en 2019 los 285.000 millones de dólares.
Las soluciones que pueden mitigar las pérdidas y el desperdicio a lo largo de la cadena de suministro de alimentos pueden desempeñar un papel importante en la reducción de los costes financieros y medioambientales asociados a los alimentos no consumidos.
6. Seguridad alimentaria
El número de personas que se enfrentan a inseguridad alimentaria en todo el mundo aumentó en torno al 150% entre 2019 y 2022, lo que se debió, en parte, a la elevada inflación de los alimentos.
Una de las principales causas de inseguridad alimentaria es la vulnerabilidad de las cadenas globales de suministro frente a los fenómenos meteorológicos extremos y a otros efectos climáticos, pero también por cuestiones políticas, como recientemente en la India, donde el Gobierno prohibió las exportaciones de arroz en respuesta al aumento registrado por los precios de los alimentos en el país.
Tendencias favorables
En este contexto, desde BNP Paribas AM destacan dos grandes tendencias globales que respaldan la transición hacia un sistema más sostenible de producción de alimentos.
En primer lugar, la evolución de la demanda de los consumidores: Según un estudio realizado en 2020, el 65% de los consumidores buscan productos que puedan ayudarles a vivir de una manera más sostenible y socialmente responsable. Otorgan además una importancia cada vez mayor a la salud, lo que los lleva a optar por productos alimentarios que favorecen su bienestar mental y físico, una tendencia que la pandemia de Covid ha intensificado.
En segundo término, el endurecimiento de la normativa. Los gobiernos comienzan a reconocer los costes financieros y sociales que traen consigo los problemas de salud, lo que lleva a muchos de ellos a utilizar la normativa para fomentar alternativas alimentarias más saludables. Por ejemplo, España ha obligado a las empresas que conforman la cadena de suministro alimentaria (salvo a los pequeños comercios) a contar con programas de reducción del desperdicio de alimentos.
A lo largo del pasado año, estas iniciativas legislativas, entre ellas las de la Unión Europea, se han visto sometidas a una cierta presión. Junto a la preocupación social por el aumento de los precios de los alimentos y del coste de la vida, los agricultores han protestado contra el aumento de los costes de producción y las políticas climáticas que les obligan a trabajar de manera diferente. Desde la gestora subrayan sin embargo que, a pesar de la politización de las reformas agrícolas, “se mantendrá la tendencia de endurecimiento de la legislación en respuesta a los retos medioambientales a los que se enfrenta el sector”.
Puede descargarse el informe completo en este enlace.