Arranca un nuevo año y lo hace con un paradigma de fondo diferente. Las gestoras internacionales han insistido en que la evolución de la inflación, las políticas monetarias de los bancos centrales, los riesgos geopolíticos y las megatendencias estructurales que se han acentuado tras la pandemia dibujan un nuevo escenario para los mercados y las inversiones. Definitivamente, las dinámicas del juego de los últimos diez años han cambiado.
Según Joe Davis, Chief Economist and Global Head of Investment Strategy Group para Vanguard, las tasas de interés elevadas se convertirán en la nueva norma para muchas economías a nivel mundial. “Hay una poderosa paradoja en este nuevo mundo de tasas más altas: si bien es probable que la volatilidad de los mercados financieros a corto plazo siga siendo elevada, los inversores a largo plazo y bien diversificados se beneficiarán de un retorno a tasas reales positivas”, explica.
Para David Page, Head of Macro Research de AXA IM, las perspectivas para 2024 y 2025 se construyen sobre las incertidumbres de finales de 2023, aunque en menor medida que a principios de 2020, cuando el mundo se vio inmerso en la pandemia. “Las incertidumbres geopolíticas reflejan las de finales de 2021, antes de la invasión rusa de Ucrania, mientras que la crisis de Oriente Medio plantea un riesgo importante para la economía mundial. Una escalada del conflicto podría tener un marcado impacto en los precios del petróleo, la actividad regional y el sentimiento mundial. Sin embargo, no es evidente que una escalada sea la trayectoria que seguirá el conflicto, con Estados Unidos y otros países apoyando a Israel con cautela, y junto a intereses más divergentes a lo largo de la Península Arábiga que ponen freno a las fuerzas reaccionarias”, sostiene Page.
Más allá de la geopolítica, el experto de AXA IM considera que existe incertidumbre en torno a la posición en el ciclo de la economía mundial. Según explica, esto se ejemplifica en EE.UU., donde las expectativas de recesión se han desvanecido. “Las recientes convulsiones económicas no han sido cíclicas: la pandemia fue un choque exógeno que forzó una profunda recesión, lo que dio lugar a una restricción de la oferta y a respuestas políticas que impulsaron la demanda. La inflación resultante no fue el producto de un recalentamiento de la economía al final del ciclo. La incertidumbre sigue sobrevolando el grado de cuasi-cambio estructural prácticamente permanente que han experimentado las economías, así como el equilibrio entre la restricción de los bancos centrales y la demanda reprimida. La evaluación que hacemos es si la economía se enfrenta a un ajuste de fin o de mitad de ciclo”, argumenta.
En este contexto, Nils Rode, director de Inversiones de Activos Privados de Schroders Capital, advierte: “Los inversores no deberían confiar automáticamente en lo que ha funcionado en el pasado. En lugar de ello, las estrategias y las inversiones deben evaluarse en función de su idoneidad para el nuevo mundo en el que estamos entrando. Es el momento de ser previsores y reflexivos. El 3D Reset, la revolución de la IA, la ralentización de los mercados privados y el aumento de los tipos de interés mundiales marcan una nueva era para la inversión en activos privados. Centrándose en las tendencias a largo plazo, diversificando las carteras y replanteándose las estrategias del pasado, los inversores pueden navegar con éxito por esta nueva era”.
Para T. Rowe Price la inflación sigue siendo un foco de atención y prevé que siga siendo un riesgo en 2024. Según su visión, la inflación en Estados Unidos, actualmente en torno al 3,2%, se mantiene en niveles bastante elevados. Los precios de consumo subyacentes, es decir, ajustados por los componentes volátiles de la energía y los alimentos, se han suavizado en Estados Unidos, mientras que los precios generales han caído rápidamente porque los precios del petróleo se han desplomado desde más de 95 dólares a unos 80 dólares el barril. Pero el descenso de la inflación subyacente, por el contrario, no ha sido tan rápido en Europa, donde a los precios les está costando más replegarse debido al componente más exuberante de los servicios.
“Por estas razones, seguimos muy de cerca los precios del petróleo, que siguen influyendo directa e indirectamente en el IPC, ya que forman parte de los costes de producción y de viaje, por ejemplo. Los precios de la energía, en general, podrían volver a subir en caso de un invierno especialmente frío o de un aumento de las tensiones en Oriente Medio”, afirma Yoram Lustig, responsable de Multi-Activos para EMEA & Latam de T. Rowe Price.
Los mensajes de las gestoras
Desde BlackRock señalan que es necesario conocer y comprender este nuevo entorno económico para poner el dinero a trabajar. “Hemos pasado de la gran moderación a una inflación más alta, a unos tipos más altos, a ser más selectivos con los activos y a mayor presencia de activos de riesgo. Básicamente, creemos que ha llegado el momento de ser más tácticos y repasar las carteras en busca de oportunidades. El contexto es muy importante. Creemos que el mercado está interpretando el nuevo régimen de forma errónea. El mercado lo está viendo como algo cíclico y en verdad creemos que ciertas tendencias son estructurales, como la transición energética o las tensiones geopolíticas, lo cual puede suponer volatilidad e incertidumbre para este año”, afirma Javier García-Díaz, responsable de ventas de BlackRock para Iberia.
Ante este análisis del entorno que nos rodea, BlackRock traslada a los inversores tres temas clave para invertir este año: gestión del riesgo macroeconómico; ser más activo y selectivo en la construcción de carteras; y aprovechar las megafuerzas estructurales. Según sostienen en su documento de perspectivas, los inversores deberían tratar de neutralizar las exposiciones macroeconómicas o -si tienen una gran convicción- ser deliberados sobre qué exposiciones toman. “Vemos más posibilidades de superar al mercado ahora que en la Gran Moderación, menos volátil. Las restricciones a la producción abundan. Los bancos centrales se enfrentan a compromisos más duros en la lucha contra la inflación y no pueden responder a un crecimiento vacilante como antes. Creemos que esto conduce a una mayor dispersión de opiniones”, indican.
Para García-Díaz, hasta ahora ser más o menos estático en las inversiones había funcionado, pero ahora considera que los inversores deben ser más ágiles, selectivos y activos en la construcción de carteras y en la toma de decisiones. “Tenemos el foco puesto en la generación de alfa, el uso de ETFs y la incorporación de otros activos, como los mercados privados, para lograr estos objetivos”, matiza el responsable de ventas de BlackRock para Iberia. Por último, señala que en este nuevo régimen de mercado han identificado cinco temas de inversión a los que estar atentos: evolución digital e inteligencia artificial; transición energética; futuro de las finanzas; desglobalización y envejecimiento de la población.
El mensaje de Mabrouk Chetouane, responsable de estrategia de mercados global de Natixis IM Solutions, para 2024 es tener cuidado con las expectativas del mercado y de las inversiones. “Este será otro año de turbulencias. Las expectativas de los inversores sobre todo en bonos fue muy alta, por eso para ellos ha sido un 2023 muy decepcionante desde noviembre. Eso hace que la pregunta para 2024 sea si será o no el año de los bonos. Para dar una respuesta será clave entender en qué parte del ciclo empresarial estamos”, señala en primer lugar. A estas expectativas de los inversores se suman las que tiene el mercado sobre la rebaja de tipos de interés. “El mercado espera cinco recortes de tipos. En mi opinión son demasiados porque no creo que la economía estadounidense vaya hacia una recesión. Creo que veremos tres recortes por parte de la Fed y no los realizará de forma inmediata. La institución monetaria ha decidido mantener un poco de soporte a la economía y evitar recortar los tipos antes de asegurarse que la inflación no vuelva a dispararse”, afirma el responsable de Natixis IM Solutions.
Mirando la cartera
En el caso de Vanguard, defienden que, a pesar de las críticas equivocadas de los escépticos, los argumentos a favor de una cartera equilibrada son sólidos. “Los inversores a largo plazo en carteras 60/40 han visto un aumento espectacular en la probabilidad de lograr una rentabilidad nominal del 7%. Esto se debe, en parte, a la subida de los tipos de interés, que ha provocado un aumento sustancial de las expectativas de rentabilidad de los bonos. Sin embargo, en el caso de la renta variable, el entorno de tipos más altos deprime las valoraciones de los precios de los activos en los mercados mundiales, al tiempo que reduce los márgenes de beneficio, ya que a las empresas les resulta más caro emitir y refinanciar deuda”, explica Davis de Vanguard.
Una visión que también defiende Chris Iggo, CIO Core Investment Managers en la gestora de fondos AXA Investment Managers y presidente del AXA IM Investment Institute: “El entorno de los tipos de interés conduce ahora a una visión menos negativa. Una de mis narrativas para 2023 ha sido que la cartera 60/40 ha vuelto y, para 2024, un enfoque equilibrado de renta fija y renta variable debería resultar atractivo para los inversores”, afirma.
En cuanto a las expectativas de rentabilidad de la renta fija en estos momentos, Iggo considera que la atención debe centrarse en el carry. “Si los rendimientos se acercan a un rango neutral en términos de valoración, las plusvalías de las carteras de bonos serán más difíciles de obtener”, afirma el experto, y añade que “el reto para el próximo año debe ser la asignación de capital basada en una mayor estabilidad en los mercados de tipos y adaptarse cuando las cosas cambien: ser más bajistas en bonos si hay que librar de nuevo la batalla de la inflación, y más alcistas si resulta que la Fed sabe algo (malo) que nosotros no sabemos”.
Las gestoras también advierten a los inversores de que los activos alternativos, hacia los que se habían vuelto durante este año, tienen que permanecer en la cartera. Según M&G, los inversores inmobiliarios internacionales tendrán que apoyarse mucho más en el crecimiento y en la generación de altos rendimientos si quieren competir con éxito en la coyuntura económica de tipos de interés más altos y un mayor coste de la deuda que impregna numerosos mercados.
“Los días de tipos de interés más bajos durante más tiempo han quedado atrás. Los inversores inmobiliarios de todo el mundo ya no pueden depender de la compresión de los rendimientos y de la financiación con deuda barata para obtener beneficios. Tienen que cambiar de mentalidad de forma radical. Puede que los inversores se sientan naturalmente atraídos por el crecimiento, pero las rentas también tienen una importancia clave ante unos tipos de interés ahora elevados”, señala José Pellicer, responsable de estrategia de inversión en M&G Real Estate.
Por eso Pellicer sostiene que invertir en áreas con fuertes catalizadores de la demanda como son los sectores residencial e industrial podría ofrecer rentabilidades atractivas gracias al elevado crecimiento de las rentas; al igual que aquellos sectores que permitan repercutir la inflación a los inquilinos, como los supermercados con contratos de alquiler de largo plazo. “También podría generar atractivas perspectivas de ingresos el compromiso de mejorar los activos o invertir en propiedades poco apreciadas. A medida que los mercados inmobiliarios mundiales se adaptan al debilitamiento de la economía china, a las crecientes complejidades de las cero emisiones netas y a los cambiantes patrones de demanda y ocupación, esperamos presenciar señales de mayor confianza mientras los inversores reajustan el enfoque ante un panorama económico completamente distinto”, añade el responsable de M&G.
Por último, Amadeo Alentorn, gestor de inversiones del área de Renta Variable Sistemática de Jupiter AM, sugiere que los principios de sentido común, como la diversificación, deberían primar frente al exceso de confianza a la hora de formular previsiones. Según reconoce, los inversores actualmente están sumidos en una gran incertidumbre en relación con las perspectivas para los próximos doce meses, ya sea en la economía, la esfera geopolítica o los mercados. “Las estrategias neutrales al mercado pueden elevar la diversificación generando un flujo de rentabilidades que no guardan correlación ni con las acciones ni con los bonos. Una estrategia de renta variable neutral al mercado puede invertir en acciones, pero el perfil de rentabilidad puede ser bastante diferente, por lo que, en nuestra opinión, es una clase de activos diferente”, sugiere Alentorn.
Además propone no centrarse en un solo estilo, sino buscar la combinación que más se adecue a las necesidades del entorno económico. “Un estilo de inversión value consiste en comprar acciones que están baratas. Un estilo de inversión growth consiste en comprar acciones de empresas que crecen con fuerza. El estilo de un inversor es muy importante a la hora de determinar sus rentabilidades globales. Los mercados pueden abordarse como periodos favorables al estilo value y periodos favorables al estilo growth. Otros estilos de inversión bien estudiados son la calidad, el momentum y la baja volatilidad. Muchos inversores escogen un estilo de inversión y se aferran a él. ¿Es bueno eso? Para algunos, cambiar de estilo es casi un atentado a la moral, un pecado denominado desviación de estilo o style drift, pero ¿por qué no variar el estilo si las condiciones del mercado cambian? El inversor value no obtiene ninguna recompensa si las acciones baratas siguen abaratándose y el inversor growth puede encontrarse en una posición vulnerable cuando las acciones sufren sobrecompra. Los dos estilos —todos, en realidad— tienen sus cosas buenas y sus cosas malas”, defiende el experto de Jupiter AM.