El pasado noviembre, BNP Paribas Asset Management celebró su Investment Forum, un evento anual en el que expertos académicos y directivos de la gestora debaten sobre las fuerzas estructurales que determinarán los desarrollos económicos, políticos y de mercado (y, con ello, las inversiones) en los próximos años. En este artículo, se repasan los temas tratados en la última edición, que condicionarán las decisiones de inversión de la gestora en 2020.
China: un paisaje cambiante
Respecto a China, Estados Unidos ha pasado del diálogo constructivo (Obama) al enfrentamiento estratégico (Trump), al considerar que el gigante asiático no va a cambiar de manera fundamental pese a su mayor integración en el sistema económico occidental. Para BNP Paribas AM, parece poco probable que se produzca un giro en la política gane quien gane los comicios en EE.UU.
La elección de Xi Jinping como presidente en 2013 dio paso a políticas económicas más firmes, como la Iniciativa de la Franja o la Nueva Ruta de la Seda. La resistencia de Occidente a algunas de ellas ha llevado a China a adoptar una postura más “reactiva” en sus relaciones internacionales. En el Investment Forum, Amy Celico (Albright Stonebridge Group) apuntó que China mantendrá una actitud desafiante mientras realza su posición global respecto a sus competidores.
La prioridad económica de Pekín para 2020 es gestionar la desaceleración: el crecimiento anual del PIB ha caído del 6,8% de comienzos de 2018 al 6% del tercer trimestre de 2019. “Los objetivos de desapalancamiento y reequilibrio de la economía no se han abandonado, pero con un menor crecimiento va a ser más difícil lograrlos”, advierte la gestora.
La competencia tecnológica es el área de tensión más visible con EE.UU., y el riesgo de un desacoplamiento entre los sistemas de ambos países está aumentando. “EE.UU. pretende aplicar controles a la exportación y restricciones a la inversión en aras de la seguridad nacional, y las reglas de China en materia de infraestructura de información crítica refuerzan esta tendencia de desacoplamiento”. Por ello, ve poco probable que un acuerdo comercial limitado ponga fin al desarrollo de políticas dirigidas a restringir los flujos tecnológicos.
Según BNP Paribas AM, dada la probabilidad de que la inversión en la Iniciativa de la Franja y la Ruta no sea tan elevada como se proyectó inicialmente, los inversores deberán sopesar las oportunidades que presenta. “La inversión en empresas que operan en China debe evaluarse con regularidad para tener en cuenta la evolución del entorno corporativo y regulatorio, anticipar peligros para los modelos de negocio e identificar oportunidades”.
Política económica en EE.UU.
El lastre de la guerra comercial sobre el crecimiento estadounidense se ha visto contrarrestado por el impulso de los recortes fiscales y de los tipos de interés. Ahora, la pregunta clave es si la economía va a planear hacia su potencial de crecimiento a largo plazo (1,8%) o si caerá en picado hacia una recesión. Lo más probable es el primer escenario.
Con unos tipos de interés bajos, se teme que la Fed tenga poco margen de maniobra para responder a la próxima recesión, por lo que “la necesidad de una respuesta fiscal expansiva es más grande si cabe”. En opinión del profesor Jason Furman, la probabilidad de que Trump sea reelegido se ve elevada por la fortaleza de la economía y por el hecho de que ya ocupa el cargo. En tal caso, el nombramiento de un nuevo presidente de la Fed en 2020 será una cuestión importante para los mercados.
Las elecciones podrían tener implicaciones significativas para la política tributaria, con subidas de impuestos y recortes en función de quien gane, y podrían verse afectados sectores como la salud, la energía, las finanzas o la tecnología.
La regulación de las superestrellas
“La era digital ha aportado grandes ventajas a la sociedad, pero también costes. Para minimizarlos, la implementación de regulaciones corresponde a los gobiernos”, apunta BNP Paribas AM. Estos deben tener en cuenta la creciente hostilidad hacia los gigantes tecnológicos: el público reclama que sean regulados como empresas de suministro público y que se los obligue a respetar las leyes y a participar en programas de política sectorial en inteligencia de datos e IA.
Otro de los desafíos a los que se enfrentan los reguladores es la política de defensa de la competencia. Esta y la protección del consumidor son las mejores herramientas para gestionar la industria, pero los reguladores necesitan adaptarlas al contexto digital y agilizarlas, destacó el nobel de economía de 2014, Jean Tirole, durante el Investment Forum.
Dado el dominio de las tecnológicas estadounidenses y chinas, ha habido llamamientos para un mayor uso de la política sectorial para promover campeones “regionales”, motivados por los efectos colaterales (infraestructura e intercambio de información), efectos indirectos de I+D público a otros sectores, o la preservación de la competencia. Pero los economistas se muestran escépticos, ya que “los gobiernos rara vez aciertan a la hora de elegir sectores o empresas ganadoras, y la implicación de las autoridades eleva el riesgo de que se vea capturado por el propio sector”.
“Seguir de cerca la evolución de la política regulatoria y su adaptación a la era digital será particularmente importante en 2020. Podrían producirse cambios que afecten al valor de las empresas e incluso rompan una compañía en varias partes”, advierte la gestora.
Cambio climático
El cambio climático se percibe cada vez más como una fuerza disruptiva, tanto para la economía global como para los inversores. Los gobiernos actuarán cuando la ciencia, la economía, la tecnología y el respaldo público estén alineados, pero las preguntas clave son cuándo ocurrirá, y de qué modo: ¿de forma fluida y coordinada, o retrasada y disruptiva?
Según BNP Paribas AM, los mercados no están suficientemente preparados para los riesgos de las políticas climáticas y, a medida que los gobiernos tomen decisiones, las carteras de los inversores quedarán expuestas. Entre los sectores que se verán más afectados, destacan la energía, la automoción, la agricultura o el consumo. “El mensaje clave es que los gobiernos responderán inevitablemente al cambio climático a medida que aumenta su impacto sobre el ciudadano”, sentencia.