En su comentario de septiembre, publicado a través de su blog en Janus Capital, Bill Gross debate sobre la importancia del tamaño en el reino animal. Para hacer llegar sus ideas reflexiona sobre cómo son admirados y queridos los animales de gran tamaño, elefantes, jirafas y ballenas, y cómo son repudiados los insectos. La analogía del tamaño le sirve para hacer mención a la dimensión de los movimientos en los mercados del mes de agosto, y al ciclo restrictivo de la Fed que, según el veterano gestor de renta fija, será demasiado corto y demasiado tarde. A continuación, sus ideas:
“El tamaño parece importar en ciertos aspectos de la vida, y ciertamente importa en los mercados financieros. Dejando a un lado el caso de China, los enormes movimientos del mes de agosto en los mercados globales son un síntoma de que algo debe de estar mal en la propia economía mundial. Ahí está la oportunidad y el consiguiente tamaño del ciclo restrictivo de la Fed, que he defendido durante mucho tiempo, pero que ahora parece estar destinado a ser etiquetado como “demasiado poco, demasiado tarde”. El “demasiado tarde” hace referencia al hecho que la Fed podría haber perdido su ventana de oportunidad a principios de 2015; el “demasiado poco” habla de mi concepto de una nueva tasa de política neutral que debería situarse en torno al 2% nominal, pero que ahora no puede ser alcanzada sin asustar aún más a los mercados, y sin crear “inestabilidad financiera” auto-infligida.
Sin embargo, la Fed parece estar decidida a subir la tasa de interés federal sólo para demostrar que pueden comenzar su viaje hacia la “normalización”. La Fed debería hacerlo, pero el lenguaje a utilizar en su reunión de septiembre debe ser tan cuidadoso que “una subida y listo” representa cada vez una posibilidad mayor de lo que puede pasar – al menos en los próximos seis meses. La Fed ha comenzado a reconocer que los últimos seis años con tasas de interés cercanas a cero tienen influencia negativa en la economía real – destruye los modelos históricos esenciales para el capitalismo, como fondos de pensiones, aseguradoras, y la voluntad de ahorrar dinero en sí. Si el ahorro se marchita, también lo hace su hermano gemelo – la inversión – y con ella, la productividad a largo plazo, de la cual ya hemos visto un descenso, no sólo en Estados Unidos, sino a nivel mundial.
Pero este desequilibrio entre ahorro/inversión y consumo no es la única creación “Frankenstein” que las tasas a cero por ciento han creado. En los últimos seis años, y puede que en promedio desde principios del siglo XXI, los rendimientos artificialmente bajos han impulsado a los mercados y han tenido un impacto en la economía real en numerosos temas que no se discuten en la prensa financiera, y mucho menos en Washington, Londres, Bruselas o Tokio. Los menciono a continuación sin mayor aclaración, aunque sólo sea por limitaciones de espacio:
Mantener el listado corto en este caso es la política correcta. Existen más temas que le pueden venir a la mente, pero mi punto debe quedar claro. La financiación como columna vertebral de la economía global está tan dañada que necesita un reajuste importante. En este caso, incluso el mejor de los quiroprácticos debería abstenerse de intentarlo.
Tampoco va a solucionarlo una sola subida en la tasa de interés de los fondos federales. Cambios más drásticos en las políticas globales – todos en la misma dirección – serían necesarios, haciendo hincapié en el gasto por parte de los gobiernos en lugar de en la austeridad, y reconocer que las devaluaciones competitivas de la moneda no hacen más que permitir un respiro temporal al extralimitado problema global de “muy poca demanda agregada” frente a “demasiada oferta agregada”.
Es la demanda lo que debe aumentar – sí, China debe transformarse más rápidamente en una economía basada en el consumo – pero el mundo desarrollado debe tomar parte abandonando su destructivo énfasis en la austeridad fiscal, y comenzar a reemplazar su decadente infraestructura con rapidez, que ha retrasado por décadas. ¿Qué hacer como inversor? Reconocer que las recomendaciones anteriores son políticamente “Pollyannas” o demasiado optimistas.
La Unión Europea dominada por Merkel no va a cambiar en el corto plazo, tampoco Bernie Sanders será elegido como presidente de los Estados Unidos. La política fiscal global existente (así como la monetaria) no es constructiva, ni mejora el crecimiento, y no es probable que lo sea. Si este fuera el caso, las ganancias de capital del mercado de valores y los futuros rendimientos serán probablemente limitados, y si no negativos. Los mercados globales de deuda de alta calidad ofrecen poca recompensa en relación al riesgo de duración. Los retornos de private equity y hedge funds no pueden seguir prosperando si el crecimiento global permanece anémico. El efectivo o los instrumentos cercanos al efectivo como son los bonos corporativos a 1 o 2 años son mi mejor idea de inversiones con relación riesgo-retorno.
La recompensa no es mucha, pero como una vez dijo Will Rogers durante la Gran Depresión: “No estoy tan preocupado por el retorno de mi dinero como por el hecho de que me retornen el dinero”. Sin embargo, en el largo plazo, la devolución de su dinero muy probablemente no podrá pagar la universidad, la sanidad, o las pensiones. Este es el dilema casi mundial con el que nos encontramos, a medida que tasas de interés cercanas a cero limitan las ganancias de capital en el futuro, y si estas tasas suben muy alto, dará lugar a pérdidas y números rojos.
No mucho más que añadir aquí. El capitalismo basado en finanzas con tasas de interés cercanas a cero ha producido una serie de desequilibrios mundiales que perjudican el crecimiento productivo, y con esto, las posibilidades de conseguir prosperidad a “la antigua normalidad”. Con independencia de si es alto o bajo, o si su portfolio es grande o pequeño (¡mejor que sea grande!), no crecerá tanto como esperaba que creciera, en el futuro previsible”.