En un año que está siendo muy intenso, la renta variable es un activo que se ve especialmente afectado por la volatilidad generada por las perspectivas macroeconómicas, que apuntan a una recesión el año próximo, señala en un reciente podcast Nadia Grant, directora de renta variable global de BNP Paribas Asset Management. La experta prevé una corrección de en torno al 10% y aboga por un posicionamiento defensivo enfocado en los mercados de mayor calidad.
“Empezamos el año con mucha fuerza, con pronósticos de crecimiento por encima de tendencia, con una inflación al alza que aumentaba los rendimientos, pero también teníamos un aumento de los rendimientos reales, que causó gran conmoción entre los activos growth”, analiza Grant.
“Hasta junio, desde BNP Paribas AM partíamos de la base de que la fortaleza de la economía estadounidense le permitiría recuperarse, la inflación se frenaría y la Fed conseguiría un ‘aterrizaje suave’ en 2023”, añade, situación que cambió cuando a mediados de año la inflación se demostró mucho más persistente y amplia de lo que se pensaba hasta entonces. No se limitaba a los cuellos de botella en el suministro causados por el COVID-19 y se vio agravada por los salarios, alquileres y por la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania. “Así que la Fed endureció su política y subió los tipos de interés 75 puntos porcentuales, lo que nos llevó a revisar nuestras perspectivas para la renta variable estadounidense y global. Nuestra hipótesis de base cambió del ‘soft landing’ al ‘hard landing’ en 2023”.
Durante el verano los mercados vivieron una recuperación, entre otros por los buenos resultados de las compañías en el segundo trimestre, que dio un respiro a las compañías de crecimiento de alta calidad, que superaron a las value.
¿Hay una desconexión entre las compañías y la economía macro?
Grant habla de la sorpresa que dejaron los resultados de las empresas en el segundo trimestre, que no reflejaron una posible recesión. “El 75% de las empresas superó las expectativas de BPA de consenso y el 70% en ingresos –indica-. Pero excluyendo el sector de la energía, apenas hubo crecimiento de beneficios y vimos por primera vez presión en los márgenes. Así que el crecimiento de beneficios fue menor al de ingresos para el periodo. Otra característica del segundo trimestre fue que se aliviaron los cuellos de botella en las cadenas de suministro, un elemento muy positivo ligado probablemente a la reapertura de China”.
En su opinión, no se trata sin embargo de una desconexión entre el mundo corporativo, bottom-up, y la visión top-down, sino de un desfase temporal, porque los resultados de las compañías reflejan lo ocurrido en ese trimestre y no se adelantan al futuro. “Nuestro equipo macroeconómico espera una desaceleración en algún momento a mediados del próximo año, y los mercados tienden a descontar esta situación mucho antes que los ingresos”.
En el tercer trimestre podrían surgir ya signos acordes a la caída en los principales indicadores económicos, aunque también podría ocurrir apenas a finales de año, en este contexto de desaceleración que según sus palabras se está produciendo “a cámara lenta”.
¿Cómo posicionarse ante esta situación?
La Fed confirmó su posición hawkish en Jackson Hole y continuó en la senda del endurecimiento en septiembre, lo que ha tenido un efecto directo traducido en ventas en los mercados. Si se produce una recesión leve como prevé BNP Paribas AM el año próximo, los beneficios se reducirán.
“Típicamente, una recesión de este tipo causa una contracción de entre un dígito alto y dos dígitos bajos de los beneficios. Esto contrasta con el consenso actual, que estima un crecimiento de un 8% de beneficios. En nuestra opinión, esto deja al mercado vulnerable a una bajada bastante considerable y como resultado nos estamos posicionando de forma más defensiva, tanto geográficamente –favorecemos mercados de alta calidad como el estadounidense- como en estilo, donde buscamos también la calidad porque consideramos que tiende a ofrecer mayor rendimiento en particular en momentos de desaceleración”, señala Grant.
Y añade: “Nuestra filosofía de inversión considera que las empresas de calidad mejoran el impulso empresarial con el apoyo de la valoración, por lo que consideramos que nuestro proceso nos ayudará a navegar estos tiempos inciertos”.
En cuanto a sectores, cuentan con posiciones en el de la salud, sobre todo con exposición a empresas farmacéuticas poco sensibles al momento económico con líneas de negocio innovadoras. También favorecen el sector tecnológico vinculado con las tendencias a largo plazo como la computación en la nube y el software. A su vez, se encuentran neutrales en el sector energético, que de hecho ha sufrido importantes correcciones y en el que muchas compañías de exploración y producción descuentan un precio bastante más bajo del petróleo que el actual, de en torno a los 80 dólares. Los años de baja inversión en el sector mantendrán además tirante la relación entre oferta y demanda. “En este sentido favorecemos compañías que tengan un claro plan de transición hacia las energías renovables”, concluye.