Pese a que el consenso apuesta en este momento por un “aterrizaje suave” a nivel macroeconómico para 2024, desde BNP Paribas AM rebajan el optimismo y consideran que “los riesgos se inclinan fácilmente hacia un crecimiento más bajo, un escenario que seguramente conduciría a menores TIR de la deuda y a caídas de la renta variable al no materializarse los beneficios esperados”, según apunta la gestora en sus perspectivas para 2024, tituladas “Nos adentramos en una nueva realidad”.
Esta nueva realidad hace referencia a que el año que viene podrían disiparse los factores que impulsaron la actividad económica en 2023: En Estados Unidos, el ahorro excedente no tardará en agotarse y la inversión corporativa disminuirá. Europa es más vulnerable al riesgo de recesión y se enfrenta a un escenario de estanflación, mientras que a China le está costando solucionar su crisis inmobiliaria, según el informe del equipo de analistas de la gestora.
La situación de la renta variable coincide además con unas valoraciones del mercado que “muestran una notable desconexión, con primas de deuda elevadas y primas de acciones bajas”.
“Así, combinando nuestra evaluación de fundamentales y de valoraciones de mercado o primas de riesgo, nuestra perspectiva principal de asignación de activos para 2024 es de duración larga en renta fija y de cautela en renta variable del universo desarrollado”, señala el texto.
Visión macroeconómica
Como elementos principales, la gestora indica que el endurecimiento de las condiciones financieras pesará sobre el crecimiento económico y el beneficio empresarial. Los gobiernos podrían dar marcha atrás al respaldo fiscal a medida que se concentran en reducir su endeudamiento. Y añade: “el principal riesgo es que el crecimiento se frene más de lo que anticipan los mercados”.
En el caso de Estados Unidos, los expertos de BNP Paribas AM no creen que la desaceleración acabe desembocando en una recesión. También anticipan que la inflación subyacente volverá a moderarse, aunque en un proceso lento hasta 2026. “En Estados Unidos todavía podría ser necesaria una recesión para devolver la inflación al objetivo de la Fed si esta se estabiliza en un nivel más elevado; las ganancias ‘fáciles’ de la normalización de las cadenas de suministro y del fin del turismo ‘de venganza’ podrían ya ser cosa del pasado. La desglobalización, la escasez de mano de obra y la inversión en la transición energética son factores inflacionarios”, indica el texto.
Y añade que las disrupciones sin precedentes experimentadas en los últimos cuatro años han dificultado especialmente la formulación de pronósticos económicos, por lo que la dependencia de los datos económicos que van llegando en cada momento no ha finalizado.
Otra región en la que muchos inversores no lograron predecir con acierto la trayectoria de crecimiento fue China, donde la reapertura flaqueó mucho antes de lo esperado. Con un respaldo gubernamental mucho más moderado, los hogares chinos no habían acumulado tanto ahorro, y el malestar en torno al mercado inmobiliario mermó la confianza de los consumidores y las empresas. También cabe esperar que las relaciones comerciales con Estados Unidos sigan siendo difíciles, con independencia de quién se convierta en el próximo presidente.
Europa es la región en la que los pronósticos negativos se cumplieron en su mayor parte, y donde el pesimismo podría estar aún justificado. Se ha enfrentado a una subida de los tipos de interés oficiales similar a la de Estados Unidos, y ha experimentado un mayor encarecimiento de la energía, pero sin mucho estímulo fiscal.
La eurozona podría sufrir una recesión leve este año, y según las estimaciones de la gestora, apenas crecerá en 2024. En este contexto, otra conmoción externa podría volcar fácilmente a la región en una recesión más profunda.
Por último, el panorama geopolítico se hace cada vez más complejo y retador, con evidentes tensiones desde Ucrania hasta Taiwán, y ahora Israel. “Aunque la geopolítica y el panorama electoral afectarán seguramente de manera considerable a los mercados en 2024, actualmente no es posible asignar probabilidades significativas a desenlaces potenciales”, concluye el resumen de la situación macro de BNP Paribas AM.
Asignación de activos
“Los fundamentales y las valoraciones son los dos principales motores de las perspectivas de asignación de activos, y teniendo en cuenta nuestro horizonte de inversión de 12 meses, ambos respaldan una postura de duración larga”, explica Maya Bhandari, directora global de multiactivos de la gestora.
El equipo considera que la economía estadounidense notará los efectos de las subidas de tipos de la Fed a lo largo de 2024 al no contar con la duplicación del déficit fiscal y el ahorro excedente, los dos factores principales que impulsaron el crecimiento en 2023.
“El consumo estadounidense debería disminuir y los indicadores adelantados sugieren que la inversión debería caer en un 10%. También vemos riesgos en una Europa que ya pasa apuros, donde los indicadores adelantados continúan empeorando, y las condiciones financieras y de crédito son mucho más restrictivas”.
Desde la gestora observan las valoraciones de los activos muy trastocadas: “las primas de riesgo de la renta fija se hallan en niveles que solo se han visto en contadas ocasiones en el último siglo, y son considerablemente más atractivas que las de la renta variable por primera vez desde 2009. Una de las ventajas de los bonos es que los inversores saben de antemano cuándo recibirán su dinero, y a las cotizaciones actuales, aseguran niveles atractivos de rentabilidad anualizada”.
Sin embargo, también reconocen que la brusca subida de las TIR de la deuda en 2023 conlleva externalidades negativas, un círculo vicioso en el que se intensifica el riesgo de menor crecimiento al crear un rápido endurecimiento de las condiciones financieras y elevar el riesgo de un accidente en el sistema financiero.
Posicionamiento
Para plasmar su perspectiva de duración larga, el equipo de la gestora defiende por tanto “posiciones que ofrecen TIR real a largo plazo, cuyo perfil de riesgo/rentabilidad parece especialmente atractivo. Así, mantenemos posiciones largas en bonos europeos con grado de inversión (sin cobertura), bonos de mercados emergentes denominados en moneda local y, en menor medida, títulos nominales estadounidenses”.
“La deuda local emergente representa nuestra posición más reciente, con la idea de sacar partido al fuerte retroceso experimentado por la deuda soberana durante el otoño de 2023. Estos bonos son una manera alternativa y diversificada de obtener duración larga en la cartera”, indica.
Asimismo, considera que la deuda emergente en divisa local también es más atractiva que las acciones de estas regiones, dado el panorama cada vez más opaco en China (sobre todo en cuanto a política monetaria), que tiene un impacto pronunciado sobre los índices de renta variable.
Los mismos riesgos fundamentales y temores de valoración subyacen en la cautela sobre la renta variable de cara a 2024, con la preocupación concentrada en este caso sobre todo en Europa.
Aunque Estados Unidos ha experimentado una ligera recesión de beneficios, los de las empresas europeas crecieron de manera firme durante el periodo pospandemia. “La expectativa es que los beneficios de las compañías europeas continuarán creciendo en el futuro próximo (a un ritmo del 5% al 9%). No obstante, en periodos de menor crecimiento como el que anticipamos, los beneficios han tendido a caer en una magnitud similar (hasta un 15%)”.
“A la luz de este panorama de beneficios menos favorable –concluye el informe-, las valoraciones de la renta variable europea nos parecen poco atractivas, no solo a nivel histórico en la región, sino también comparadas con la deuda soberana y el crédito con grado de inversión y high yield”.