“Respeto profundamente este cargo, pero amo más a mi país. Ha sido el honor de mi vida servir como vuestro presidente. Pero creo que defender la democracia es más importante que cualquier título». Con estas palabras y un breve discurso de 11 minutos, Joe Biden, presidente de EE.UU., ha dado explicaciones sobre su retirada como candidato a la reelección. Termina así una semana marcada por los análisis de cómo afectará al mercado este giro en la carrera por la Casa Blanca.
Sin duda, la primera incógnita a despejar es quién sustituirá a Biden como candidato y, por ahora, el nombre que suena con más fuerza -al menos en términos de dinero y apoyo público- es Kamala Harris. “En los últimos días, la idea de mini elecciones primarias ha ganado fuerza, lo que podría permitir una competencia corta y abierta entre los mejores y más brillantes del Partido Demócrata. Esto es particularmente relevante, ya que los aproximadamente 4.700 delegados responsables de nominar a un nuevo candidato demócrata no están obligados a apoyar a ningún candidato en particular tras la decisión de Biden de retirarse”, apunta Kaspar Köchli, economista en Julius Baer.
En opinión de Ahmed Riesgo, CIO de Insigneo, aunque los altos cargos demócratas no están encantados con Harris, en este punto se asume ampliamente que ella rendirá mejor que Biden. “Dado que la opinión consensuada sobre noviembre se ha inclinado tan agresivamente hacia el lado de la Ola Roja, reemplazar a Biden con Harris en la boleta podría causar que las expectativas se alteren un poco”, afirma Riesgo.
Según su visión, “eliminar las vulnerabilidades de Biden del lado demócrata de la ecuación debería reducir inmediatamente las encuestas, mientras Trump sigue enfrentando una miríada de vientos políticos en contra que volverán a primer plano a medida que la gente deje de hablar sobre las capacidades físicas y mentales de Biden”.
Por ahora, las probabilidades de Harris de ganar la nominación demócrata son alrededor del 80%, pero solo la reunión del Comité de Reglas de la Convención Nacional Demócrata el miércoles proporcionará más claridad sobre cómo se desarrollarán las próximas semanas.
En opinión de Köchli, una campaña de Harris presagia unas políticas fiscales y comerciales congruentes como las de Biden, los mercados han reafirmado el status quo. “El mercado ha reaccionado de manera moderada, al evaluar ligeramente mejor las probabilidades de una presidencia de Harris sobre Trump a 40%. Los mercados observarán de cerca para ver si los demócratas pueden usar el momentum del cambio para ampliar el apoyo y superar lo que un estratega demócrata describió como una situación en la que Trump no es popular, pero Harris simplemente no es conocida, reduciendo así la actual ligera ventaja republicana en las carreras presidenciales y dentro del congreso”, añade el economista de Julius Baer.
Ventaja para Trump
“Consideramos que, si se da el caso de una victoria demócrata, será por que se quiera mantener un escenario continuidad política, ya que lo que implicaría una presidencia demócrata es razonablemente previsible. Sin embargo, sigue existiendo una gran incertidumbre sobre lo que supondría exactamente una presidencia de Trump para la economía y los mercados”, afirma Lizzy Galbraith, economista política de abrdn
La mayoría de los análisis que llegan de las firmas de inversión coinciden en este escenario de victoria republicana es cada vez más probable. ¿Cuál sería su impacto en el mercado? Según el análisis que hace Galbraith, de ese 60% de posibilidades de una victoria de Trump, podrían darse tres posibles escenarios: “El de una guerra comercial 2.0 de Trump, con un 30% de posibilidades; el de que se presente un Trump al “100%”, con un 15%; y el de que Trump cumpla para con los mercados, con otro 15%”.
En opinión de Mathieu Racheter, Head of Equity Strategy Research de Julius Baer, la victoria de Trump favorece a los ciclos. “Esperamos una reacción inicial del mercado de renta variable modestamente positiva tras los resultados electorales. Esto se basa en la perspectiva de una regulación más laxa, en la aplicación de fusiones antimonopolio y la regulación del sector financiero, y una probable prórroga de la Ley de empleos y de reducción de impuestos (TCJA), que expira en 2025, aliviando los temores de un aumento de los impuestos de sociedades”, señala.
Estos acontecimientos, junto con un mayor gasto fiscal, deberían conducir a un mayor crecimiento económico en EE UU (2,4% frente a nuestra previsión del 1,9%), lo que se traduciría en un mayor crecimiento de los beneficios para el mercado de renta variable, según Racheter. “Históricamente, durante un año electoral, la volatilidad de la renta variable tiende a aumentar a mediados de año, justo antes de las primarias, y comienza a disminuir después de las elecciones. Dependiendo de los resultados que empiecen a reflejarse en los mercados de renta variable en los próximos meses, se abrirán oportunidades para los inversores”, matiza.
Según destaca George Brown, economista senior de EE.UU. en Schroders, una victoria de Trump para la economía estadounidense podría plantear riesgos inflacionistas. “El pilar central de la agenda económica de Trump es el proteccionismo. Si es reelegido, Trump ha propuesto aumentarlo hasta el 60%, así como eliminar progresivamente todas las importaciones de bienes esenciales procedentes de China. Además, las importaciones procedentes del resto del mundo estarían sujetas a un arancel básico del 10%. De aplicarse, estas propuestas supondrían un importante shock inflacionista. Sin embargo, sospechamos que Trump no tiene intención de llevarlas a la práctica en su totalidad, sino de aprovecharlas de forma selectiva para obtener concesiones comerciales”, explica Brown.
El consenso apunta a que una presidencia de Trump supondría recortes de impuestos a las empresas, desregulación, así como una reversión de la agenda sobre el cambio climático y aranceles más altos a nivel nacional. “También se espera una política exterior más agresiva, especialmente contra China, lo que también podría ser una mala noticia para los mercados emergentes. También es probable que haya menos ayuda para Ucrania y menos apoyo a la OTAN”, añade Steven Bell, economista jefe para EMEA de Columbia Threadneedle Investments. Por último, Bell afirma que el impacto sobre el dólar no está claro, pero tanto el contexto fundamental como la perspectiva de Trump 2.0 parecen favorecer a las acciones. “Pero en realidad es un escenario de wait and see”, matiza.
Dede AXA IM apuntan que cada candidato aporta una política diferente: «Trump probablemente se centraría en los aranceles, los recortes de impuestos, la migración y la desregulación. Su victoria también generaría preocupaciones en torno a la geopolítica, todo lo cual significaría vientos en contra del crecimiento. Y es probable que Harris adopte el plan de Biden para centrarse en extensiones parciales de recortes de impuestos y reducción del déficit con una represión migratoria más suave. Un Senado liderado por la oposición probablemente impediría la aprobación de esa agenda».
El impacto en los mercados
Tal y como destaca Garrett Melson, estratega global de Natixis IM Solutions, “a pesar de toda la consternación en torno a los ganadores y perdedores de las elecciones, históricamente el efecto de las elecciones es bastante efímero y el ciclo de beneficios determina en última instancia el comportamiento del mercado tras las elecciones”.
En términos generales, recuerda que las repercusiones políticas en los mercados suelen durar poco. De hecho, apunta que existen riesgos tanto al alza como a la baja que hay que tener en cuenta en cualquier resultado electoral, en particular una victoria de Trump, pero explica que las empresas han demostrado una y otra vez su dinamismo y capacidad de adaptación, lo que sugiere que los inversores deberían tener confianza en la capacidad de los mercados para deshacerse de cualquier impacto a corto plazo de los acontecimientos electorales, ya que el telón de fondo económico fundamental sigue siendo constructivo.
“El comercio sigue siendo un comodín considerable y un área en la que Trump sigue teniendo fuertes convicciones y flexibilidad para actuar en gran medida de forma unilateral sin la aprobación del Congreso. Es probable que el aumento de los aranceles no solo sobre China, sino también sobre Europa, suponga un lastre para el crecimiento, tanto a escala nacional como internacional. Y los recortes fiscales son motivo de preocupación en la medida en que se prorrogue la política de la Ley de recortes y empleos fiscales y se desvelen potencialmente nuevos recortes”, concreta Melson.
Por último, Michaël Nizard, responsable de Multiactivos y Overlay para Edmond de Rothschild AM, consideran que la retirada de Biden podría beneficiar a los mercados europeos. “No sería sorprendente ver una ligera recuperación de los activos de riesgo europeos en comparación con los Estados Unidos después de varias semanas de claro rendimiento inferior. De hecho, varios estudios econométricos muestran impactos significativos en el crecimiento europeo, en torno al 1%, en caso de un resurgimiento de las fuertes tensiones comerciales relacionadas con Trump 2.0. En cuanto a la rotación sectorial en curso, creemos que puede continuar, y el reciente bajo rendimiento del sector tecnológico dependerá más de la próxima temporada de resultados que de la situación política nacional”, explica.
En cuanto al dólar, Nizard insiste que el candidato republicano se ha mostrado bastante favorable a una depreciación del billete verde en interés primordial de los fabricantes estadounidenses. “Explicamos la caída del dólar en julio más bien como una respuesta a la relajación de los tipos estadounidenses y a la inminencia de la primera bajada de tipos de la FED en septiembre. Así pues, consideramos que el dólar se estabilizará a la espera de nuevos datos. A más largo plazo, la ampliación de los déficits estadounidenses planteará la cuestión de la sostenibilidad de su financiación y de la valoración del dólar”, matizan.