Según los expertos, los bancos centrales están trazando un endurecimiento agresivo en todos los ámbitos, ya que la lucha contra la elevada inflación no ha terminado. “Están actuando con contundencia para evitar los efectos secundarios, es decir, el riesgo de que una inflación elevada y persistente se consolide en el marco de un mercado laboral tenso”, destaca Silvia Dall’Angelo, economista senior de Federated Hermes.
Aún así, en opinión de Vincent Mortier, CIO de Amundi, y Matteo Germano, Deputy CIO de Amundi, los efectos se notan. “El contexto de alta inflación y bajo crecimiento, con los bancos centrales en una senda de endurecimiento, significa que se está materializando una recesión de beneficios, no solo en Europa, sino también en EE.UU., y la probabilidad de que esto se traduzca en una recesión económica a medida que nos acercamos a 2023 está aumentando. Tras la venta masiva de septiembre, los activos de riesgo están menos caros, pero todavía no se descarta una recesión de beneficios”, explican.
Para Geir Lode, jefe de Renta Variable Global de Federated Hermes Limited, los bancos centrales se encuentran en un gran dilema: inflación o recesión. “Esta cuerda floja de la política monetaria entre la inflación y la recesión a la que se enfrentan los bancos centrales es un factor clave en la mayoría de los mercados desarrollados en este momento, y estamos viendo movimientos de los factores mayores de lo esperado en comparación con los rendimientos históricos. Este riesgo macroeconómico y la elevada volatilidad de los factores confirman nuestra opinión de que un enfoque de inversión diversificado es clave para navegar por estos mercados”.
Por ahora, el endurecimiento monetario tiene poco visos de estar llegando a su fin. En estas dos últimas semanas, hemos visto cómo el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) han subido los tipos 75 puntos básicos, decisión que también tomó ayer el Banco de Inglaterra (BoE). En opinión, Dall’Angelo los bancos centrales están trazando un endurecimiento agresivo en todos los ámbitos, ya que la lucha contra la elevada inflación no ha terminado. “Están actuando con contundencia para evitar los efectos secundarios, es decir, el riesgo de que una inflación elevada y persistente se consolide en el marco de un mercado laboral tenso”, afirma.
Según han explicado las propias instituciones monetarias, sus pasos estarán marcados por los datos, en constante evolución. Estos datos irán definiendo no sólo el ritmo de endurecimiento, como se destacó en el comunicado de ayer de la Fed y en la conferencia de prensa de hoy del Banco de Inglaterra, sino también el destino del actual ciclo de endurecimiento.
“Después de los bancos centrales de Europa y Estados Unidos, el Banco de Inglaterra (BoE) también ha subido su tipo de interés en 75 puntos básicos, hasta el 3%. Para el banco central británico, se trata de la mayor subida en 33 años. En su comunicado, subraya que la tasa de inflación de dos dígitos, así como el enorme crecimiento salarial de más del 6%, hacen necesaria una nueva subida de los tipos de interés. La preocupación por una espiral de precios y salarios no cesa”, resume Kathrin Löhken, Economist United Kingdom de DWS, sobre el último movimiento del BoE.
Punto de retorno
Ahora bien, la pregunta que se hacen los expertos es hasta qué punto endurecerán los bancos centrales sus políticas monetarias y, de nuevo, la respuesta está sujeta a los datos de cada región. Por ejemplo, en el caso de Reino Unido, Dall’Angelo señala que, de cara al futuro, “las políticas de endurecimiento del Banco de Inglaterra no necesitarán ir tan lejos, ya que el shock de los precios de la energía contribuirá significativamente a la destrucción de la demanda”. De hecho, considera que el impacto ya ha empezado a materializarse.
“Además, el anuncio fiscal que realizará el Gobierno el próximo 17 de noviembre probablemente supondrá un endurecimiento fiscal importante. Aunque el Banco de Inglaterra no ha podido incorporar esta información en sus previsiones de ayer, este contexto implica riesgos a la baja para un conjunto de previsiones de crecimiento que ya son poco favorables”, añade.
En el caso de la Fed, los expertos de Amundi señalan que la fortaleza del mercado laboral estadounidense y la inflación persistente no respaldan un cambio de postura por parte de la Fed. “Están apareciendo señales de cierta moderación en el crecimiento de los salarios, pero se mantiene por encima de las tendencias anteriores a la crisis, aunque desacelerándose secuencialmente. Además, si bien es probable que el pico de la inflación en EE.UU. haya quedado atrás, los datos recientes confirman que la inflación subyacente se mantiene fuerte. La inflación de bienes está cayendo, mientras que la de servicios alcanzó máximos de los últimos 40 años”, argumenta.
Sobre qué esperar de la Fed a corto plazo, Bill Papadakis, estratega macroeconómico de Lombard Odier, considera que la conclusión de la última reunión de la Reserva Federal es que el banco central de EE.UU. está preparado para empezar a ralentizar el ritmo de ajuste monetario. “La ralentización del endurecimiento de los tipos no significa que los tipos de interés vayan a alcanzar un nivel más bajo. Al contrario, aunque es probable que el ritmo de endurecimiento monetario se suavice, esperamos que el tipo terminal alcance el 5%, en lugar del 4,75% anterior. El ritmo podría desacelerarse ya el mes que viene, incluso antes de que la inflación muestre más signos de descenso. Por lo tanto, esperamos una subida de tipos de 50 puntos básicos en diciembre, seguida de subidas de 25 puntos básicos en febrero y marzo, y no podemos descartar que se produzcan más ajustes en mayo”, apunta Papadakis.
Por último, si nos fijamos en la zona euro, hay que recordar que lo más importante de la última reunión del BCE fue su tomo más dovish, debido al deterioro de las perspectivas económicas. “De hecho, Christine Lagarde subrayó que el impacto potencial de una recesión sobre la inflación será una consideración clave para las decisiones futuras. Un contexto económico incierto y el tono más moderado del BCE confirman que los bonos soberanos y el crédito de alta calidad son ahora más atractivos para los inversores en comparación con los meses anteriores. Mantenemos una postura general entre ligeramente negativa y neutral sobre la duración y el crédito”, destacan desde Amundi.
Según los expertos de Nomura, el crecimiento de la inflación y unas cifras de crecimiento resiliente en los países clave de la zona Euro respaldan la última subida de tipos del BCE. No obstante, matizan: “Es poco probable que el crecimiento económico se mantenga. El BCE es más dependiente de los datos, especialmente de las cifras de crecimiento, por lo que, con la llegada de la recesión a principios de 2023, esperan subidas de tipos más moderadas”.