En 2022 se produjeron en los mercados financieros dos circunstancias que apenas se habían dado en el pasado. Por un lado, elevadas caídas en el valor de la renta fija -tanto de la deuda pública como de los bonos emitidos por empresas privadas- cuando tradicionalmente había sido un activo más estable, menos expuesto a bajadas de valor y menos volátil que renta variable.
Por otro lado, tradicionalmente se afirmaba que la renta fija y la renta variable eran dos tipos de activos que no estaban excesivamente correlacionados entre ellos. Por lo tanto, cuando uno tenía pérdidas de valor importantes, el otro tenía un comportamiento menos volátil -normalmente, la renta fija- y se consideraba valor refugio.
Pero esto no fue así en 2022: el valor de ambos tipos de activos cayó de manera muy significativa. Más aún los activos de renta fija, cuya valoración bajó incluso más que muchos valores e índices de renta variable, debido a la fuerte subida de los tipos de interés por parte de los bancos centrales para dar respuesta a la inflación.
Entonces, ¿por qué le llaman renta fija, si realmente no lo parece, y su valor cotiza estando expuesto a fluctuaciones?
Una vez emitida y ofertada en lo que se denomina mercado primario -por ejemplo, una vez que el Tesoro Español emite una oferta de Bonos, Obligaciones o Letras, o bien que una empresa privada emite bonos u obligaciones- y adquirida por inversores institucionales o por particulares, esos activos pasan a cotizar y negociarse en los mercados secundarios de renta fija, similares a las bolsas de valores.
En esos mercados secundarios, los activos de renta fija negociados -ofertados y comprados- pueden subir o bajar de valor en función del comportamiento de la oferta y la demanda, influenciados, entre otros, por factores como la situación del entorno económico, la inflación, el endeudamiento, solvencia del emisor, las nuevas emisiones de otros activos similares con una tasa de interés más alta -en ese caso, el bono negociado en el mercado secundario perdería valor- o bien más baja -subiría de valor-.
El mercado de renta fija se puede definir como el conjunto de mercados en los que se negocian los activos financieros que han sido emitidos previamente por los estados, organismos públicos, así como las empresas privadas. Siendo una de sus principales características que presenta un nivel de riesgo bajo.
Por lo tanto la renta fija sí que lo es, pero a vencimiento, pudiendo sufrir fluctuaciones en su valor hasta llegado dicho plazo. Es decir, siempre que el adquirente del valor espere el transcurso del plazo hasta que llegue la fecha de su vencimiento, recuperando el capital invertido y cobrando los cupones o intereses garantizados -que pueden ser fijos o variables-.