A la hora de evaluar las oportunidades futuras de inversión a largo plazo, es vital tener en cuenta el pasado y el presente, señalan desde el Grupo de Estrategias Medioambientales de BNP Paribas Asset Management. Examinar las interconexiones entre los motores de revoluciones industriales previas y los avances tecnológicos de la época puede ayudar a evaluar el papel y el valor de los actuales.
En un artículo firmado por Ulrik Fugmann y Edward Lees, codirectores y gestores senior del Grupo de Estrategias Medioambientales, ambos autores destacan que a lo largo de la historia, el crecimiento de productos y servicios disruptivos ha tendido a ser subestimado. Por ejemplo, el ritmo de cambio tecnológico y de descenso de costes ha superado a menudo las proyecciones.
«Nos encontramos a las puertas de una nueva revolución industrial que promete un futuro más verde a través de una biosfera revitalizada. Junto a seguridad energética y alimentaria, cabe esperar una aceleración de la productividad que impulsará los niveles de vida y las oportunidades de empleo en todo el mundo», señalan.
Esta revolución se apoyará en los avances en inteligencia artificial (IA), la digitalización, los vehículos eléctricos y autónomos, la inteligencia de datos, la impresión 3D y el internet de las cosas, así como la energía barata procedente de fuentes renovables. El proceso implicará asimismo la descarbonización de la economía y Fugmann y Lees creen que dará paso a una economía compartida en la que, por ejemplo, la gente dejará de tener un coche en propiedad y alquilará un vehículo (probablemente eléctrico y autónomo) cuando lo necesite.
«Para ver cómo nuestras vidas podrían verse revolucionadas a lo largo de las próximas décadas, deberíamos volver la vista atrás a revoluciones previas», explican.
Por ejemplo, la revolución industrial original, que tuvo lugar en Inglaterra entre 1760 y 1860, estuvo impulsada por el avance tecnológico, la educación y un capital creciente. Pero la segunda, que comenzó en Estados Unidos en la década de 1850, se basó en factores como la electrificación, el petróleo crudo, la rápida expansión del teléfono y la fabricación de automóviles en cadenas de montaje. Esto desencadenó el ascenso del país hasta su estatus de superpotencia mundial ya en 1890, por delante de Reino Unido. La disponibilidad de bienes producidos en fábricas, como la ropa, tornó asequibles los símbolos del éxito para la clase media y mejoró rápidamente el nivel de vida.
Una nueva infraestructura
El economista y escritor Jeremy Rifkin, que ha asesorado a los gobiernos de Alemania y China, entre otros países, sostiene que a comienzos de la década de 2000 se había agotado el potencial de productividad de la infraestructura sobre la cual se construyó la segunda revolución industrial. Ahora está surgiendo una nueva infraestructura tecnológica, impulsada por la digitalización.
Sin embargo, Fugmann y Lees subrayan, citando a Warren Buffett, que identificar temas no garantiza la rentabilidad a los inversores, que se enfrentan al reto extremadamente difícil de saber qué compañías serán capaces de sobrevivir y prosperar en los próximos diez o veinte años. Por ejemplo, en 1991, ocho de las 20 mayores empresas estadounidenses por capitalización eran compañías petroleras: en 2021 solo quedaban dos de ellas.
¿Cómo identificar inversiones ganadoras?
«En BNP Paribas Asset Management confiamos en que emplear una lente histórica experta y holística, junto a proyecciones fundamentales detalladas en el contexto del análisis de tendencias temáticas, nos ayuda a identificar negocios con visos de convertirse en los ganadores del futuro», escriben los expertos.
Las soluciones medioambientales alternativas como el hidrógeno verde, la energía solar, los vehículos eléctricos o los bioplásticos, por mencionar algunas, están alterando y trastocando las cadenas de producción y de suministro, y transformando el comportamiento de los consumidores en todo el mundo.
«Nuestro enfoque implica el diseño y uso de modelos propios detallados. La construcción de dichos modelos requiere monitorizar puntos de inflexión en términos de rentabilidad y adaptación en sectores específicos. En primer lugar, analizamos el impacto y el ritmo de crecimiento de innovaciones industriales históricas. Por ejemplo, ¿cuál era la penetración de mercado del teléfono móvil, la radio o internet? Analizamos pronósticos de crecimiento globales, y a partir de ahí, determinamos cómo se han comportado ciertos mercados respecto al crecimiento económico, con estimaciones de su tamaño actual y de cómo ciertas tecnologías permitirán su crecimiento a lo largo del tiempo», explican.
Estas lecciones les ayudan a determinar en qué fase del ciclo de crecimiento se halla toda una serie de nuevas tecnologías actuales. Combinadas con su análisis sectorial, les ayudan a considerar el potencial de las empresas que están analizando para generar ingresos de estas oportunidades innovadoras y escalables.
El resultado clave es un flujo de caja descontado a veinte años que trata de minimizar la influencia de valores y tasas de crecimiento terminales a favor de proyecciones de flujos de caja granulares. Esto se utiliza para generar múltiples escenarios en base a un abanico de hipótesis y se cruza con análisis múltiple y de suma de partes en un contexto histórico.
«Las oportunidades se monitorizan a través de listas exhaustivas de acciones divididas por subsectores, que nos permiten identificar anomalías relativas y divergencias absolutas de los objetivos fundamentales. Estas se revisan semanalmente en el marco de posiciones actuales y previas, y en su conjunto, nos proporcionan un buen marco operativo para pensar sobre los temas o temáticas que consideramos desde una perspectiva integral y también para identificar oportunidades específicas», escriben.
Encontrar ganadores requiere análisis, una mente abierta y la capacidad para examinar retos y oportunidades desde múltiples perspectivas, lo que en su opinión implica además una gestión activa.
La rapidez de los desarrollos transformadores plantea retos para los selectores de fondos. Además de los operadores ya establecidos y conocidos, están surgiendo pequeñas empresas ágiles, innovadoras y disruptoras, y cualquiera de ellas podría convertirse en una superestrella del mañana. «Nuestras carteras se construyen con sumo cuidado y sin perder de vista el riesgo, con capas sólidas de diversificación por regiones, tamaños y estilos, e incorporando consideraciones medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) –analizan los autores-. Creemos que las gestoras, los selectores de fondos y los inversores tienen la oportunidad de emplear su posición y su influencia para dar forma a un mundo mejor».