El clima económico favorable que predominó en el cuarto trimestre de 2017 y la primera mitad de este año comenzó a disminuir a principios del tercer trimestre. Las señales de una desaceleración son cada vez más fuertes y se deben principalmente a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Para BLI – Banque de Luxembourg Investments, aunque el volumen comercial entre ambos países no es lo suficientemente grande para desestabilizar la economía global, cualquier escalada en la confrontación entre las dos principales potencias mundiales genera un clima de incertidumbre que es poco propicio para el crecimiento económico.
Por ejemplo, ralentiza la toma de decisiones en las empresas, lo que dificulta las inversiones y el comercio. Las incertidumbres geopolíticas también fortalecen el dólar frente a las divisas de la mayoría de los países emergentes, debilitando a aquellos con la mayor cantidad de deuda denominada en dólares. Hasta que no terminen del todo las tensiones entre Washington y Beijing, la economía global es propensa a continuar degradándose.
El mercado financiero
En su informe de perspectivas publicado recientemente, hizo hincapié en que los mercados financieros continúan en una situación de riesgo. Salvo la renta variable estadounidense, la mayoría de las categorías de activos han registrado un mal desempeño desde principios de año. Las deterioradas finanzas de las empresas siguen exigiendo una gran capacidad de selección a la hora de invertir en acciones.
Los intereses de los inversores ya no están en línea con los de los bancos centrales, como había sido el caso durante casi una década. Las autoridades monetarias se han embarcado en un proceso de ajuste que comenzó con las medidas del Sistema de la Reserva Federal estadounidense. Para lograr que cambien de dirección, la actividad económica debería dar claras señales de una ralentización, que no es el caso.
Además del cambio en la mentalidad de los bancos centrales, BLI considera que los inversores tienen que lidiar con un riesgo político intensificado debido a problemáticas actuales como la naturaleza “errática” del presidente Donald Trump o las dudas que generan el Brexit y el futuro de Italia. Los inversores que apuestan por renta variable deben estar preparados para asumir mayores volatilidades y soportar periodos menos “amigables”. En vista del buen rendimiento del mercado estadounidense, BLI cree que podría ser “tentador” abandonarlo y trasladarse hacia el asiático y el europeo. Del mismo modo, el histórico mal desempeño de un enfoque basado en el valor (que consiste en invertir en sectores como finanzas, telecomunicaciones o servicios) frente al de uno basado en el crecimiento, podría motivar a los inversores a priorizar el primero frente al segundo. Para el banco, esto puede ser “peligroso” en el contexto actual, especialmente porque las políticas monetarias poco ortodoxas llevadas a cabo por los bancos centrales desde 2008 han impedido que numerosos sectores “pongan su casa en orden”.
En vez de razonar en términos de regiones o sectores, los inversores a largo plazo deberían seguir focalizándose en compañías de calidad. La valoración de estas empresas es alta pero esto se justifica en el hecho de que los tipos de interés son significativamente más bajos que en el pasado. Además, la oferta de buenas acciones está reduciéndose constantemente debido a recompras y a fusiones y adquisiciones, lo que hace que se vuelvan más caras. El riesgo para estos títulos reside no tanto en su valoración como en la posibilidad de que puedan convertirse en un daño colateral en caso de que haya problemas en otros sectores que fuercen las ventas, como ocurrió en 2008 y 2009. Sin embargo, con compañías de calidad, los inversores por lo menos tienen más facilidad para recuperarse rápidamente. Asimismo, según BLI, la historia ha mostrado que las acciones que combinan un reducido apalancamiento con flujos de caja libres tienden a rendir mejor durante periodos con tipos de interés en aumento.
El mercado de bonos no se benefició de la corrección de los mercados bursátiles de comienzos de octubre. Lo mismo pasó a finales de enero y principios de febrero, cuando cayeron los precios de las acciones. BLI considera importante reconocer que el precio de los bonos gubernamentales de calidad ya no aumenta en un contexto de mayor aversión al riesgo, lo que demuestra que, actualmente, los mercados de deuda están más preocupados del riesgo de inflación inherente a la aceleración del crecimiento económico de Estados Unidos que del riesgo de deflación. Esto limita la utilidad de los bonos gubernamentales como instrumentos de diversificación en una cartera equilibrada. Dado que la expansión de los múltiplos de valoración de la renta variable está ampliamente justificada por la caída en la rentabilidad de los bonos gubernamentales, cualquier incremento sostenible de estos rendimientos podría pesar sobre los precios de las acciones, advierten en la gestora.